El grupo de investigación de Ingeniería Metabólica de la Universidad de Salamanca diseña cepas del hongo ‘Ashbya gossypii’ que produce gran cantidad de aceite que también puede servir para la producción de biodiésel.
José Pichel Andrés/DICYT La Universidad de Salamanca ha logrado una patente internacional gracias al diseño de cepas del hongo Ashbya gossypii que pueden acumular grandes cantidades de aceite, a partir de la que se puede lograr de forma muy económica ácidos grasos omega-3, un producto muy valioso para la industria alimentaria. Este trabajo del equipo de Ingeniería Metabólica de la institución académica salmantina aparece como artículo destacado en la revista AEM de la American Society for Microbiology.
“El hongo Ashbya gossypii fue elegido por la Unión Europea como el mejor ejemplo que existe de biotecnología industrial o biotecnología blanca, que consiste en utilizar microorganismos para la producción de compuestos que hasta ahora se obtenían por síntesis química y en su mayor parte utilizando derivados del petróleo”, explica a DiCYT el catedrático de Genética José Luis Revuelta, que lidera esta investigación, desarrollada también por los investigadores Rodrigo Ledesma-Amaro, María Ángeles Santos y Alberto Jiménez.
Por el contrario, la biotecnología utiliza estos organismos que, partiendo de azúcares y otros compuestos renovables, consigue los mismos productos, como plásticos o biodiésel, pero también compuestos de la industria alimentaria, que es el principal objetivo del laboratorio de José Luis Revuelta.
La alternativa a la transformación de derivados del petróleo por procesos químicos es utilizar microorganismos. El grupo de Ingeniería Metabólica de la Universidad de Salamanca había observado que el hongo Ashbya gossypii era capaz de acumular aceites en una gran cantidad. “En el laboratorio tenemos un modelo computacional del hongo con el cual somos capaces de redirigir su metabolismo hacia determinados productos. En este caso, lo hemos redirigido a la acumulación de grandes cantidades de aceite que después puede ser convertido en ácidos omega-3”, afirma el experto.
La cepa acumulaba ciertas cantidades de aceite, pero utilizando la ingeniería metabólica, que consiste en modificar enzimas y genes, los científicos han logrado que el hongo realmente sea un “paquete de aceite”, describe gráficamente José Luis Revuelta.
De esta forma, la industria alimentaria no dependería de la compra de aceites vegetales caros, sino que podría cultivar el hongo en fermentadores utilizando fuentes de carbono para que crezca el hongo, un procedimiento muy económico, y conseguir productos como el omega-3.
Los resultados de este proyecto pueden ser vendidos a distintas industrias interesadas en la obtención de omega-3, ácidos grasos muy beneficiosos para la salud, especialmente, en la prevención de problemas cardiovasculares.
La industria alimentaria está muy interesada, pero la única fuente comercial de omega-3 son los aceites de pescado. Muchos pescados no se utilizan para alimentación, de manera que esta materia prima es barata, pero hay que aislar los ácidos omega-3 que contiene y la extracción química y mecánica es costosa y el producto tiene sabor a pescado que no es aceptado por los consumidores, de manera que se somete a un proceso de purificación muy costoso.
Además, en el futuro también podría lograrse por el mismo procedimiento otros productos muy distintos, como biodiésel, plásticos, lubricantes y otros derivados químicos. En cualquier caso, la primera etapa sería la misma y pasaría por la utilización de estas cepas del hongo.
Antecedentes
Los derechos de la patente ya están transferidos, de manera que los resultados de esta investigación se van a convertir en una aplicación real y no es la primera vez que lo consigue el grupo de José Luis Revuelta. “Con este hongo desarrollamos cepas que producían la vitamina B2 o riboflavina, que es utilizada por la industria reemplazando procesos de síntesis química”, recuerda.
Las fábricas cambiaron los procesos de síntesis química por un nuevo procedimiento, basado en técnicas de fermentación con este microorganismo para la producción de riboflavina con Ashbya gossypii. Hoy en día, se producen 10.000 toneladas métricas con este hongo, principalmente en Corea del Sur gracias al trabajo previo de este laboratorio de la Universidad de Salamanca en colaboración con la empresa BASF, con la que trabaja estrechamente el grupo desde hace 25 años. De hecho, una treintena de patentes cubren todo el proceso de producción de riboflavina.
FUENTE: DICYT