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El referente de la cámara, Federico Pucciariello, insistió en la necesidad de contar con una legislación que otorgue «previsibilidad»a la actividad en pandemia.Al contexto actual se suman históricas problemáticas como la actualización de los precios.
En tiempos de pandemia, el futuro de la industria pyme nacional de biocombustibles carece de previsibilidad ante el inminente vencimiento de la ley que regula la actividad en abril de 2021, y las escasas o nulas posibilidades del Congreso de sancionar una nueva norma a tiempo, antes de la fecha de caducidad. De allí que el Ejecutivo evalúa prorrogar la ley 26.093 de promoción de esta industria por lo menos hasta fines de 2024, para dar tiempo al tratamiento y sanción de una nueva legislación acorde a la promoción y funcionamiento de esta industria.
La cuarentena arrancó con este escenario y las medidas preventivas por el Covid-19 irrumpieron justo en los días en que se iban a celebrar reuniones decisivas entre las provincias productoras de biodiesel y bioetanol nucleadas en la Liga Bioenergética, para terminar de definir el proyecto que presentarían para el régimen de la actividad en las próximas décadas.
Con este escenario, y ante el reclamo del sector que insiste en la urgencia de una decisión política al respecto, incluso en medio de la pandemia, el Ejecutivo nacional evalúa la prórroga de la actual ley, sancionada en el año 2006.
En Argentina hay 56 plantas pymes de biocombustibles de las cuales 36 son productoras de biodiesel y el resto de etanol. El total se distribuye en diez provincias Tucumán, Salta, Jujuy, San Luis, Cordoba, Santiago del Estero, Entre Ríos, Buenos Aires, La Pampa, y Santa Fe, donde se concentra el mayor porcentaje, con 18 plantas.
La falta de previsibilidad representa un flagelo más para el sector que atiende el mercado interno, el cual atraviesa una situación terminal a raíz de pérdidas millonarias a causa de múltiples factores, de los cuales el principal es la caída del consumo del gasoil, que se rebaja con biodiesel al 10 por ciento, y de la nafta, que se corta con bioetanol al 12 por ciento. En este sentido, las cámaras que representan a los productores de biocombustibles vienen denunciando el incumplimiento de esos porcentajes de cortes, ya sea por falta de voluntad de las refinadoras, como por la ausencia de controles oficiales.
A eso se suman históricas problemáticas como la actualización de los precios, embates políticos e incluso ideológicos, y la puja con el gigante complejo petrolero, entre otras, que sumergen a la actividad en un panorama cada vez más adverso, con pérdidas anuales millonarias.
Federico Pucciariello, presidente de Albardon Bio, productora de biodiesel; gerente de Rosario Bio Energy —con planta en Roldán— y cofundador e integrante de Cepreb —la cámara que agrupa a empresas productoras pyme del país —y de Casfer, el organismo que nuclea a las empresas santafesinas de energías renovables, consideró que el hecho de que Argentina no tenga un proyecto legislativo en marcha para dar previsibilidad al sector, «es una locura».
«Mientras en Argentina vence toda la legislación para la industria de biocombustible en 2021, en Europa se está hablando de 2035, en Brasil a 2036 y en algunos países, a 2040-2050», dijo.
«Nosotros queremos una ley nueva, pero hoy no hay debate legislativo, por lo menos con la prórroga ganaríamos tiempo porque hoy las empresas están yendo a pérdida», dijo y recordó que las que producen etanol, «están sin producción porque la bajante del consumo de la nafta fue drástica, y casi todas las plantas están paradas con muy poco consumo.»
Pucciariello señaló que entre marzo y abril la baja del consumo de nafta fue del 68 por ciento, por la cuarentena y porque la mayoría de los automóviles son nafteros. En el gasoil, sin embargo, la caída fue menor, «porque la cosecha siguió su curso, y el transporte público también. La baja fue del 36 por ciento, es decir, los cupos que se otorgaron fueron 36 por ciento menos por cuestiones de merma de volumen. Pero ahora, con todas las actividades que se fueron habilitando, «calculo que vamos a tener cupos máximos de vuelta», auguró.
