Panicum virgatum, una planta resistente empleada para producir biocombustibles.Foto del NREL, EE.UU / Wikimedia Commons Panicum virgatum, una planta resistente empleada para producir biocombustibles.
El petróleo es una fuente de energía finita, cara y enormemente contaminante como hemos tratado ya en un artículo anterior -«Ener… ¿qué?»-. Es contaminante no sólo porque contiene azufre (responsable de la “lluvia ácida”); sino porque con su combustión, en forma de gasolinas y gasóleos, libera ingentes cantidades de CO2. Éste procede del carbono fósil (inerte) que estaba en el subsuelo en forma de macromoléculas de hidrocarburos.
Las reservas de petróleo van decreciendo año tras año (podéis ver el decrecimiento de reservas en la sección “Energy” de http://www.poodwaddle.com/worldclock.swf). Los grandes y rentables yacimientos se van agotando. El coste de explotación de los nuevos es sustancialmente superior debido a su explotación en aguas marinas profundas, a su localización en países inestables, o bien por la difícil exploración del rico suelo Ártico. Se acabaron aquellos años en los que el petróleo fluía en los acuíferos y el coste de obtención era inferior a los 3 dólares por barril al perforar, a poca profundidad, mucha arena y poca roca. Por otra parte, tan pronto como la reactivación económica sea un hecho, volveremos a ver los precios del petróleo de referencia claramente por encima de los 100 US$.
Nos espera un futuro en el que las ideas imaginativas en la administración de este preciado recurso serán de gran valor. Y todos, por desgracia, conocemos la relación entre el suministro de petróleo y la paz geopolítica.
A modo de sorprendente ejemplo, pretendo explicar un proyecto innovador: La obtención de biocombustible de algas cultivadas en reactores por parte de científicos españoles. Técnicos españoles de la empresa BFS (PDF) junto con profesores de las Universidades de Alicante y Valencia han conseguido lo que parecía imposible. Han estado durante años seleccionando aquellos 2.000 tipos de algas con alto contenido en aceites que, una vez tratados y refinados, producen biocombustibles (Video).
Estas algas crecen en medios acuáticos salinos (o no), siempre que tengan una temperatura cercana a los 25- 30ºC, abundante luz, y el suficiente nitrógeno, fósforo y CO2. La fotosíntesis permite la obtención de hidratos de carbono a partir de lo que para los humanos son «contaminantes». La idea que subyace es la de aprovechar la propia fotosíntesis de los vegetales para obtener productos energéticos y que globalmente haya un resultado de «nulo» incremento del nivel de CO2 atmosférico. (Recordemos que el CO2 y las cenizas de combustión producidas por las actividades humanas son unos de los mayores responsables del “calentamiento y del oscurecimiento global” del planeta. (Vídeo).
Las algas se caracterizan por su rápido crecimiento. Pueden llegar a multiplicar por 30 la producción de biomasa con respecto a otros cultivos terrestres en el mismo tiempo de desarrollo. El aprovechamiento de la rápida multiplicación celular de estas especies vegetales acuáticas permite obtener un rendimiento, mínimo, 200 veces superior al obtenido en la producción de otros aceites como el de colza o soja.
La idea, ya es un excelente proyecto que en el 2012 comercializará el innovador combustible ecológico para automóviles. Éstos no necesitan adaptación alguna en su motor para el uso habitual de la «biogasolina» obtenida. La rentabilidad de la producción de biocombustible aumenta a medida que el precio del barril de petróleo, el de verdad, sea superior a los 40 US $. Hoy, cuando escribo el artículo, el precio del petróleo tipo “West Texas” es superior a los 80US$ . (Véase la cotización actual). Y en este aspecto, el aumento del precio del “crudo” es inevitable por su notable escasez y la insuficiente reposición de reservas en forma de grandes y nuevos yacimientos.
Finalmente, tras extraer los aceites y refinarlos (mucho más fácilmente al no contener alquitrán), el residuo vegetal sólido obtenido es utilizable a modo de «biocarbón». Su poder calorífico es excelente, alrededor de las 5.700 Kcal /kg ( 23.850 KJ/Kg) (PDF). Esto es similar al carbón pero sin sus contaminantes orgánicos y derivados del azufre. El escenario ideal sería producir corriente eléctrica de origen térmico y desviar el CO2 producido a una planta de «biopetróleo» para favorecer, a la vez, el crecimiento y multiplicación de las algas.
El proyecto de BFS es de gran potencial estratégico. A modo de ejemplo teórico, si se destinaran 80 km2 al cultivo intensivo de estas algas se conseguiría la autosuficiencia energética de España. Una extensión algo mayor que la de Aragón permitiría obtener diariamente más barriles de “biopetróleo” que los que extrae hoy en el mundo (más de 95 millones diarios). Todo ello de forma recurrente e ilimitada y sin incrementar en lo más mínimo, la proporción de CO2 atmosférico (medido en ppm). A su vez, se generarían abundantes puestos de trabajo de alto valor añadido para biólogos, químicos, ingenieros y operarios de planta. El petróleo de verdad se podría dedicar a la producción de plásticos y productos complejos en lugar de quemarlo como gasolinas, queroseno y gasóleos.
Como conclusión: España será en el año 2012 el único país del mundo productor de un esperanzador “biopetróleo”.
No sólo deberemos habituarnos a ver las algas como excelentes alimentos marinos, o fuente de cosméticos; sino como una interesante y ecológica alternativa energética.
Creo que este verano las voy a mirar con bastante más “cariño”…
POR JOSEP MARTI FONT
FUENTE: LA VANGUARDIA/ESPAÑA