La República Oriental del Uruguay depende en gran medida de fuentes energéticas externas, al menos hasta que se descubrieron unos yacimientos de gas y petróleo que podrían alimentar al país durante unos 100 años. De todos modos, podría tratar de incorporar una mayor carga de energías renovables, dado que no participa en el mercado de las energías no renovables.
Hay miles de empresas privadas en el mundo generando energía eléctrica. El rol fundamental del estado en ese segmento consiste en la aprobación de reglamentaciones y contratos muy prolijos que prevean los riesgos de incumplimiento, sostuvieron los ingenieros Jorge Martínez, director del Instituto de Ingeniería Química de la Facultad de Ingeniería de la UdelaR, y Álvaro Lamas, empresario del sector energético. A continuación un resumen de la entrevista con ECONOMIA & MERCADO.
-¿Cuáles son las características de nuestra matriz energética?
Álvaro Lamas-Nuestra matriz presenta diferencias considerables con el resto del mundo, sobre todo en cuanto energías renovables y no renovables. Uruguay tiene un consumo interesante de energías renovables que supera al promedio mundial porque ha debido recurrir desde siempre a una variedad de energéticos capaces de abastecer a la industria y a las familias en momentos de escasa disponibilidad.
Jorge Martínez-En el mundo, las energías no renovables provenientes de combustibles fósiles (gas, petróleo o carbón) representan el 90%, mientras que el 10% restante está compuesto por energías renovables (hídrica, solar, eólica, etc). Si se le resta la leña como energético, combustible cuyo uso está muy difundido en los países subdesarrollados, el consumo mundial de las renovables es de sólo 2%.
-¿Cómo está Uruguay posicionado al respecto?
JM-Las energías no renovables representan el 58% de nuestra matriz energética en base al consumo de petróleo y gas, y las renovables equivalen al 42%. Esta composición, sobre todo por el uso significativo de la leña (18%) y de la energía hidroeléctrica (25% incluyendo un 5% que es importada), distingue a Uruguay de la mayoría de los países del mundo.
En nuestro país, el consumo de biomasa, que no debe confundirse con la leña, es del 2% con respecto al consumo total de energéticos, lo cual es una cifra relevante.
-¿Cuáles son los principales demandantes de energía en Uruguay?
JM-El transporte es el principal demandante de energía con un 33% y, obviamente, consume nafta y gasoil. Le sigue el consumo residencial con un 28%, que utiliza electricidad, gas y leña. El tercer lugar está la industria con un 22%, siendo la leña el segundo energético más utilizado en este sector con un 24%.
-¿Cómo ha evolucionado el consumo de energéticos en las últimas décadas?
AL-En la década del setenta, cuando se produjo la primera crisis del petróleo, comenzó a incrementarse el uso de la leña y a reducirse el de los hidrocarburos a nivel industrial. Al bajar el precio del crudo a mediados de los años ochenta, se revirtió la tendencia del consumo de energéticos por un cierto tiempo; pero luego la leña volvió a tomar un impulso sostenido hasta el presente. El uso extendido de este combustible en Uruguay ha generado una industria muy original y de alta calidad que es la calderería.
JM-En este momento hay tres emprendimientos privados que van a generar energía eléctrica a partir del vapor resultante de quemar biomasa. Las calderas de dos de esos proyectos están siendo fabricadas en nuestro país por la metalúrgica Julio Berkes S.A. y por Turboflow Uruguay S.A., una empresa integrante del Grupo C.I.R. Esos son claros ejemplos de que cuando se desarrolla un sector productivo -en este caso, el de generación energética- comienzan a funcionar industrias vinculadas a esa actividad.
-¿No podría la industria nacional fabricar otros implementos relacionados con la generación de energía?
JM-Como existen datos objetivos de que Uruguay tiene un potencial eólico importante, se prevé la instalación de más de un parque eólico para generar energía eléctrica a partir del viento. Por consiguiente, sería interesante desarrollar una industria que fabricara autogeneradores eólicos, que hoy se tienen que importar y cuyo costo es muy elevado.
-¿Habría que descartar la instalación de nuevas industrias que sean altamente intensivas en el consumo de energía?