Para colmo de males, el precio de los biocombustibles está congelado desde diciembre, «y seguimos operando porque un reacomodamiento fortuito del commoditie», dijo y comentó que «lo que hizo la pandemia fue bajar el precio de la materia prima y hoy podemos operar gracias a que bajó el aceite de soja, de lo contrario, estaríamos todos fundidos», advirtió.
De todas maneras, lamentó que «la pérdida la tuvimos durante enero y febrero fue millonaria» aunque el sector debió asumir los costos fijos. «A ello hay que agregar que el producto se entrega en pesos y se cobra a los 45 días, por lo que en el medio corre una microdevaluación diaria y luego no alcanza, porque el commoditie está en dólares», agregó. De ese modo, «lo que cobramos a veces no nos alcanza para cubrir lo mismo que vendimos».
En definitiva, «hace un año que venimos ganando un mes y perdiendo dos, sin recuperar nada. Los balances son todos a pérdida. Y estamos regulados por un Estado que nos dice a quién vender, a cuánto y dónde se debe entregar el bio (biodiesel y bioetanol)»,dijo.
Por otra parte, los cortes obligatorios de naftas y biocombustibles no se cumplen por la falta de voluntad de la mayoría de las empresas petroleras y por falta de controles oficiales. «Hoy las 56 plantas de biocombustible están en una lucha de David contra Goliat, porque lamentablemente el lobby es petrolero», denunció el referente de las cámaras de biocombustibles locales.
Al respecto, hizo hincapié en la importancia de «ejercer el poder de policía sobre los combustibles que nos están quemando porque en definitiva son los que generan más enfermos», dijo y recordó que «hoy la ciencia ha demostrado que las cuatro ciudades con más muertos por coronavirus están super contaminadas».
Aquí el empresario del biodiesel hizo un paréntesis para acotar que paradójicamente, las plantas de biodiesel fabrican alcohol en gel y materia prima para su fabricación, para la prevención en la lucha contra la pandemia.
Decisión política
Con este trasfondo, la situación actual de la industria local de biocombustibles «es muy mala», agrego Pucciariello porque ya veníamos arrastrando una situación muy mala y dentro de esto vemos que podemos ser parte de la solución del problema, pero necesitamos un apoyo político provincial y nacional. Entiendo que el provincial lo tenemos y que vamos por buen camino, pero el nacional hay que verlo. Hasta ahora no han demostrado un apoyo concreto y genuino», sentenció Pucciariello.
«Nuestra actividad hoy depende del ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, quien va a decidir junto con el presidente Alberto Fernández el destino de nuestra industria, pero esperamos también que desde otras facciones del Ejecutivo le den un corte a esta puja con el sector petrolero. Esto no puede ser una guerra entre argentinos, entre unos u otros: tiene que ser entre unos y otros», reflexionó el cofundador de Casfer.
Por lo pronto, «el presidente empezó a hablar del tema medioambiental y que parte de la salida de esta pandemia y de la crisis económica va a ser justamente la defensa del medio ambiente. No hay una oportunidad histórica más grande que la que tenemos hoy para transformar nuestra materia energética y generar miles de puestos de trabajo en las provincias», dijo el empresario.
El gran desafío pasa entonces por el desarrollo de las bioenergías. «Tenemos diez provincias que producen bioenergía entre biocombustibles, solar y eólica y solo tres petroleras. Entonces, tenemos que tener un país mucho más distributivo, más regional y equitativo”, agregó el empresario.
“Acá se habla de energía y todos hablan de Vaca Muerta. Sin embargo la industria del biocombustible demostró a lo largo de diez años que no hubo proyecto de ley en la Argentina en los últimos 100 años tan distributiva, tan federal y tan generadora de empleo y de las economías regionales como la nuestra”, valoró Pucciariello.
