Cuando se habla de biocombustibles se nombra el fruto de la palma de aceite, la caña de azúcar, el empleo rural con salarios bien remunerados en regiones con pocas alternativas económicas, diversificación de la canasta energética, de ayudar al medio ambiente, de reducciones de gases efecto invernadero en más del 74 por ciento, paliando en algo el desorden climático.
Cuando se habla de paz, se habla de reformas al esquema agrario que nos ha regido durante tanto y tiempo y que adolece de fallas protuberantes, de buscar alternativas sostenibles para los campesinos, se habla de la vocación agrícola del país, de la riqueza de nuestros suelos, de la importancia de la agroindustria, porque es bien claro que con los cultivos de ‘pancoger’ no vamos a lograr disminuir el índices de pobreza, ni vamos a generar bienestar social y desarrollo rural.
Sin duda, la agroindustria apalanca la capacidad de producción del campo, le ofrece transferencia de tecnología para mejorar su productividad y así ser más competitivos. A pesar de que en esto todavía estamos en pañales, la agroindustria es un gran motor de desarrollo rural, como se ha demostrado en tantos países.
Los biocombustibles se impulsaron en Colombia para generar empleo en el campo, desarrollo rural y mejor medio ambiente, para diversificar nuestra canasta energética y contribuir a la paz, para lo cual se expidió el documento Conpes 3510 ‘Lineamientos de política para promover la producción sostenible de biocombustibles en Colombia’, en marzo de 2008, una especie de mapa de rutas que ha gobernado el sector en los últimos cinco años.
Por ello, resulta contradictorio pensar que el Gobierno esté hablando de paz y agro y, a su vez, esté pensando en desestimular esta agroindustria, que hoy genera empleo a más de 82.000 familias, que le ha permitido a los pequeños cultivadores tener una remuneración digna, haciéndolos gestores de un nuevo porvenir para ellos y sus regiones.
Estamos seguros de que el Gobierno conoce cómo esta agroindustria contribuye a mejorar los índices de desigualdad del poder adquisitivo en las regiones, que sabe a ciencia cierta que estamos presentes en ocho departamentos (Cesar, Magdalena, Atlántico, Santander, Risaralda, Valle del Cauca, Cauca y Meta), generando bienestar e impulsando así el crecimiento de todo el territorio.
Si el Gobierno Nacional va a tomar acciones para beneficiar a los colombianos, y está pensando en dar los cimientos adecuados para la paz, afianzándose en el desarrollo agrario y la restitución de tierras, está llamado dentro de su coherencia a buscar locomotoras en este sentido.
Por esto, lo invitamos a que detenga su mirada en los biocombsutibles, porque es el momento de cosechar sus frutos por el bienestar de Colombia. Este sector es del agro y para el agro, fue creado para generar paz, para diversificar la canasta energética de Colombia, para impulsar el campo y llevar alternativas productivas a los lugares más apartados del país.
Ya están puestas las primeras piedras, ahora es necesario seguir construyendo y hacer que más campesinos y regiones de Colombia se sumen a ella.PORTAFOLIO.
Por Jorge Bendeck
Presidente de Fedebiocombustibles