Separación de residuos en el hogar, consumo responsable. ¿Qué decisiones podemos tomar para hacer de nuestro medioambiente un lugar mejor?Por Silvina Dell´Isola | Para LA NACION.
Chris Jordan, considerado el fotógrafo verde por excelencia, lleva años creando conciencia sobre el desproporcionado nivel de consumo de nuestras sociedades y las graves consecuencias que eso le trae al planeta. Basa la composición de sus imágenes en estadísticas reales tales como los 410.000 vasos plásticos que se desechan en Estados Unidos cada 15 minutos o las 2.000.000 de botellas de agua o gaseosa que se tiran cada 5.
Como estas cifras, aunque impresionantes, resultan abstractas para la mayoría de la gente, Jordan les da vida y las hace visibles adaptándolas a una escala temporal apropiada capaz de ser representada en una foto. Su obra Cans Seurat, basada en un cuadro clásico del puntillismo de Georges Seurat, está compuesta por las 106.000 latas de aluminio que los americanos consumen cada 30 segundos. En muchos casos, cuenta, debe usar lapsos de tiempo mínimos, incluso décimas de segundo, porque si no algunas de sus fotos podrían llegar a medir 100 metros de largo por 10 de ancho.
Se estima que cada persona arroja un promedio de un kilo y medio de basura por día en Capital Federal. Son 5000 toneladas de residuos sólo en la ciudad que contaminan el aire, el suelo, el agua, liberan tóxicos y contribuyen al cambio climático. Pero además, llegará un día en que no habrá lugar para más porque un 50 por ciento de lo que tiramos no es biodegradable. Pasarán 20 años antes de que las 5 o 7 bolsas con las que volvemos cada día de la compra desaparezcan, y más de 300 para que no queden rastros de la botellita de agua que tomamos hoy.
La realidad indica que imperativamente todos deberíamos separar los residuos en origen y que la responsabilidad primaria del problema está en cada hogar, cada hábito y cada decisión de consumo que se toma.
Marina Lemos, experta en Gestión Integral de Residuos y directora del Proyecto de Educación Ambiental Reserva Natural del Pilar, define de forma sencilla la relación que cada uno debería tener con su basura: «Es importante señalar una diferencia fundamental: basura y residuos no son sinónimos. Lo que fue separado no es basura. Ahí comienza el compromiso de cada uno en hacer que los materiales que descartamos entren en la categoría de residuos potencialmente reciclables. Entonces serán recursos. Llamamos basura a una bolsa irresponsable, con todos los materiales mezclados. La defino como irresponsable porque es la materialización de que no nos interesa qué pase con ella. La sacamos a la calle y ahí termina nuestro problema. ¿Cuánta gente se pregunta qué ocurrió luego con esa bolsa? ¿Desapareció mágicamente y listo?»
Obviando los residuos orgánicos -mediante la técnica del compostaje podrían convertirse en abono para plantas- y las bolsas de plástico, los papeles laminados de golosinas o galletitas y las bandejas y vasos térmicos que no se pueden revalorizar, lo que suele quedar en una bolsa son materiales aptos para el reciclaje como plástico, vidrio, latas, telas, Tetra Bricks o papel. Su separación en origen posibilita que vuelvan al circuito de consumo evitando sobreexplotar nuevos recursos para obtener más materia prima de la naturaleza. El aluminio puede readaptarse infinitas veces consumiendo en el proceso apenas el 5% de la energía que sería necesaria para hacer aluminio nuevo. Cada lata reciclada ahorra la energía que consume un televisor prendido durante 3 horas. Pero tirada a la basura tarda 500 años en biodegradarse.
