Pese a los resultados poco alentadores del año anterior, ACA vuelve a propiciar la siembra de la oleaginosa, con enormes posibilidades para el mercado del biodiesel.
La experiencia lanzada el año anterior para fomentar la siembra de colza en la zona no fue provechosa, porque algunas heladas tempranas y las escasísimas lluvias conspiraron contra los mejores propósitos. Pero la Asociación de Cooperativas Argentinas pone en marcha la segunda campaña consecutiva, dadas las posibilidades de un cultivo muy demandado en el orden internacional, dada su amplia utilización en el mercado de los biocombustibles.
No se trata –como se aclaró en la reunión celebrada anteayer en el auditorio de la Cámara Arbitral de Cereales– de sustituir a otro cultivo, sino de introducir una alternativa con perspectivas más que auspiciosas para los años venideros.
Inclusive, no debe olvidarse que, a partir del año 2010, entrarán en vigencia en la Argentina los nuevos cortes fijados por la recién promulgada ley de los biocombustibles, que contempla un 5 por ciento dentro de los productos convencionales.
Pese a que la campaña de 2006 fue magra en volumen, la calidad alcanzó las metas. Tanto es así que el comprador (Alemania) se mostró satisfecho y renovó el compromiso.
En definitiva, ACA volvió al ruedo y puso en marcha su nuevo desafío, procurando despertar el interés de los agricultores y ampliando la zona de siembra. El precio mínimo asegurado el año anterior fue mejorado.
Después de 30 años. La presentación del encuentro celebrado en Saavedra 636 estuvo a cargo del ingeniero Rubén Miranda, director del criadero Cabildo de ACA, quien recordó que hace tres décadas se observaban con curiosidad algunos cultivos experimentales de colza cerca de Bahía Blanca, sobre la ruta provincial 51: en el campo de la familia Muzi y luego en La Genoveva.
«Hoy, 30 años después, volvemos a hablar de la colza», reflexionó Miranda.
También hubo menciones a la tarea que, en su momento, realizaron los ingenieros Federico Mockel y Miguel Angel Cantamutto, quienes se encontraban entre la concurrencia.
Seguidamente, señaló que en un escenario energético global y frente a la progresiva merma de las existencias de los combustibles fósiles, se buscan fuentes energéticas alternativas.
«La ciencia no se detiene: busca y encuentra formas que solucionan los problemas que se le presentan a la humanidad», subrayó.
Miranda enumeró las diversas energías conocidas en el mundo: en cuanto a la nuclear, dijo que Chernobyl mostró que hay puntos frágiles y, por otra parte, es difícil resolver el destino de los desechos.
A la geotermal la consideró importante en volumen y respecto del hidrógeno dijo que es considerado el combustible del futuro. En cuanto a la hidráulica, citó experiencias en la Argentina, no todas positivas (Yaciretá); acerca de la eólica, expresó que crece lentamente en el país, aunque es costosa.
De la energía solar expresó que es, quizás, la más barata y accesible. Y concluyó con el empleo de vegetales como «gran alternativa», para producir etanol y biodiesel, de acelerado crecimiento en el mundo.
Miranda destacó, entre otros factores, los beneficios ambientales que generaría en las ciudades el funcionamiento de vehículos impulsados por biocombustibles.
Tras mencionar una extensa lista de cultivos apropiados para tal destino, dijo que la Argentina dispone de superficie como para expandirlos, siempre que se proteja el recurso suelo.
Admitió que en el plano interno sería difícil para los biocombustibles competir con el gasoil subsidiado, por lo cual el esfuerzo debería estar orientado a la exportación, dada la alta demanda del mercado mundial.
En cuanto a la colza, dijo que es una alternativa muy interesante entre los cultivos invernales, por su amplio período de siembra, factor atractivo en esta zona; su anticipación de cosecha respecto del trigo y por su genética en expansión.
