Al Costa, director general de Alkol, consultora española especializada en etanol y caña de azúcar, defiende el cultivo de esta planta en España por su capacidad para generar variados productos. Destaca especialmente los relacionados con la energía (etanol y electricidad) y añade la última aportación en este campo: biodiésel. En Brasil ya funcionan cientos de autobuses con biodiésel a partir de caña de azúcar, obtenido gracias a la modificación genética de la levadura de la cerveza. Además, una misma planta puede producir etanol y biodiésel.
Un mantra común entre los defensores de la caña de azúcar como fuente de biocombustibles es su capacidad para generar un sinfín de productos. De hecho, mientras que en España se cultiva únicamente para producir azúcar y etanol, países líderes en su producción, como Brasil o India, obtienen también electricidad (con la combustión del bagazo), vinaza y compuestos químicos como furfural y amoníaco, entre otros. En cuanto a transportes sostenibles, el único biocombustible que se generaba en cualquier lugar del mundo era el etanol. Y es un problema en España, donde hasta el 75 por ciento de los coches en circulación se mueven con diésel.
Esta última barrera se acaba de eliminar precisamente en Brasil, donde ahora también se produce diésel a partir de la caña de azúcar. Esa novedad corre por cuenta de Amyris-Crystalsev Biofuels, joint venture entre Amyris, empresa estadounidense de biotecnología, y Crystalsev, una de las mayores comercializadoras de etanol y azúcar de Brasil. Con este fin, Amyris desarrolló modificaciones genéticas en variedades comerciales de la levadura Saccharomyces cerevisiae, responsable de transformar el jugo de caña en etanol durante el proceso de fermentación. La modificación consigue que el microorganismo secrete una molécula llamada farneseno, común en el diésel e incluso en muchas plantas (responsable del olor en algunas manzanas). A partir de aquí, puede utilizarse en cualquier motor diésel sin necesidad de ajustes.
Más de 400 autobuses de biodiésel de caña en Río de Janeiro y São Paulo
La idea no es exclusiva de Amyris. Otra compañía norteamericana, LS9 (Life Sciences Sustaining Billions), posee una tecnología semejante, pero usando cepas genéticamente modificadas de la conocida bacteria Escherichia coli, que se usan para obtener moléculas semejantes a las encontradas en el diésel normal mediante procesos de fermentación de zumo de caña de azúcar.
Las pruebas se realizaron en autobuses de São Paulo, que emplean ya una mezcla del diez por ciento de diésel de caña. El motivo de comenzar en esa ciudad es que cuenta con más de 15.000 autobuses que consumen alrededor de 450 millones de litros de diésel al año, y que, con uno de los niveles más altos de contaminación en el cono sur del continente americano, trabaja para reducir el consumo de diésel fósil en un diez por ciento cada año hasta 2018. La iniciativa se extendió rápidamente a Rio de Janeiro, donde comenzó con veinte autobuses y ahora son más de 400 funcionando con una mezcla al 30 por ciento. Se espera que este número aumente considerablemente debido al mundial de fútbol de Brasil (2014) y las olimpíadas de 2016, que se celebrarán en dicha ciudad.
Se puede producir etanol y biodiésel en una misma planta
La gran ventaja de esta tecnología es que se basa en la fermentación, un método conocido hace miles de años y usado por todas las plantas de etanol (hasta las de celulósico), por lo que la aparición de sorpresas indeseables en los procesos es nula. Esto permite el uso de cualquier planta de etanol también para la obtención del biodiésel, ya que, en lugar de usar las cepas normales de Saccharomyces (u otras) para fabricar el primero, se emplean cepas genéticamente modificadas para producir farneseno, separado vía destilación normal del etanol, y elaborar biodiésel. El efecto final es la producción de ambos biocarburantes en un único proceso, con los consiguientes beneficios económicos.
Entre las ventajas de la implantación del proceso España está que la caña de azúcar es una planta muy conocida en nuestro país, donde se cultiva comercialmente desde hace más de doscientos años. Por el contrario, el biodiésel requiere plantas y procesos específicos, además del uso de metanol para el proceso de transesterificación (conversión de los ácidos grasos en ésteres). Todo esto crea riesgos y costes extras, tanto en el producto final como en la puesta en marcha del proyecto. Finalmente, España usa principalmente aceite usado como materia prima propia, lo que ocasiona una pesadilla logística para obtener, procesar, refinar y ser efectivamente utilizado.
Con todo esto, no es de extrañar que el biodiésel no haya conseguido ser una real solución energética para nuestro país. En España es perfectamente viable el desarrollo de diesel a partir de la caña de azúcar. El hecho de tener un clima que, para parámetros europeos, es “tropical”, hace viable proyectos como este. ¡Lo que no harían los suecos, líderes en el uso del etanol en Europa, si tuvieran nuestro clima!.ENERGIAS RENOVABLES.