Mercados de carbono para rato, ni la crisis económica ni las incertidumbres sobre el futuro del Protocolo de Kioto han sido suficientes para tumbar el mercado de carbono como ya pasó en el 2007, cuando los precios cayeron más de la mitad.
A pesar de los lánguidos resultados de las negociaciones de Copenhague de diciembre pasado, hay un fuerte mercado de carbono esperándonos por delante. Como lo esbozó The Economist hace unas semanas, ni la crisis económica ni las incertidumbres sobre el futuro del Protocolo de Kioto han sido suficientes para tumbar el mercado de carbono como ya pasó en el 2007, cuando los precios cayeron más de la mitad.
Esta vez no ha ocurrido así, en parte porque el valor del carbono ya había anticipado el fracaso de Copenhague (algo que ya preveían los actores del mercado con posiciones importantes de mercado o con alguna suspicacia y buen olfato); y porque era obvio que el Congreso de Estados Unidos no avanzaría en la aprobación de ninguno de los proyectos de ley sobre carbono (cap’n trade) y energía sostenible, habida cuenta del enredo político de la administración Obama en relación con las reformas a la salud.
El precio del carbono, entonces, ha sufrido poco, y hay indicadores adicionales sobre el potencial de mercado para los años venideros. El primero de febrero Reuters reportó que 55 naciones del planeta, que generan el 78 por ciento de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), ya han establecido topes específicos de emisiones para el 2020.
Hace algún tiempo, la Unión Europea, a través de la Decisión 406/2009/EC se había comprometido a fijar metas de reducción de emisiones de GEI para el periodo 2013-2020. Estados Unidos y China, aunque tambaleándose -como niño chiquito- en su camino al establecimiento de metas de emisiones, ya han iniciado el proceso para adoptar una política doméstica para reducir las emisiones de GEI a niveles razonables.
Según los pronósticos, dependiendo del propósito de reducción de emisiones a adoptar por Europa para el 2020 (que estarán necesariamente entre el 20 y 30 por ciento de los niveles de 1990, y dentro del 60 y 80 por ciento para el 2050), el precio se ubicará entre 20 y ¿60 ($60.000 a $180.000) por tonelada reducida de dióxido de carbono equivalente (tCO2e).
Esto es plausible, considerando que la actual multa por incumplir los niveles máximos anuales de emisiones declarados por cada país de la Unión Europea, para cumplir con sus objetivos es de ¿100/tCO2e (unos $300.000).
Por otra parte, además de las metas obligatorias y los mercados regulados de carbono, se encuentra también el creciente mercado voluntario, jalonado por compañías privadas y entidades estatales o educativas comprometidas con própositos de responsabilidad social.
Demostrar compromiso ambiental en relación con el cambio climático y el futuro del planeta paga, y los beneficios se reflejan en términos de imagen, inversiones y ventas. Más aún, los mercados voluntarios se apoyan en recursos que son deducibles de impuestos.
El mercado europeo de carbono ya se extiende hasta el 2020, y su futuro no depende del Protocolo de Kioto. Los mercados voluntarios también se han establecido, y se han enfilado baterías en todas las empresas grandes del mundo para hacer frente a los mercados de reducciones de emisiones, para estar preparados para el futuro regulatorio que pueda restringir patrones de consumo y producción.
Se transan no ya millones si no billones de dólares en un mercado que es cada vez más grueso (thick) y líquido (118 billones de dólares en el 2008 de acuerdo con New Carbon Finance). Todo esto indica por qué hoy, en medio del proceso de recuperación económica, de las incertidumbres de Kioto y de la aprobación de leyes de carbono en el Congreso de E.U., se pueda hacer negocios de este y se generen ventas de reducciones de emisiones de gases de efecto invernadero hasta el 2020.
JUAN ANDRES LOPEZ SILVA Directivo de Optim Consult Colombia
Fuente: Portafolio Colombia