«Claro que el éxito final dependerá de los precios y de la productividad», hizo notar.
El ingeniero Miranda volvió a poner énfasis en la sustentabilidad: «Si no mantenemos los suelos, cada vez tendremos menos cosechas. Hagámoslo en la forma más sustentable posible».
También expusieron el ingeniero Marcelo Pratdessus y el señor Rubén Valvecchia (ver aparte), así como representantes de semilleros privados.
EUROPA, UN ESCENARIO DE FUERTE DEMANDA
En la campaña 2006 promovida por ACA en la región, se sembraron poco más de 6.000 hectáreas de colza. Los rindes estuvieron por debajo de lo esperado. Factores meteorológicos incidieron para ello: heladas a poco de realizada la siembra y, luego, lluvias marcadamente escasas. En definitiva, se exportaron casi 5.000 toneladas.
El ingeniero Marcelo Pratdessus, del área de Productos Agrícolas de la entidad cooperativa, dijo en su charla que los rindes en el sudoeste bonaerense fueron de 800 a 900 kilogramos por hectárea; en el sudeste, de 1.200 a 1.300; en el centro (Olavarría y alrededores), de 1.200 a 1.400; en el noroeste, de 1.100 a 1.200, y en el norte (Pergamino y distritos lindantes), de 1.300 a 1.400.
En La Pampa, hubo lotes que directamente no fueron cosechados, dada la inviabilidad económica de hacerlo.
«A pesar de todo –dijo–, los compradores estuvieron satisfechos por la calidad recibida y redoblaron la apuesta, lo cual nos dio mayor fuerza para seguir adelante».
Recordó que conforme la Ley de Biocombustibles recién promulgada por el gobierno nacional, desde 2010 será obligatorio el corte del 5% en biodiesel y en etanol; en la Unión Europea, el índice es del 2 por ciento desde 2005, pero subirá al 5,75% en el año 2010.
Advirtió que, por lo general, se piensa sólo en la elaboración de biodiesel, pero también es significativo el consumo humano de aceite de colza, aunque en la Argentina es virtualmente desconocido. Además, tiene derivados muy requeridos para la alimentación animal, por su alto nivel proteico.
Estimó que la tendencia de los mercados es a una suba de los precios por la firma demanda internacional.
Lamentablemente, la Argentina no tiene todavía volúmenes suficientes como para tener una participación más activa en el ámbito externo. «Hay un desbalance entre oferta y demanda. El producto es muy requerido, pero muy poca oferta a disposición de los compradores», señaló Pratdessus.
Asimismo, dijo que la mayoría de los países productores son, a la vez, industrializadores y consumidores. El 15 por ciento de la producción mundial se exporta, o sea que los grandes productores, como Francia y Alemania, también tienen un elevado consumo interno.
«Mirando adelante, es fácil prever que esos y otros países van a demandar estos productos, tanto para alimentación humana como para producir el biodiesel; o sea que a la Argentina se le abre un panorama auspicioso», agregó.
En el mismo orden, destacó los cambios en el consumo humano porque países que están saliendo del subdesarrollo demandan productos de calidad, ya que el poder adquisitivo de la población ha crecido de manera llamativa.
«La Argentina va a seguir figurando como exportador neto, porque hoy tenemos un sobrante y contamos con la capacidad de producir y de exportar, al disponer de tierras para expandir el cultivo», sostuvo luego.
Ante las perspectivas mundiales, es preciso fomentar un cambio cultural en el productor, según dijo, porque productos como la colza tienen un futuro impredecible.
Reconoció que la colza «no es un cultivo bien visto en la zona», debido a que las experiencias previas no han sido satisfactorias. Pese a ello, ACA ha decidido insistir porque entiende que las posibilidades merecen ser aprovechadas.
«Tenemos que conocer las metas a corto plazo, con el objetivo de que la Argentina sea uno de los principales países exportadores de Sud América», subrayó.
