La Argentina fue entre el 2009 y el 2012 el primer abastecedor de biodiésel de Europa. Y hoy Europa está frenando las ventas argentinas como una nueva medida proteccionista, como es la imposición de derechos antidumping de importación de biodiésel argentino en niveles tan elevados. El resultado concreto es la pérdida de un mercado de US$1.000 millones. Pero el daño no termina ahí: el biodiésel se hace con aceite de soja, por lo que la Argentina tendrá más aceite para vender al mundo, lo que producirá una baja en sus precios. Es decir, un serio problema para todo el país.

Estos derechos antidumping se basan en que el mercado de la soja en la Argentina está intervenido por el Estado, pero esto es un cálculo artificial, sin justificación y con el único objetivo de cerrar el mercado europeo.

La Cancillería y la industria están trabajando juntos para defender a la industria del biodiésel. Las medidas antidumping serán puestas en vigor a fines del mes de noviembre, por lo tanto se espera que el Gobierno acuda a la Organización Mundial del Comercio (OMC) con el objetivo de dirimir el caso. El proceso en la OMC es largo, demanda no menos de dos años, pero es el órgano natural para resolver conflictos comerciales de estas características. En este caso, la Argentina tiene argumentos suficientes para derribar esa medida antidumping, que fue artificialmente fabricada por la Comisión Europea para defender a empresarios europeos, que invirtieron (vía créditos muy blandos) en plantas de biodiésel de escala pequeña, alejadas de las refinerías y de las materias primas, que son muy costosas. En Europa no hay soja y la colza es más cara. En la práctica, los beneficios no serán para esas plantas, sino para las grandes empresas europeas, que ya son eficientes y verán incrementar sus ganancias. Los perdedores serán los consumidores europeos, que pagaran más caro el diésel de sus autos.

Por Gustavo Idigoras Director De La Consultora Bim

Fuente: Diario Clarín