De nuevo una reñida votación en el seno de uno de los órganos de la Unión Europea, el Consejo de Ministros de Energía, ha impedido lograr un acuerdo sobre las reformas de las directivas para limitar el uso de biocarburantes de primera generación y añadir el cómputo de sus emisiones por el cambio indirecto del uso de tierras (ILUC en sus siglas en inglés). La presidencia lituana del Consejo le pasa la patata caliente a la griega sin llegar a un acuerdo, y con el actual objetivo plenamente en vigor, a saber: 10% de renovables en el transporte para 2020 sin limitaciones para los biocarburantes de cultivos.
Acorde con lo propuesto por la reunión de embajadores de la Unión Europea, la presidencia lituana se presentó el pasado jueves en el Consejo de Transporte, Telecomunicaciones y Energía con una propuesta del 7% de biocarburantes de cultivos para 2020. Menos concreta era su apuesta por incluir el ILUC en el cómputo de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), basada en el reporte de esta información por parte de las empresas implicadas. En cualquier caso, ni una ni otra propuesta lograron el consenso y en un lacónico final de nota de prensa el Consejo señala que será ya la próxima presidencia griega quien estudie cómo proceder en el futuro.
No solo queda en el aire la decisión por parte del Parlamento Europeo a la espera de las elecciones del próximo mes de mayo, como advertían algunos analistas en días pasados, sino también la del Consejo de la UE. Corinne Lapage, eurodiputada francesa retirada de la defensa de la propuesta de la Comisión de Medio Ambiente, Salud Pública y Seguridad Alimentaria del PE (5.5% de biocarburantes clásicos y tener en cuenta el ILUC), fue una de las más contundentes en la valoración de la decisión del Consejo. En dos mensajes en Twitter criticó que no se llegara a un consenso de mínimos con el ILUC afirmando que suponía la “victoria del biodiésel y la derrota en la lucha contra el hambre y la defensa del clima”.
Satisfacción para la industria y desolación entre los ecologistas Raffaello Garofalo, secretario general de la European Biodiesel Board, sin embargo, mostró una gran satisfacción por el rechazo a la propuesta de mínimos de la presidencia lituana: “indica explícitamente que la ciencia en torno al ILUC está lejos de lograr un consenso y representa una oportunidad para seguir confiando en lograr datos firmes sobre un tema tan complejo”. Garafalo aprovecha para recordar que la industria del biodiésel aporta tres grandes ventajas: seguridad energética, desarrollo rural y descarbonización del transporte.
No piensan lo mismo desde las filas ecologistas. Para Ecologistas en Acción, “al no llegar a un acuerdo ante una propuesta que ya era de por sí muy débil, la UE continúa con la misma política de fomento de agrocombustibles, responsable entre otros de agravar la deforestación en el planeta, las emisiones de CO2 y la hambruna de gran parte de la población mundial”. Esta organización exige a la UE que reformule lo antes posible su política en materia de biocarburantes sobre dos premisas: “evitar todo consumo de agrocombustibles, especialmente de los procedentes de cultivos alimentarios, e incluir los factores ILUC en la contabilidad de GEI en base a los resultados obtenidos de los últimos estudios científicos”.
Alemania a favor, España contemporiza y Dinamarca en contra La agencia EFE dio a conocer algunos pormenores de una votación en la que solo Alemania y Portugal apoyaban de partida las propuestas de Lituania, que incluía también no introducir ningún mínimo obligatorio para los biocarburantes de segunda generación, de manera que la apuesta fuera voluntaria. Italia, el Reino Unido y Dinamarca, entre otros, criticaron la falta de ambición de la iniciativa lituana y se mostraron contrarios a elevar el límite para los biocarburantes de cultivos (5% de la Comisión Europea y 6% del PE) y favorables a mantener una cuota mínima reservada a los biocombustibles de segunda generación.
Países como Bélgica, Luxemburgo y Dinamarca rechazaron el texto de compromiso por distintas razones, mientras que Francia, República Checa y el Reino Unido se mostraron dispuestos a aceptarlo, así como Alemania y Rumanía, en el caso de que se introdujeran algunos cambios. Según la información de EFE, el representante español recalcó los esfuerzos hechos para tratar de cerrar la propuesta, pero no expresó ni su apoyo ni su respaldo a la propuesta lituana, aunque fuentes comunitarias consultadas recientemente por EFE indicaron que en principio Madrid estaba dispuesta a aceptar el consenso lituano.
Oettinger mantiene que hay que modificar las directivas, por el mercado y por la sostenibilidad La propia nota de prensa del Consejo de Energía muestra el galimatías en que desembocó la reunión: “algunos Estados miembros no estaban en condiciones de apoyar el texto (que dejaba en el 7% a los biocarburantes convencionales), porque en su opinión no ofrecía suficientes incentivos para apoyar a los biocarburantes avanzados y era demasiado generoso con el umbral de los primeros, mientras otros no podían aprobar el umbral del 7% por ser demasiado bajo”.
Por último, el comisario europeo de Energía, Günther Oettinger, uno de los principales adalides de la propuesta del 5%, señaló que se «seguirá trabajando hacia una solución sustancial y apropiada», pero instó a los países a lograr un acuerdo, ya que consideró que es necesario cambiar la legislación comunitaria «cuanto antes para reflejar los intereses del mercado y los objetivos de sostenibilidad». Las dos directivas objeto de los cambios propuestos por la CE son la de energías renovables y la de calidad de los carburantes.
Javier Rico
ENERGIAS RENOVABLES.