biocombustibles

El biodiésel argentino no es la única víctima del cierre europeo

Esta semana Europa le cerró definitivamente las puertas al biodiésel argentino. Un cliente que se llevaba el 90% de las exportaciones. A modo de candado, los europeos aplicarán a las exportaciones de nuestro país un derecho antidumping de 340 dólares por tonelada, equivalente a un arancel que va del 22% al 25%. Pasará a la historia entonces un negocio de 1800 millones de dólares, los 1,5 millones de toneladas que se exportaron el año pasado y hasta las menguadas 500.000 toneladas de este año que sufrieron la aplicación de aranceles provisorios del 10% mientras se esperaba el fallo que se acaba de anunciar. «No se va a poder exportar ni un litro», grafica Luis Zubizarreta, presidente de la Cámara Argentina de Biocombustibles (Carbio).

Si bien la medida no fue aplicada formalmente -por ahora es sólo una recomendación de la Dirección de Comercio a la junta directiva de la Comisión Europea-, es muy poco probable que se revierta. Y por más que la Argentina efectuará un reclamo ante la Organización Mundial de Comercio (OMC), el tiempo que insumirá el proceso será proporcional al daño ocasionado.

Con esta decisión se abre un serio interrogante no sólo para los biocombustibles, sino para todo el complejo sojero. Vale tener en cuenta que la Argentina participa del 50% del volumen comercializado de aceite de soja a nivel mundial y por lo tanto es formadora de precios. Cualquier sobreoferta del aceite que no pueda ser transformado en biodiésel impactará en una baja de los precios que más temprano que tarde incidirá en la formación de los valores del grano de soja. Se trata de 1,5 millones de toneladas de aceite que antes se convertían en biodiésel y exportaban a Europa y que ahora tienen un destino incierto. Un volumen inquietante si se tiene en cuenta que en 2012 se exportaron 3,7 millones de toneladas de aceite y alrededor de 5 millones de toneladas se terminarán de exportar este año.

Mientras tanto el golpe lo están asimilando las once grandes exportadoras agrupadas en Carbio, entre ellas, Cargill, Bunge, Noble o Louis Dreyfuss. La apuesta final de estas empresas por el biodiésel, que llevaron a la Argentina al liderazgo de las exportaciones mundiales, nunca terminó de convalidarse: invirtieron más de 500 millones de dólares en el cordón industrial portuario de Rosario para llegar a producir 3,5 millones de toneladas de biocombustibles.

En la cocción del veredicto europeo, después de más de un año de investigación antidumping y antisubsidios al biodiésel argentino, influyeron dos factores clave. El más decisivo fue el lobby de los productores de biodiésel agrupados en la European Biodiesel Board (EBB). Éstos se caracterizan por su falta de competitividad, como resultado de una política de promoción que logró sembrar Europa de pequeñas plantas de biocombustibles con muy poca lógica económica, sin escala y lejos de los puertos y de las plantas de aceite, que siempre se sintieron amenazados por las exportaciones argentinas. Y en segundo lugar la mala relación diplomática y comercial con los países europeos.

Ahora, cuando existe la certeza DE que a Europa no entrará un litro de biodiésel argentino por un buen tiempo, se espera una movida del gobierno, en particular de la Unidad Ejecutiva Interdisciplinaria, para aumentar la demanda del mercado interno.

Que el biodiésel sea más barato que el gasoil importado no sacó al equipo económico de su posición antibiocombustibles. Quizá se vean obligados a cambiar cuando observen el inevitable costo que se pagará en mano de obra, inversiones e ingresos de divisas, cuando el impacto sobre los biocombustibles se traslade a todo el complejo sojero.

Por Félix Sammartino | LA NACION

Fuente: DIARIO LA NACION SUPLEMENTO CAMPO

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