El cultivo de materias primas para la producción de biocombustibles es la segunda causa de deforestación en Latinoamérica.Foto: AFP
«Es la crónica de una hambruna anunciada», le dijo a Clarín.com el director de la Coalición Mundial por los Bosques.
Por: Leonardo Bachanian. De la Redacción de Clarín.com
El informe conjunto presentado por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) y la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), durante la Cumbre sobre Seguridad Alimentaria en Roma, describió que en el mundo «hay 862 millones de personas que sufren hambre y desnutrición, lo que recuerda la necesidad de invertir en la agricultura»; que «el precio de los alimentos subirá por lo menos 10 años más»; y que, sin embargo, dentro de una década «el 40% de los cultivos de maíz podrían ser destinados a la producción de energía». En ese contexto, el debate sobre la viabilidad de la producción de biocombustibles como recurso superador de la crisis del petróleo volvió a quedar expuesto: fue marcado como un factor que «contribuirá a la escalada de los precios» y que está lejos de ser la tierra prometida en la lucha contra el cambio climático.
También el Vaticano pidió que los países ricos «deberían reconsiderar la oportunidad de producir biocombustibles en el actual contexto de penuria de productos agrícolas». Es que la producción de biodiesel aumentará desde 11.000 millones de litros anuales del año pasado a cerca de 24.000 millones de litros en 2017. Hasta Luiz Inacio Lula da Silva, presidente de Brasil, principal productor mundial de etanol a base de caña azúcar, mantiene una ofensiva diplomática para defender su uso y aseguró que «la de los biocombustibles es una guerra» que su país ganará.
Mientras en Roma se iniciaba la Cumbre, en Bonn, Alemania, culminaba la Novena Conferencia de las Partes, el órgano máximo de la Convención sobre Diversidad Biológica (CDB) de la ONU, donde, por primera vez, los representantes de 189 países debatieron la pugna que en varias regiones enfrenta la protección de la biodiversidad con la tala indiscriminada de bosques y selvas «para destinar esos terrenos al cultivo incontrolado de materias primas para la producción de biocombustibles».
En Bonn, la Coalición Mundial por los Bosques (CMB) presentó un documento que sostiene que el cultivo de materias primas para la producción de biocarburantes es la segunda causa de deforestación en Latinoamérica. » No se trata de promover el desarrollo , sino de aprovechar la coyuntura de la misma forma en que siempre se han explotado las oportunidades comerciales», le dijo el director de la CMB, Miguel Lovera, a Clarín.com. Y enfatizó que «lo que se está viendo es la crónica de una hambruna anunciada. Vamos hacia situaciones delicadas y peligrosas para mucha gente. La seguridad alimentaria de millones de personas está amenazada por esta estrategia».
-¿Lo que propició la carrera por los biocombustibles fue el debate por el cambio climático o la escasez de petróleo?
Existe un transfondo de escasez de petróleo, de inseguridad en la capacidad de satisfacer la demanda, pero, más que nada, existe una gran capacidad de especulación. Los inversores y los gobiernos de la Unión Europea y los Estados Unidos quieren reemplazar el petróleo y no la matriz energética. No se plantean disminuir el consumo de energía, se plantean reemplazar los combustibles fósiles por otros de origen agrícola.
-¿Por qué considera alarmante la situación en Latinoamérica?
Porque existe una promoción muy enfática de todas las supuestas bondades de los biocombustibles, y eso está siendo acompañado por un auge de la inversión en deforestación. La producción agrícola convencional se está duplicando o encontrando la justificación económica para duplicarse a corto plazo, como en Paraguay o en Bolivia. Ni hablar en Brasil, donde la meta es aumentar entre 10 y 12 veces la producción de caña de azúcar.
-¿Cuáles son las «supuestas bondades» de los biocombustibles?
Desde el punto de vista climático lo que se proclama es que las emisiones de gases de efecto invernadero disminuyen alrededor del 30 por ciento. Pero eso es sólo considerando una parte del ciclo: si se incluye todo el ciclo de vida de los biocombustibles, cultivo, producción y transporte, las emisiones netas son mayores que las producidas por la combustión de la nafta o del gasoil. Desde el momento en que se toma la decisión de ampliar la frontera agrícola se producen emisiones.
-¿De qué manera?
La aplicación de fertilizantes nitrogenados aumenta las emisiones de óxido nitroso que, como gas de efecto invernadero, es mucho más efectivo que el anhídrido carbónico. También el aumento del uso de agro químicos, sobre todo en la producción de soja, es una combinación funesta de tecnología de la revolución verde con la tecnología transgénica. La aplicación de herbicidas resistentes al glifosato, como ocurre en todas las variedades de soja transgénica que se cultivan en la Argentina, Paraguay y Brasil, tienen un impacto tremendo.
-Dentro de una década, dijo la FAO, «el 40% de los cultivos de maíz podrían ser destinados a la producción de energía», pese a que pasan hambre 862 millones de personas. ¿Hacia dónde se está yendo?
Es la crónica de una hambruna anunciada. Vamos hacia situaciones delicadas y peligrosas para mucha gente. La seguridad alimentaria de millones de personas está amenazada por esta estrategia.
-¿No es contradictorio que el uso de los biocombustibles permita reducir las cuotas de emisiones de los países industrializados, pero dispare las de las naciones en vías en desarrollo?
Es lo que va a suceder. Los europeos dicen que cumplirán los compromisos de reducción de emisiones que prevé el Protocolo de Kyoto, pero lo harán a costa de las emisiones de los países de América del Sur. Es exactamente lo que ocurre con toda la industria sucia, un esquema delictivo que pasa la producción sucia de un país desarrollado y rico a un país pobre. Y más contradictorio es que se deforesten bosques y selvas, que son los que pueden contrarrestar de manera natural el efecto invernadero, con el argumento producir energía que reduzca las emisiones contaminantes.
Fuente: Clarín