Pratdessus repitió que Europa demanda no sólo grano, sino aceite. Y destacó que la legislación señala que el biocombustible debe tener un contenido de iodo de menos de 120 partes. «El único cultivo que responde a esa exigencia es la colza», puntualizó.
Por lo demás, el 80 por ciento del biodiesel europeo proviene de la colza.
«En los países europeos existe el hábito de consumir aceite de colza, a diferencia de lo que ocurre aquí. Inclusive, se lo utiliza en calefacción y en lubricantes», señaló.
NO SE TRATA DE REEMPLAZAR A OTRO CULTIVO
«El balance del año pasado no ha sido positivo, pero como se trata de un producto nuevo, queremos insistir en el proyecto, ante una extraordinaria demanda de los compradores del exterior», comentó Rubén Valvecchia, subjefe de Exportación de ACA.
Tras ratificar que los factores meteorológicos zonales, en 2007, no sólo perjudicaron al trigo sino también los cultivos de colza propiciados por la entidad, expresó que ésta no se ha desanimado. «Y esperamos que los agricultores tampoco», acotó.
El objetivo es armar un volumen importante de colza para completar dos bodegas; unas 15 o 16 mil toneladas, frente a las magras 5.000 cosechadas en la campaña pasada, dijo.
Valvecchia explicó que se dará un precio mínimo al productor. A partir de ahí, entrará a jugar un valor internacional en euros, que el agricultor podrá conocer a diario.
El año pasado, el programa de ACA arrancó con un piso de 200 dólares la tonelada; en esta oportunidad, se lo llevó a 225.
«Creemos que este año y el próximo habrá una alta demanda. Por lo tanto, suponemos que los valores superarán ese mínimo», vaticinó.
Aunque el acuerdo original es con Alemania, existen pedidos de otros países, donde el uso de la colza es fluido, pero, desafortunadamente, no se cuenta con cantidades importantes para responder a esos requerimientos.
Pese a lo acontecido en 2006, ACA dispuso ampliar la zona del operativo.
«El año pasado recibimos sólo en Necochea. No pudimos embarcar en Bahía porque ninguna terminal nos dio esa posibilidad, ya que es necesario mantener un lugar limpio en el elevador y los embarques no tienen continuidad todavía», informó.
Además de las cargas en Necochea, la idea es derivarlas también a Rosario, donde ACA tiene instalaciones propias.
«No debemos pensar que la colza viene a reemplazar a ningún otro cultivo. Es una alternativa más para el productor cuando debe tener tomar una decisión sobre lo que va a sembrar», concluyó.
VARIAS FUENTES
Entre las fuentes de energía utilizadas hoy en el mundo, el petróleo representa el 32 por ciento. Le siguen el carbón, con el 24; el gas natural, con el 21; la hidroelectricidad, con el 6; la nuclear, con el 5 y los biocombustibles, con el 12 por ciento. Pero este último rubro viene mostrando un «crecimiento explosivo», según las palabras del ingeniero Pratdessus.
ACEITE DE ALTA CALIDAD
La colza doble cero (Canola) es un cultivo de invierno. Su semilla es pequeña; contiene más de 40 por ciento de aceite, en tanto que la harina posee del 38 al 40 por ciento de proteína.
El aceite es considerado de alta calidad, ya que contiene bajos índices de ácidos grasos saturados y alto porcentaje de ácidos grasos no saturados, recomendados para las dietas alimenticias.
A diferencia de la mayoría de las oleaginosas, que se producen en época estival, la colza, por su ciclo de invierno-primavera, llega al mercado en otra época del año, sin superponerse con aquéllas.
Sus dos utilizaciones –aceite y biocombustible– ubican a la colza en un sitio privilegiado, con excelentes perspectivas comerciales, aunque en la Argentina todavía no ha alcanzado desarrollo suficiente.
Fuente: Diario La Nueva Provincia