JM-Eso ocurrió hace unos años con un proyecto para instalar una planta de silicio en Soriano o Durazno. Seguramente, los futuros emprendimientos industriales deberán tener previsto su aprovisionamiento energético. Por ejemplo, las plantas de pasta de celulosa son actualmente un “mix” de empresa energética y pastera. Tienen la ventaja de que son superavitarias en energía. De lo contrario, serían económicamente inviables dada la incidencia de la electricidad en el costo del producto final. En cambio, la instalación de fábricas de papel en Uruguay es más dudosa porque presenta el inconveniente de que esas plantas son grandes consumidoras de energía.
-¿Hacia dónde debería apuntar la diversificación de nuestra matriz energética?
AL-Uruguay debe tratar de incorporar por razones económicas una mayor carga de energías renovables, dado que no participa en el mercado de energía no renovable. Frente a la oferta tecnológica existente hoy día, no parece demasiado difícil aumentar la actual participación del 42% que tienen las energías renovables en nuestro país.
-¿Por qué no es posible construir más represas hidroeléctricas que se basan en un recurso natural renovable?
JM-Si bien la generación hídrica ofrece energía mucho más barata, las posibilidades de este recurso están prácticamente agotadas en el territorio nacional. Sólo sería factible construir pequeños embalses que generarían muy poca energía eléctrica. Por tanto, quedan dos alternativas: incentivar la utilización de energías renovables sustentables o, dentro de las no renovables, retomar la discusión sobre la conveniencia o no de la energía nuclear.
-¿Cuál es la energía renovable no tradicional más económica en Uruguay?
AL-Hoy la biomasa resulta más económica ya que tanto la inversión en la instalación de una planta como el recurso no requieren capitales descomunales. Incluso, si se la compara con la energía eólica, también es más barata. Pese a que el viento es gratuito, el costo de los aerogeneradores es muy alto.
-¿Qué recursos renovables convendría desarrollar en Uruguay?
JM-La elección de los recursos de energía renovable debe ser estudiada detenidamente ya que cada alternativa tiene sus ventajas y desventajas. Entre los aspectos a tener en cuenta figura la denominada “seguridad energética” porque no se puede apostar demasiado a un solo recurso. Por ejemplo, la energía solar, que es un recurso que Uruguay debería desarrollar, puede presentar serios inconvenientes en caso de que se presenten varios días nublados en forma ininterrumpida. Lo mismo ocurre con un parque eólico que se vea afectado por un período prolongado de falta de viento. Estas fuentes energéticas necesitan respaldos energéticos de otro tipo, al igual que la energía hídrica requiere el apoyo de la generación térmica. Por lo tanto, nuestro país tiene que planificar cuidadosamente el desarrollo de sus energías renovables, como hoy lo hace todo el mundo.
-¿Qué opinan de la planificación energética oficial?
AL-El gobierno le está dando la importancia que merece al tema energético. Además, se están haciendo públicas diversas posiciones en la discusión de la situación energética, cosa que no había sucedido en el pasado, lo cual es mérito de la acción de esta administración pero también de la realidad actual en el mundo. Hemos visto algunas acciones emprendidas por la Dirección de Energía del MIEM que denotan preocupación por el desarrollo del sector, aunque todavía no se ha llegado a diseñar un programa de política energética ni a implementar proyectos concretos.
-¿Qué cambios se advierten en materia de política energética?
JM-Más allá del aporte cuantitativo de tres proyectos de generación de energía eléctrica, dos con biomasa y otro con viento, que no es importante en cantidad de megavatios, medidos en términos relativos, debe valorarse el cambio cualitativo de la actual situación. Se ha pasado de un monopolio público de generación eléctrica a la participación de agentes privados, aunque su aporte es pequeño comparado con el poder de generación que tiene instalado el ente estatal UTE.
AL-Este nuevo concepto de generación distribuida de energía eléctrica es una buena ruta a seguir. Esta tendencia, que se insinuó en el gobierno del Dr. Lacalle y no se pudo concretar por razones políticas; ahora se está plasmando en algunas acciones y en un cambio de mentalidad de los actores.
