Sin actividad y con personal suspendido. El inesperado cambio de políticas del Gobierno para su sector los dejó totalmente en off side. Es de capitales argentinos, está radicada en el cordón industrial y había invertido para aumentar 100% su capacidad.
Al no ser ni parte de los holdings cerealeros multinacionales, que manejan sus negocios integrando eslabones de la cadena, ni tampoco -por su importante capacidad de producción- una simple pyme, Patagonia Bionergía, la fábrica de biodisel de capitales argentinos y planta en San Lorenzo, está en el peor de los mundos.
Y tan terrible es su caso que -producto de los desbarajustes que hizo el gobierno nacional con la política de biocomubustibles– tiene desde hace más de un año una planta, que duplica su capacidad, totalmente nueva, sin prender. Un okm guardado.
“Tenemos una planta de 250 mil toneladas lista, pero nunca la pudimos poner en marcha”, se lamentó Joaquín Varela, gerente comercial de la empresa, que nació de un pool de inversores argentinos que hacia 2007 apostó fuerte por el agregado de valor en origen, como impulsaba hasta ese momento el gobierno con políticas tributarias diferenciadas.
El caso es llamativo porque es una planta grande (250 mil toneladas contra las 40 mil de las pymes) como para tener los beneficios que el gobierno le da las pymes, que sería poder volcar todo su producción al mercado interno (para el corte obligatorio con las naftas). Pero tampoco está integrada a las aceiteras (como el caso de Dreyfus y Cargill) por lo que sus herramientas financieras y productivas para resistir y acomodarse son de mucho menor alcance.
Hasta hace dos años -cuando el gobierno subió retenciones y también intervino en el mercado interno y Europa canceló las importaciones- Patagonia venía funcionando a pleno y por eso duplicó la apuesta al invertir para sumar el 100% de capacidad. Pero a partir de allí fue todo cuesta abajo para el sector en general, pero para Patagonia en particular.
Es que se le cerraron mercados externos, como a las grandes, pero (como a las grandes, pese a no estar integrada a las aceiteras y ser nacional) no la dejaron participar en el mercado interno, un beneficio que hoy tampoco lo es tal para las pymes por lo atrasado de los precios a los que el gobierno le permite vender su producción.
La planta (la que operarba y la nueva) estuvo parada 10 meses el año pasado, porque buena parte de 2012 pudieron seguir ingresando biocombustible a Europa en base a compromisos previos al bloqueo. Luego hacia fin del año pasado por unas semanas volvieron al ruedo (sólo con la planta vieja) gracias a unos contratos que consiguieron en el exterior. Pero sólo fueron ventas puntuales y este 2014 los encontró otra vez sin actividad.
La reciente decisión del gobierno de aumentar el corte obligatorio y además avalar a que las generadoras de energía usen biocombustibles fue bien recibido en la firma. Pero los precios desactualizados a los que permite vender el gobierno (para que no le suban costos a YPF) y el hecho de que por ser grande (pese a no tener “papá” trader) tampoco se queda con una parte importante del cupo, impide que la planta vuelva a funcionar.
En definitiva, en San Lorenzo hay no sólo una planta de biodisel de 250 mil toneladas parada. Sino que además hay otra a estrenar desde hace un año que no se prendió nunca. Parece increíble.
Se viene la judicialización Si bien el caso de Patagonia es emblemático, la situación de toda la industria del biodiesel es muy delicada.
«Todas las plantas están paradas, ya hay varias que iniciaron los procesos preventivos de crisis porque no podrán pagar sueldos y se está evaluando una presentación ante la Justicia», le dijo a punto Biz Federico Pucciarello, de la Cámara de Empresas Regionales Productoras de Biodiesel.
Es que el gobierno finalmente publicó precios a los que le venden el bio a las petroleras para el corte obligatorio (el último era de septiembre), pero sólo para octubre y noviembre. Para colmo, son precios que están por debajo de los costos. Y, como si fuera poco, con respecto a la producción vendida en diciembre y enero, para colmo, YPF (que es el principal cliente) ya dijo que tomaría los valores de septiembre, que son aún más desfazados que los de octubre-noviembre, cuando por ley tendrían que ser los últimos publicados, en este caso noviembre.
«Es terrible la situación. Se están perdiendo miles de puestos de trabajo. Las empresa están cerradas. Pero no sólo las de bio, sino también pequeñas aceiteras que hacían el crushing para las pymes elaboradors de biodiesel», alertó el empresario.
«Estamos haciendo gestiones ante los gobiernos provinciales, como el caso de Santa Fe con Antonio Bonfatti, porque a nosotros Comercio Interior nos había prometido hace quince días una actualización real de los precios, pero luego tomaron una decisión distinta», se quejó.
El valor de la tonelada de biodiesel para octubre noviembre se fijó en $5.684 (contra $5.249 de septiembre), cuando en diciembre los costos están en $6.000.
«Si bien hasta ahora las pymes seguían entregando a las petroleras para no perder el cupo, este mes ya no lo pueden hacer y por eso algunas compañías petroleras ya avisan que no van a poder cubrir el corto obligatorio por falta de bio y los combustibles sólo estarán cortados, máximo, con el 1%; un desastre», concluyó Pucciarello.
Autor: Mariano Galíndez
Fuente: Punto Biz