Varios especialistas en cultivos oleaginosos destacaron las buenas posibilidades que tiene la colza en el país.
BALCARCE.- La colza, segunda planta oleaginosa cultivada en el mundo después de la soja, fue uno de los temas centrales de un seminario científico que se realizó recientemente en la Unidad Integrada FCA UNMP – Estación Experimental Agropecuaria INTA Balcarce.
En este contexto, investigadores del sector público y privado, así como asesores de campo, intercambiaron sus experiencias del manejo del cultivo e hicieron su balance del cultivo tanto en Argentina, teniendo en cuenta la demanda mundial del aceite de colza.
La planta de flor amarilla representa en el país algo menos de 40.000 hectáreas sembradas en la campaña 2006/07, pero es contemplada por un número creciente de productores como una opción de cultivo rentable y sostenible en un esquema de rotación. De hecho, los precios del aceite de colza reflejan una fuerte demanda mundial a raíz del mayor consumo (a menudo obligatorio) de biodiesel en países como los de la Unión Europea.
Tener en cuenta la experiencia del cultivo en Francia, donde la mitad de la producción de colza (1,5 millón de hectáreas sembradas) se destina a la producción de biodiesel, motivó la visita de los ingenieros agrónomos André Merrien, Gilles Sauzet y Francis Flenet, del Centro Técnico Interprofesional de las Oleaginosas Metropolitanas (Cetiom), un instituto de investigación referente en Europa en la evaluación de cultivos oleaginosos.
«Nos interesa conocer el comportamiento de las variedades de colza cultivadas en Europa, así como la respuesta del cultivo a la fertilización», explicó Luis Aguirrezábal, profesor de fisiología vegetal de la Universidad de Mar del Plata. «Previo ajuste a condiciones locales, en algunos casos se puede extrapolar la investigación sobre enfermedades, calidad del aceite, fisiología y diagnóstico de nutrición», dijo el experto.
Por su parte, los invitados, quienes visitaron la estación experimental del INTA Balcarce y módulos de producción de colza, mostraron su interés por el manejo de la siembra directa en la Región Pampeana.
«El cultivo de la colza en Francia ofrece un buen rinde promedio (3.500 kilos por hectárea). Lo que buscamos ahora es cambiar las prácticas agrícolas para optimizar la eficiencia energética del sistema en su conjunto», informó Merrien.
La producción de biodiesel con colza en Europa, según el investigador, hoy permite transformar una unidad de energía fósil en aproximadamente 3,5 unidades de energía «verde». La agricultura representaría un 48% de esa energía fósil utilizada, a través de la fertilización nitrogenada y de la mecanización. «Al reducir el número de pasadas de máquinas en los lotes, la incorporación de la siembra directa puede contribuir a reducir ese gasto energético», dijo Merrien.
«Buscan incorporar la siembra directa, así como técnicas de intersiembras, en la medida que puedan encontrar una secuencia de cultivos interesante. No tienen a la soja como actor relevante, como en nuestro caso», explicó Luis Aguirrezábal.
La colza no es un cultivo nuevo en Argentina. Arrancó en los años 40. Hubo problemas de comercialización en los años 70 y 80 que dejaron un mal recuerdo a los productores. Algunos se quedaron con el grano en los silos. Pero esos tiempos parecen remotos.
En su presentación del cultivo en el país, la ingeniera agrónoma Liliana Iriarte, de la Chacra Experimental INTA Barrow, reconocida especialista del cultivo, indicó que la empresa Cargill registró el año pasado, en el puerto de Quequén, unas 13.200 toneladas de colza provenientes de una superficie total de 8800 hectáreas en el sur de Buenos Aires y La Pampa. Esos datos indican un rinde promedio de 1500 kilos por hectárea.
Rendimiento inferior
«Es utópico pensar obtener 3.500 kilos por hectárea», comentó Liliana Iriarte. «Las variedades que se suelen usar aquí, de primavera, tienen un potencial de rinde inferior al de las invernales. Sin embargo, la posibilidad de sembrar soja después de la colza abre las perspectivas del grano en las zonas de alto potencial. Es un cultivo de climas templados y templados fríos, pero las variedades primaverales tienen buen comportamiento en la zona núcleo. La zona triguera no es necesariamente la mejor para la colza», insistió.
La observación confirma una tendencia de la producción primaria
Entre los participantes del seminario, Diego Martínez, asesor técnico de la firma El Tejar, reveló que esta campaña su empresa ha sembrado unas 800 hectáreas en 13 regiones del país. En la campaña anterior, sólo había implantado 60 hectáreas en la zona sur de Buenos Aires. «No tuvimos problema con la phoma (principal enfermedad del colza). Pero sí con la plutella, un mosquito que come la flor. Trabajamos a prueba y fuerza en el campo», agregó el asesor.
Por Marc André
Para LA NACION
Fuente: La Nación