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Argentina es la primera exportadora mundial de harina y aceite de la oleaginosa pero cae la superficie y el rendimiento por hectárea registra promedio nacionales estancados.
La siembra directa, el mejoramiento genético y el manejo agronómico con tecnología de insumos ha resultado clave para el desarrollo de la soja en Argentina. (foto: TN Campo)
La soja es el cultivo que más superficie ocupa y el que mayor cantidad de divisas le aporta a Argentina a través de la exportación de sus granos y subproductos. Sin embargo, desde hace algunos años pierde posiciones en la distribución del área agrícola nacional, a medida que se consolidan transformaciones en la estructura productiva.
Desde su consolidación en la década del ‘70 –antes era prácticamente una curiosidad botánica- se expandió particularmente a partir de los ‘90 de la mano del mejoramiento genético y del sistema de siembra directa.
En los últimos veinte años su superficie aumentó un 60%, alcanzando un máximo de 20,5 millones de hectáreas (M ha) en 2015-2016. No obstante, a partir de allí, comenzó a perder terreno y según la Bolsa de Cereales de Buenos Aires (BCBA) esta campaña se proyecta como la de menor área de la oleaginosa en 15 años, con alrededor de 16,5 millones de hectáreas, un 2,4% menos que la anterior (16,9 M ha) y un 4,5% menos que el promedio de los últimos cinco años (17,28 M ha). Luego de muchos años de expansión incesante, ahora es el único cultivo, entre los 6 principales, que decrece.
El pico de siembra y producción de soja en la Argentina fue en la campaña 2015-2016, con más de 20 millones de hectáreas y 60 millones de toneladas.
El pico de siembra y producción de soja en la Argentina fue en la campaña 2015-2016, con más de 20 millones de hectáreas y 60 millones de toneladas.
El retroceso de área se debe fundamentalmente a la pérdida de competitividad relativa de la soja frente a otros cultivos, principalmente respecto del maíz, por mayor carga de derechos de exportación y menores márgenes de rentabilidad.
Este año, además, el pronóstico de escasez de lluvias durante la implantación y la etapa crítica para la definición del rendimiento de la oleaginosa hace que la balanza se incline aún más por el maíz, que ofrece mayor estabilidad, la posibilidad de diferir las siembras y de obtener mejores resultados. Por caso, para 2022 se estima -por primera vez ya desde el inicio de la campaña- que la producción del cereal superará a la de soja.
De acuerdo con el relevamiento de la BCBA, en el norte de la región agrícola la recuperación del área de girasol y trigo, sumada a la expansión de maíz y sorgo, desplazarán a la soja de primera. De esta manera, con una contracción del 6,5%, en 2021-2022 la superficie total de soja representará el 65% en esa región, cuando en 2015-2016 alcanzaba el 82,3%.
La mayor superficie histórica de planteos de segunda
Por otra parte, la entidad proyecta un crecimiento interanual del 7,3% de la soja de segunda (la que se siembra luego de un cultivo de invierno) en el centro y norte del país, como consecuencia del incremento del área de trigo, que la llevaría a ocupar 5,78 millones de hectáreas, la cifra más alta hasta el momento, siempre que las condiciones climáticas lo permitan.
Proyecciones de siembra y producción de los 6 principales cultivos de la Argentina. (BCBA).
Los rendimientos del cultivo también muestran signos de estancamiento. De acuerdo con Prosoja, entre 1985 y 2015 el rinde promedio aumentó a razón de 26 kg/ha/año, pero luego se paralizó. En los últimos 10 años, comparativamente, el rendimiento de maíz creció al 2,45% anual mientras que la soja lo hizo al 1,85%.
Sin embargo, desde la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) observan una tendencia de recuperación de la producción con un rendimiento a 10 años de 3,89 tn/ha., en función de mejores opciones tecnológicas, en semillas, insumos para la protección de cultivos, como también en maquinaria y servicios para un mejor manejo agronómicos, que ya están disponibles y cuyo aprovechamiento se incrementará progresivamente.