-¿Qué cantidad de energía podrían llegar a aportar los generadores privados de electricidad mediante proyectos de biomasa, eólicos, etc. en el mediano plazo?
JM-El director de UTE, Gerardo Rey, expresó en radio El Espectador que dos emprendimientos privados en Rivera y Tacuarembó van a generar a partir de desechos forestales 10 Mw cada uno el próximo año y un tercero en Treinta y Tres, que va a utilizar la cáscara de arroz para generar energía eléctrica, podrá suministrar otros 10 Mw. También hay adjudicaciones de dos parques eólicos que van a agregar 6 Mw. Hay que agregar la planta de Botnia, que tenía planificado inicialmente registrar un exceso de 30 Mw, y hoy genera un excedente de 50-60 Mw. Si se suma todo eso, alrededor de 100 Mw van a estar operativos en marzo de 2009, pero se podrían alcanzar niveles mucho más altos dentro de pocos años.
-¿De qué depende la instalación de nuevos proyectos privados de generación energética?
JM-Antes los aserraderos tenían que quemar a cielo abierto los residuos resultantes de su actividad, básicamente el aserrín y los “costaneros” de los troncos. Si bien no había ningún impedimento tecnológico para que los utilizaran en la generación de electricidad, el obstáculo radicaba en el precio que el ente eléctrico estatal estaba dispuesto a pagar por el Mwh. En la negociación, las cifras ofrecidas iban desde el costo de generación que tiene UTE por el Mwh hídrico, que es ínfimo pero no puede compararse con el de las energías alternativas, hasta lo que le cuesta al ente eléctrico generar energía con combustibles fósiles en sus plantas térmicas, que es muy elevado dado el precio del petróleo.
Cuando el año pasado se arbitró un precio promedio que hizo viable económicamente los emprendimientos privados, comenzaron a desarrollarse varios proyectos de energías renovables. En el mediano plazo se podría triplicar la actual capacidad de generación de los privados. Si se lograra una carga de 300 Mw, equivaldría al 20% de la generación eléctrica del sector público.
-¿Qué opinión les merece que una quinta parte del suministro de generación eléctrica del país dependa de proyectos privados que en un momento determinado pueden interrumpirse si la venta de energía no les resulta redituable?
AL-Si bien no se corre ese riesgo cuando la generación de energía está en manos del Estado, hay miles de empresas privadas en el mundo generando energía eléctrica con contratos muy estrictos para evitar que sus propietarios puedan suprimir o restringir el suministro. Además, cuanto más diversificada está la fuente de materia prima de esas plantas generadores de energía, más seguro y estable se vuelve el sistema eléctrico de un país.
JM-El rol fundamental del Estado en ese segmento consiste en la aprobación de reglamentaciones y contratos muy prolijos que prevean los riesgos. De ese modo, el Estado no es un generador de energía, sino un regulador de la generación de energía, un facilitador de contratos con los generadores privados y un supervisor de su cumplimiento.
-¿Cuánto puede crecer la economía uruguaya con la actual disponibilidad de recursos energéticos del país?
AL-Como la disponibilidad de energía en Uruguay se encuentra prácticamente en su límite inferior, el gobierno está recurriendo a la compra de energía en el exterior. Sin embargo, siempre existe cierta incertidumbre en cuanto a la regularidad del suministro, ya que nuestro país depende de la realidad energética de sus dos vecinos, que también es complicada. Por lo tanto, las posibilidades de crecimiento de la economía uruguaya se van a dar en la medida que los emprendimientos productivos se autoabastezcan de energía. Es decir que sólo serán viables los nuevos proyectos de cierta envergadura que incluyan la producción de energía en su planificación. De no ser así, habría que retacear el suministro de electricidad o de gas a las industrias existentes o a la red domiciliaria, lo cual no parece muy lógico.
-¿En qué medida está el crecimiento económico sostenible de un país vinculado con la disponibilidad de los recursos energéticos?
JM- La disponibilidad de energía es sin duda una restricción al crecimiento económico de cualquier nación. Uno de los parámetros clásicos que existen al respecto es que a mayor PIB per cápita, mayor es el consumo de energía de un país. No obstante, es más importante aún el uso eficiente de los recursos energéticos, ya sean fósiles como los derivados del petróleo o renovables como la energía hidroeléctrica.
