El avance de la tecnología, la demanda y las inversiones es explosivo. El bioetanol es muy rentable, mientras que el biodiesel aun requiere subsidios. En Argentina hay inversiones, pero son incipientes con relación al potencial. En biomasa, el país es líder en cuanto a recursos.
La industria de biocombustibles está en una explosión de innovación incesante y es la que crece más rápido en el mundo, mucho más que las telecomunicaciones, la electrónica, la informática». Quién afirma esto es Martín Fraguío, profesor de Agronegocios de la UCA y director ejecutivo de Maizar. Hace poco representó a la Argentina en el Foro de Biocombustibles Agrícolas, organizado por el gobierno de Estados Unidos, donde estuvieron técnicos e investigadores de 44 países.
Allí llegó a la conclusión de que estamos ante un cambio de paradigma desde un sistema energético mundial basado en los combustibles fósiles a otro mucho más atento a los recursos renovables y su uso eficiente.
En el caso de los biocombustibles, «el cultivo que está creciendo más rápido hoy en el mundo es la caña de azúcar -informa Fraguío-, motivado enteramente por la demanda para la producción de etanol, que a su vez se destina a sustituir la nafta. Todos los países de Africa, Asia y América que tienen producción de azúcar la están ampliando en gran escala a tal fin».
Estados Unidos por su parte, está trabajando fuerte para la producción de etanol en base a maíz. «Su industria de etanol es la más grande del mundo y el volumen de maíz que utiliza es muy grande. Esta tecnología sigue avanzando a grandes pasos y se pliegan a ella países de Europa, Asia e inclusive africanos».
Hay pues una enorme expansión de la producción de etanol en el mundo y lo destacable es que todos los proyectos son rentables. «Los bajos costos de producción hacen que la rentabilidad de las plantas de etanol sea muy alta y el período de repago de las inversiones muy corto», afirma.
«No hay subsidios en esta industria y sí fondos muy abundantes interesados en invertir. Un actor muy importante en el financiamiento de esto es el BID, que tiene una prioridad en el desarrollo de fuentes renovables. Y en el caso de las plantas de etanol, cumplen dos finalidades energéticas: generación de electricidad por un lado y sustitución de naftas por otro».
BIODIESEL: UN CASO DISTINTO
El biodiesel tiene un gran desarrollo en Europa, especialmente en Alemania -que reúne el 70% del total de la producción europea- sobre la base del cultivo de colza y con un nivel de subsidios y de apoyo estatal muy grande.
«En los países en que se está desarrollando, la rentabilidad del biodiesel es muy baja o negativa -advierte Fraguío-, salvo el caso de Malasia, que utiliza aceite de palma que tiene un precio relativamente bajo. En general, el problema es que un litro de aceite vegetal vale más que uno de gasoil y de cada litro de aceite se obtiene uno de biodiesel. Entonces, para sustituir se necesita un sistema que asegure la rentabilidad. Por eso el crecimiento del biodiesel es rápido, pero no tanto como el etanol. De todas maneras daría la impresión de que va a ir haciéndose más competitivo sobre la base de otros cultivos, como la palma africana, de la que se obtiene mucha producción por hectárea. En Brasil, China y la India se está trabajando con aceites que no son comestibles, sino que son tóxicos y en base a ellos se podría generar una industria de biocombustibles más rentable».
Un factor determinante de la rentabilidad de un tipo de biocombustible, es la productividad por hectárea. «En el caso del cultivo de soja -que nosotros conocemos bien- una hectárea rinde 4.000 kilos de soja, que se van a transformar entre 400 y 800 litros de aceite, que a su vez van a dar lugar a la misma cantidad de biodiesel por hectárea. Pero la industria brasileña de etanol, está produciendo alrededor de 3.700 litros de etanol por hectárea de promedio en toda la industria. Y cuando una hectárea de caña de azúcar, moderna, va sólo a etanol, produce 7.000 litros por hectárea. En Estados Unidos, una hectárea de maíz, está produciendo 4.200 litros de etanol por hectárea. Con explotaciones de mayor rendimiento se llega a 5 a 6.000 o más litros por hectárea».
O sea como factor de uso eficiente de la tierra: con una hectárea de soja se sacan 700 litros de etanol y con una de maíz, 4 o 5.000 litros.