Por otra parte, analizó que a diferencia del petróleo donde Argentina no es un jugador determinante en el mundo, en el mercado de los biocombustibles sí lo es, incluso como formador de precios internacional. “Al país le conviene entrar a jugar un partido donde tiene todas las de ganar”, dijo.
En ese sentido, “hay que entender que (la promoción de esta industria) no es un capricho de los productores de biotanol y biodiesel: el rubro es un entramado gigantesco, porque en definitiva es un producto que interactúa con todo el agregado de valor de nuestro entramado agrícola. Si hoy Argentina no produjera mínimamente biodiesel, su commoditie valdría todavía mucho menos, porque el mundo no quiere valor agregado, quiere comprar la semilla y nada más”, remarcó.
Entonces “hoy nuestro commoditie vale porque hay biodiesel, si no la soja valdría menos todavía porque el subproducto es el aceite crudo, y si cada vez tengo más poroto y una demanda infinita de harinas proteicas, tengo una demanda finita de aceite de soja. Cada día se extrusa menos. Por lo tanto ese subproducto lo tengo que transformar en algo”.
Expeller de soja
Al respecto, Pucciariello advirtió que las empresas dedicadas al extrusado de soja, que rondan las 400 plantas en la provincia de Santa Fe, sufren “un impacto absoluto: es muy injusto el tratamiento que le dan porque el extrusado que no usa hexano le queda un porcentaje muy alto de aceite en la semilla. Por ello el productor de aceite cuando va a vender su semilla, debe hacerlo muy rápido y a un precio por debajo del mercado, por más que tenga más materia calórica”.
Desde este sector “lo que vienen pidiendo desde hace mucho tiempo es una exención de retenciones para poder exportar ese expeller de soja”.
Además, “al no tener a las plantas de bio funcionando, está todo parado: son 400 plantitas chiquitas con diez empleados cada una, más o menos”, alertó.
Exportación
Para Federico Pucciariello la Secretaría de Energía de la Nación debería ser un ministerio, porque “ningún país serio puede empezar a hablar de ningún agregado de valor cuando tu segundo insumo más importante después de tu materia prima es la energía”.
Asimismo, denunció que dentro de esa dependencia “todos los que están involucrados en la energía son petroleros, ex empleados de industrias petroleras o petroquímicas. Y nosotros, que somos el 10% del combustible líquido gasoil y el 12% de los combustibles líquidos nafta, no tenemos ni un referente adentro de esa secretaría que nos haga de interlocutor válido para que interprete las necesidades del mercado.
En ese rumbo, incluyó a las multinacionales al considerar que para Argentina “sería muy provechoso poder vender biodiésel afuera. Hoy, por ejemplo, Europa tiene una faltante tremenda”. Tras el juicio ganado por dumping, Argentina “tiene un cupo de un millón y medio de toneladas para exportar a Europa pero no se exporta por un diferencial de retenciones que no favoreció a la productividad”.
Entonces “volvemos a lo mismo: es una cuestión de política de Estado.
¿Queremos primarizar la exportación o queremos exportar valor agregado?
Eso es lo primero que tenemos que preguntarnos antes de empezar a hablar de un sector o de otro. El país no puede estar sectorizado sino que es todo un entramado social empresarial institucional”, resumió.
Y concluyó que “cuando nos quejamos de que exportamos poco, debemos recordar que la Argentina no tiene política exportadora alguna, porque no hay beneficios a los industriales que quieren vender al exterior ni cuentan con una cadena logística ni impositiva solucionada”.
“En algún momento va a haber que hacer un click, terminar con esta historia inédita interminable, son muchos años de desgaste muy grande para los empresarios, para los empleados del sindicato (petroleros), y creo que ya llegamos a un nivel de agotamiento increíble. No se puede seguir con esta angustia de no saber si vamos a seguir o no, si vamos a tener ley o no, yo no creo que es la hora de definiciones, con o sin pandemia. Una cosa no quita la otra”, remató el presidente de Albardón Bio.
Por Lizi Domínguez
FUENTE: DIARIO LA CAPITAL