-¿Cómo se podría mejorar la eficiencia en el uso de energía en Uruguay?
JM-Una posibilidad para incrementar la eficiencia del sistema es aumentar la oferta de fuentes de energía, pero simultáneamente racionalizar el consumo, lo cual permitiría alcanzar ahorros muy importantes. Si bien es fácil enunciar esta recomendación, resulta muy difícil llevarla a la práctica porque implica un cambio cultural, que generalmente insume mucho tiempo en cualquier sociedad. No se puede planificar bajo esa hipótesis en un horizonte de cinco o diez años. Se tienen que buscar otras alternativas para sostener el crecimiento de la economía uruguaya.
-¿Cómo se puede lograr una mayor participación de los agrocombustibles en la matriz energética?
AL-Hay dos acciones fundamentales. Una es contar con un marco jurídico claro, que lo proporciona la Ley de Agrocombustibles Nº 18.195 aprobada a fines de 2007. (N.del R: Los agrocombustibles comprendidos por esa normativa son el alcohol etílico carburante, que se utiliza en motores de combustión a nafta, y el biodiesel, derivado de aceites vegetales o grasas animales, que es utilizado para motores diesel. Las actividades de producción y exportación de ambos agrocombustibles están excluidas del monopolio de Ancap, aunque la venta al exterior requiere previa autorización de Ancap. Además, su producción está limitada al mercado externo, al autoconsumo, al abastecimiento de flotas cautivas o para su venta al ente energético estatal, que tendría el monopolio de su comercialización con destino al público en general).
La otra acción es una política comercial del Estado que pague precios razonables. Los agrocombustibles no tienen que ser la cenicienta del sector energético dado que son una alternativa válida. En la medida en que el Estado pueda incentivar económicamente -por ejemplo, mediante la vía impositiva- por un cierto período a las industrias que generan alcohol carburante y biodiesel, como lo hacen los programas de desarrollo en Brasil y otros países del mundo, van a surgir emprendimientos que contribuirán a que la matriz energética uruguaya se consolide en las energías renovables frente a las no renovables.
-¿Cuántas empresas están produciendo agrocombustibles en Uruguay?
AL-Hay unas media docena de empresas privadas, distribuidas en todo el país, que producen biodiesel. Su actual consumo por tractores, máquinas agroindustriales, automóviles, camionetas, etc. equivale al recorrido de siete millones de kilómetros por año hechos por un vehículo de 150 HP, que podría ser un pequeño camión. Esta experiencia es muy valiosa porque permite probar la aplicación de un recurso renovable, detectar las posible fallas y averiguar cómo mejorar su funcionamiento.
-Ha trascendido que Ancap va a ser abastecido de biodiesel por un solo proveedor. ¿Qué efectos tendría esa medida en la inversión del sector?
AL-Hasta ahora no conocemos ningún documento oficial en donde se mencione un acuerdo de esa naturaleza. Esperamos que Ancap emita un comunicado explicando su política en materia de aprovisionamiento de biodiesel y estableciendo si la provisión va a ser licitada públicamente o si se realizará a través de un convenio que esté por fuera de una licitación. Hasta ahora todo lo que sabemos son trascendidos que dicen que el insumo principal de ese biodiesel sería el girasol.
-¿Juega la mayor demanda de soja para producir biodiesel en contra de su disponibilidad para la alimentación de la gente y de los animales?
JM-Por una parte, cuando se destina soja para la producción de biodiesel, de cada tonelada de soja industrializada, más del 85% se convierte en una torta proteica que se destina a alimentación animal, que finalmente se transforma en alimento humano.
En cuanto a la disponibilidad de tierra para estos cultivos en competencia con otros cultivos destinados a la alimentación humana, las realidades son distintas en los países. En particular en el nuestro, que es importador de combustibles fósiles y tiene alrededor del 85% de su territorio apto para la agricultura, no se presenta esa oposición alimentos versus combustibles
Por Arnau Fuentes
Fuente: El País digital/Ecoperiódico