En Capital y Gran Buenos Aires surgen cada vez más puntos gestionados de forma oficial o privada a donde puede llevarse desde bronce, vidrio y pilas hasta aceite de cocina. Una de las tantas asociaciones civiles que fomentan y facilitan la separación en origen de los residuos domiciliarios es Dondereciclo. Su fórmula sencilla permite a cualquier usuario entrar a la página web, elegir qué reciclar y buscar por barrios o ciudades los centros de acopio que existen en Argentina. El gobierno porteño sumó en los primeros días del año 106 nuevos contenedores diferenciados en la cuadrícula del centro comprendida entre Entre Ríos, Lima, Rivadavia y Belgrano, que se suman a los ya instalados para prueba piloto en los barrios de Núñez y Monte Castro. Son 80 contenedores negros para basura común y 26 verdes, uno por manzana, para reciclables previamente separados en origen a donde pueden llevarse papeles, cartones, latas, vidrios y botellas de plástico, entre otros.
¿Qué sucede a partir de allí? Liliana Amielli es investigadora de CEP ATAE, un centro de investigación de la Facultad de Arquitectura de la UBA que trabaja en nuevos materiales, ahorro energético y soluciones ambientales a partir de residuos. Es también una de las fundadoras de ARCA, Centro de Reciclado y Ecología Urbana, cuya misión es capacitar a escuelas, cooperativas, municipios y particulares sobre la temática de la separación en origen y el reciclado de materiales para darles valor agregado. Por su pequeña trinchera instalada en una nave de Ciudad Universitaria desfilan desde diseñadores industriales hasta cooperativistas barriales y artistas que encuentran en la basura de los demás materia prima para ladrillos, colectores solares, tejas para invernaderos, bloques aislantes térmicos, bolsos, carteras, escobas o cortinas. Amielli da consejos básicos para empezar a ser un reciclador urbano sin aburrirse en el intento -por falta de espacio o de tiempo, porque los contenedores quedan lejos, por desconocimiento, etcétera-. «Lo primero es reducir el consumo para generar menos residuos -dice-. Hoy compramos muchas cosas por el envase y no por el contenido, que además a veces es lo que menos valor tiene. Podemos adquirir bebidas de tamaño más grande, en lo posible en envases de vidrio fáciles de lavar y que se puedan reutilizar infinidad de veces. En casa un buen comienzo es separar en sólo dos bultos, uno para lo orgánico y otro para los reciclables. Y recordar siempre llevar la bolsa de las compras para evitar volver con gran cantidad de plástico que contamina rellenos sanitarios, ríos y ciudades».
La ingeniera Lemos coincide en que bajar el volumen de consumo es tan o más importante como reciclar. «El mejor residuo es aquel que nunca se produjo -explica-. El acto de comprar ya es determinante, porque es donde decidimos qué desecho vamos a generar. Allí se juega el futuro de nuestra bolsa de basura. Es fundamental tener en cuenta que sean envases que posteriormente pueda separar y derivar al reciclado y evitar los descartables o los materiales laminados compuestos por mezclas de plásticos o plástico y papel. Con pequeñas pautas incorporadas, ir al supermercado dejará de ser simplemente tirar algo adentro de un carrito.» Pone como ejemplo una simple caja de té: la recubre un plástico transparente, está la caja misma, el sobre de papel y finalmente el saquito. Todo esto para tomarnos un té en cinco minutos.
«Soy tan dueño de beber el contenido de una botella de agua como de preguntarme qué voy a hacer después con ella, plantearme lo que se llama el ciclo de vida», dice el abogado Enrique Cortés Funes, asesor de Desarrollo Institucional de la Fundación Ambiente y Recursos Naturales (www.farn.org.ar). «Tener un poco más de conciencia -agrega- tiene que ver con hacerme preguntas sencillas y actuar en consecuencia. Es como un ejercicio: en la medida en que nos vayamos informando y educando, al ir de compras tendremos la variable presente y el ejercicio irá creciendo. Lo ideal no es buscar culpables sino plantearte cuál es tu rol y qué podés hacer».
La gran pregunta es si la acción individual sirve de algo frente a estadísticas tan tremendistas. «Gandhi decía tus hábitos se convertirán en tu destino -continúa Cortés Funes-. Si bien los beneficios son colectivos, el proceso de cambio es estrictamente individual y personal. Implica el compromiso personal de reducir al máximo el impacto que genero sobre el ambiente en todos los ámbitos en los que me desenvuelvo y en todas las decisiones que tomo».