DEMANDA SIN TECHO
La perspectiva es que la demanda va a seguir subiendo sin techo a la vista, por las regulaciones que obligan a un progresivo mayor uso de biocombustibles. «Frente a esa realidad todos los países están buscando el autoabastecimiento -explica Fraguío-. Así Europa está siendo muy proteccionista, importando lo mínimo posible y en consecuencia no está cumpliendo con las metas de incorporación de biocombustibles, que por ahora son voluntarias. Pero en el votante europeo, este no cumplimiento debido a la presión del lobby agrícola no causa mucha gracia. Quiere que se cumpla. Y en realidad, entre importar petróleo de los países árabes o importar biodiesel de los países en desarrollo, en el fondo no cambia la ecuación: es todo importación. Entonces, se está discutiendo para Europa una meta muy ambiciosa para el año 2020: que se utilice un 10% de etanol o biodiesel por parte de todo el parque automotor, pero en forma obligatoria. Esto se sumaría a los casos en que el porcentaje de corte es mayor, como en Alemania o en que los autos utilizan casi un 100% etanol como en Brasil».
¿MAIZ O SOJA?
En Estados Unidos hubo un aumento enorme del área sembrada con maíz: seis millones de hectáreas más que el año anterior, mientras que la soja perdió cerca de dos millones de hectáreas.
«Pero eso no quiere decir que pase igual en todos lados -precisa Fraguío-. En Argentina por caso, es probable que eso no ocurra. Este año el área sembrada con soja va a aumentar más que la sembrada con maíz, porque todavía hay zonas en que la frontera agrícola puede seguir avanzando y por otro lado Argentina tiene toda una industria aceitera, mientras que no cuenta con una demanda interna de biocombustibles».
«La industria mundial de biocombustibles todavía está en un estado embrionario y los países le van poniendo distinto énfasis según sus necesidades».
«Hay que pensar que Estados Unidos produce más de la mitad del maíz de todo el mundo -agrega- y casi un 25% de su cosecha va para biocombustibles y hace tres años iba el 5%. El aumento de la demanda es gigantesco».
Estados Unidos está tratando de llegar a un 10% de biocombustibles en la mezcla y el etanol que se va a producir este año es un poquito más del 3% del consumo total americano de naftas. «Si bien pasó algo que fue sorpresivo -señala Fraguío-, como que el precio del etanol cayó por debajo del de las naftas, esto fue porque la industria es todavía un poco infantil y creció demasiado la producción, sin que acompañara la infraestructura».
«Es increíble la disponibilidad de capitales que hay para esta industria -enfatiza-. Antes en las crisis energéticas, las inversiones iban para la industria del petróleo y el gas, hoy comienzan a volcarse a energía eólica, biomasa, cultivos energéticos. Hay un ritmo de innovación alucinante tanto en cultivos, en tecnologías como también en motores adaptados a estos nuevos combustibles: es una verdadera carrera de patentes y un cambio gigantesco».
Y los aumentos de precios de los commodities agrícolas están viculados con este tema. Un reciente trabajo del Banco Mundial lo pone en claro: Esta nueva demanda genuina para uso energético, impide que la liquidación subsidiada de excedentes agrícolas por los países desarrollados tire los precios abajo, arruinando la economía de los países pobres de base agrícola. Ahora esos productos tienen piso y es poco probable que bajen, con lo cual también hay un mayor incentivo para invertir en una agricultura de altos rindes».
POTENCIAL EN ARGENTINA
Por tener energía propia, no tenemos una conciencia nacional -desde lo público ni lo privado- de ese recambio profundo de matriz energética para obtener lo máximo posible de las fuentes renovables de energía. Tenemos sin embargo un problema de crisis energética. Se ha cortado el suministro de electricidad a las fábricas en invierno. El abastecimiento de gas no está asegurado.
«Con todo esto, hay inversiones aisladas, que son importantes en el caso del biodiesel, pero en proporción a lo que podría ser, estamos en un estadío muy preliminar», afirma Fraguío.
«Todo el complejo sojero-aceitero tiene sin embargo un potencial grande, y en la medida que el aceite de soja lo permita por razones de precios, Argentina podría estar exportando uno o dos millones de toneladas de biodiesel por año, que es una magnitud importante».
Por otro lado está el potencial de los cereales en Argentina para hacer etanol. «El área sembrada con sorgo cayó un 90% en los últimos 30 años. El sorgo tiene un potencial enorme para producir etanol, para el mercado interno o externo. También la Argentina puede aumentar mucho el área sembrada con maíz y al mismo tiempo, haciendo la rotación con soja, aumenta los rendimientos de soja por hectárea en un 15 a 20%».
«Según un estudio que hicimos en Maizar -comenta Fraguío-, Argentina podría aumentar muy fácilmente su producción de maíz y sorgo en unos 10 millones de toneladas, con eso se pueden producir unos cuatro millones de metros cúbicos de etanol y eso podría ser todo para exportación.
Gentileza de http://www.prensaeconomica.com/ para http://www.biodiesel.com.ar/