En las últimas semanas se ha especulado mucho sobre la posibilidad de que el impulso de los biocarburantes sea el culpable de la fuerte subida de los precios de las materias primas agrícolas. Pero la realidad es que tan sólo algunos productos se utilizan en la producción de biocombustibles, como el maíz y la soja.
En estos casos, la influencia en los precios es manifiesta. El 60% del consumo mundial de maíz en 2007 se atribuye a la industria de etanol en EE UU, según datos del Fondo Monetario Internacional y del Departamento de Agricultura de EE UU. Ocurre igual con la soja, principal materia prima para la producción de biodiésel. En este caso, esta industria en Europa y EE UU sería responsable del 50% de su consumo mundial en 2007.
Esta tendencia puede seguir, pues se espera que la industria de etanol de EE UU siga consumiendo en los próximos años más del 20% de su cosecha doméstica, frente al 5% de principios de esta década.
Sin embargo, productos como el arroz, el algodón o la leche también se han incrementado mucho en los últimos dos años, y esta tendencia no tiene nada que ver con el biocarburante. Es decir, incluso en ausencia de la producción de biocombustibles, entendemos que la demanda de materias primas agrícolas hubiera subido como consecuencia del imparable aumento de la población mundial, y de la mejora de la renta per cápita y el crecimiento del consumo en los países en desarrollo. Esta creciente demanda choca con una oferta cada vez más limitada en extensión de tierra cultivable y disponibilidad de agua, con una mayor frecuencia en el número de riadas.
El caso de China ilustra esta tendencia. Junto con EE UU, domina la producción de materias primas agrícolas, pero con una diferencia: EE UU es uno de los dos mayores exportadores de estos productos, mientras que China es cada vez más importador. Produce grandes cantidades, pero necesita importar para alimentar a su población. Esto se debe a la mejora de los estándares de vida y a la mejora en la dieta proteica. Y aún queda margen de mejora. Sólo un ejemplo: un chino consume de media 60 kilos de carne al año, tan sólo un 20% de lo que consume un norteamericano. Este proceso es paralelo a una continua pérdida de superficie cultivable por habitante. Además, no olvidemos que China es hoy el líder mundial en producción textil… y es el mayor importador mundial de algodón.
La tendencia es extrapolable a otros países. Según las previsiones de las Naciones Unidas, la población mundial aumentará desde 6.700 millones de personas hoy a 9.200 millones en 2050. Este crecimiento se producirá en los países en vías de desarrollo, con China y la India contribuyendo con un 4% y un 10%, respectivamente.
Por otro lado, al poner la actual tendencia de aumento de precios de las materias primas agrícolas en contexto histórico, vemos que aún hay margen para futuras subidas. Los últimos incrementos están por debajo de los máximos vividos desde 1970. Recurrimos una vez más a los ejemplos: el precio del trigo ha subido un 218% en 24 meses, pero el máximo incremento desde 1970 ha sido de un 353% en 39 meses; el maíz ha subido un 150% en 24 meses, por debajo del máximo del 237% en 41 meses.
Por ello, y pese a las subidas acumuladas, creemos que la tendencia al alza de los precios agrícolas va a seguir como consecuencia de la fuerte demanda de los países en vías de desarrollo, de la disminución de suelo cultivable y de las restricciones de agua. La producción de biocarburantes no justifica esta tendencia, pero la acentúa, sobre todo en el caso del maíz y la soja. –
Michael Lewis es analista jefe de materias primas en Deutsche Bank.
Javier Salgado Leirado
Fuente: Diario El Pais-España