A pesar de la reducción de superficie y del pronóstico de ocurrencia de un fenómeno climático Niña moderado que provocaría menores lluvias durante la primavera y el verano, la producción de soja ascendería a 44 millones de toneladas, 900 mil más que el año anterior. Vale recordar que la máxima cosecha del cultivo se logró en 2014-2015 con casi 61,4 millones de toneladas.
Entre el liderazgo en harinas y aceites y la capacidad ociosa
Con un stock inicial de 8,14 millones de toneladas e importaciones por 5 millones de toneladas, la producción estimada para esta campaña llevaría la oferta total a 57,14 en la próxima campaña. De ese total, 41 M tn se destinarán a molienda, 5,75 M tn se exportarán y 4,44 M tn tendrán otros usos, quedando un remanente de 5,95 M tn.
Así, en 2021-2022 la cadena de la soja aportaría USD 21.112 millones por exportaciones, encabezando la lista de los principales cultivos, aunque eso representa un retroceso de 15 puntos porcentuales de participación en el Producto Bruto Agrícola respecto de la campaña 2015-2016.
Argentina es la primera exportadora de harina y aceite de soja del mundo contando con una importante capacidad instalada y gran escala productiva en sus plantas industrializadoras. De acuerdo con la BCR el 80% de lo que se recauda en el país por derechos de exportación de productos de origen agropecuario lo aporta la oleaginosa. Pero la capacidad ociosa en la industria viene creciendo en los últimos años y en 2020 llegó al 43%. Para sostener una capacidad de molienda local de más de 60 M tn en 30 empresas ubicadas principalmente en el Gran Rosario, se recurre a la importación de poroto desde Paraguay, Brasil o Bolivia. Esto también se utiliza para mejorar la deficitaria calidad de proteína de la soja nacional.
Argentina alcanzó el máximo de participación en el crushing global en 2006-2007 con el 17,2 % y a partir de allí empezó a descender, fundamentalmente porque China incrementó significativamente el procesamiento interno. China, Brasil, EE.UU y Argentina, en ese orden, son los principales países industrializadores, teniendo nuestro país el mayor saldo exportable. La BCR estima que en el período 2020-2021 se venderán al exterior 5,4 M tn de aceite de soja y 28,8 M tn de harina, que representan el 47% y el 41% del mercado mundial, respectivamente. En tanto, para la campaña que viene prevé una producción de aceite de 7,5 M tn y una exportación de 5,5 M tn, mientras que se obtendrían 29,1 M tn de harina de soja de las que 26,2 M tn se destinarían a mercados externos. En tanto, para la fabricación de biodiesel se usaría solo 1,9 M tn aunque la capacidad productiva es de casi 3,9 M tn al año.
En la actualidad, la demanda global de granos y derivados es sostenida y los precios se mantienen en niveles históricamente altos, arrojando buenos márgenes para toda la cadena a pesar del aumento en el costo de los insumos.
Aporte de las cadenas agrícolas a la economía argentina. (BCBA)
En este escenario, el complejo sojero tiene aún mucho más para ofrecer. Argentina cuenta con tierras de muy buena aptitud, agricultores de punta, maquinaria y tecnología avanzada, una industria de gran escala, puertos de alta eficiencia y la fortaleza de la hidrovía Paraná-Paraguay como para aumentar la producción de manera sustentable, generar valor agregado y salir a conquistar los mercados internacionales. Del otro lado, la elevada presión impositiva y derechos de exportación, la brecha cambiaria, la incertidumbre respecto de las reglas de juego locales, la falta de una matriz multimodal de transporte y las barreras pararancelarias relacionadas con exigencias de mayor trazabilidad, desincentivan la producción de soja y reducen su competitividad. En este tira y afloja que lo conduce a perder terreno desde hace varios años pugna hoy el cultivo que más superficie ocupa y más divisas aporta al país. Vaya paradoja en una Argentina donde casi la mitad de su población vive en la pobreza.
Por Kitty Vaquero
FUENTE: TN CAMPO