Como ejemplo, un dato manejado por la Asociación Patrimonio Natural, entidad que gestiona la Reserva del Pilar: los materiales aportados por los vecinos de la zona, separados en más de diez categorías y sometidos a reciclaje pasaron de 8000 kilos en 2008 a 15.000 en 2009 y a 20.000 en 2010.
Está claro: el cambio empieza por uno.
RESIDUOS = RECURSOS
* Con el PET -botellas plásticas de gaseosas y agua- se fabrica fibra de poliéster comúnmente llamada polar. En nuestro país, además, se lo usa para hacer cerdas de escobas, cepillos y escobillones, cortinas, etcétera.
* Los envases Tetra Brik están hechos de tres capas de plástico, una de aluminio y una de cartón, por lo que son ciento por ciento reciclables. Con ellos se hace madera tipo aglomerado o se recuperan los materiales primarios que lo constituyen.
* Los diarios, revistas, cartones y papeles blancos vuelven a las industrias y se transforman en nuevos cartones, en papel higiénico o en servilletas de papel.
* El vidrio y las latas tanto de hierro como de aluminio se transforman nuevamente en estos materiales.
* El aceite de cocina usado se usa para generar biodiésel. Si, por el contrario, se lo vierte en la red cloacal, contamina casi mil litros de agua por litro de aceite.
CONSEJOS
* Lavar y escurrir los envases para reciclar antes de llevarlos al contenedor.
* Aplastar y reducir el volumen de envases de Tetra Brik, latas y botellas plásticas para que entre más cantidad en cada contenedor.
* Con lo orgánico lo ideal es compostar y generar abono. Las composteras familiares, compradas o domésticas se pueden ubicar en el patio, terraza o balcón, ocupan muy poco espacio, y administradas correctamente no generan olor ni atraen insectos.
* Evitar el uso de bolsas plásticas. Se aceptan en cada compra por rutina desconociendo la cantidad de años que tardan en degradarse. Su reciclado es dificultoso. Llevar siempre una bolsa propia de compras en la cartera o tener varias en el auto.
* Analizar los envases e informarnos sobre cuáles se pueden reciclar y a dónde se pueden derivar.
* Optar por comprar recargas económicas en sachet en el caso de los productos de limpieza, champúes y acondicionadores.
* Contactar al recuperador del barrio o al centro verde más cercano para que pase a retirar bolsas con grandes volúmenes.
* Contactar a las escuelas que forman la Red de Escuelas Ecoeficientes para acercarles los materiales. Algunas de ellas incluso reciben botellas de plástico rellenas por todas las bolsas de plástico y envoltorios de golosinas o galletitas no capaces de ser reciclados. Las usan como ladrillos para ecoparedes.
* Buscar información en Internet y hacer cursos de reciclado. ARCA da capacitación al público dos veces al año.
A QUIEN RECURRIR
Según el Ministerio de Ambiente y Espacio Público de la ciudad de Buenos Aires, actualmente trabajan activamente en la recolección de residuos reciclables más de diez cooperativas. Con su formación se ha favorecido la organización de la actividad de los cartoneros y se jerarquizó el circuito de recuperación de materiales para nuevo uso. Una de las más conocidas es El Ceibo, que cuenta con 55 recuperadores urbanos encargados de la recolección de vidrios, cartones, plásticos o papeles de las casas y los comercios del barrio de Palermo desde 1997.
En la página del ministerio hay información de contacto de cada una de ellas y sus zonas de acción: www.buenosaires.gov.ar/areas/med_ambiente/higiene_urbana/reciclado_09/recuperadores_urbanos.php?menu_id=30500Plantas.
www.dondereciclo.org.ar es una página sencilla e interactiva que permite elegir qué tipo de residuos se quiere reciclar y ubicar los contenedores a donde llevarlos -ubicados en supermercados, escuelas, centros barriales, etcétera- por barrio o ciudad..
FUENTE: DIARIO LA NACION