El organismo trabaja en la conformación de un mapa digital de cultivos energéticos en la Argentina.

Las proyecciones indican que en 15 años, la bioenergía cubrirá el 25 por ciento de las necesidades de energía mundial. Sin embargo, a pesar del panorama favorable y del aparente «auge» de los biocombustibles, «no tenemos desarrolladas en la Argentina las herramientas necesarias para producir masivamente biocombustibles. Si quisiéramos, y pudiéramos, incorporar especialistas doctorados…, pero no existen. El desafío del país, y del INTA, es desarrollar el potencial que tiene en bioenergía. Debemos evitar los errores, prevenir los fracasos».

Con estos términos los Ing. Ricardo Rodríguez, director del Centro de Investigación de AgroIndustria, y Jorge Hilbert, director del Instituto de Ingeniería Rural del INTA; describieron la prudencia y el compromiso con el que el organismo trabaja en el área de bioenergía, uno de los «grandes temas» que se definió en el nuevo plan estratégico de la institución, que este año cumple 50 años de existencia.

En el INTA, la bioenergía se enmarca dentro del proyecto de aprovechamiento de recursos vegetales y animales para la producción de biocombustibles. El mismo tiene el objetivo de «lograr el afianzamiento de la producción de biocombustibles de diversas fuentes en todas las regiones agroecológicas del país», indicaron en el organismo.

Dicho afianzamiento debe contemplar: la producción sustentable desde el punto de vista económico y técnico; la calidad según normas de los productos elaborados; la minimización de los impactos ambientales en la producción y uso; un desarrollo territorial armónico; y el respeto de las normas de higiene y seguridad.

Hoy, los biocombustibles juegan un rol estratégico en la matriz energética argentina, que depende en un 85% del gas y el petróleo. Hilbert señala que fue clave la «promulgación de la Ley de Biocombustibles», y que «ahora es clave su reglamentación».

El proyecto de bioenergía del INTA busca diversificar esta matriz energética, a través de un trabajo interdisciplinario e interministerial, donde todas las áreas vinculadas al tema puedan trabajar en red, nucleadas por el objetivo común de desarrollar en forma eficaz y sustentable los biocombustibles en el país.

El INTA comenzó a trabajar en el estudio y desarrollo de biocombustibles hace unos años. El laboratorio que posee el Instituto de Ingeniería Rural en el INTA Castelar cuenta con el equipamiento necesario según los estándares de la red de ensayos de tractores y maquinarias a nivel mundial.

Recientemente, dentro del Plan Estratégico del INTA, se realizó un relevamiento sobre los conocimientos de los procesos de elaboración de los biocombustibles: bioalcohol, biogas y biodiésel. También se llevó a cabo un Foro para el desarrollo de cultivos con fines energéticos.

Hilbert anticipó que el área está trabajando en la conformación de un mapa digital de cultivos energéticos en la Argentina, que estará geo-referenciado (con el Sistema Geográfico de Información, GIS). Contará con información de clima y suelo, el potencial del cultivo, mapa vial y catastral, acceso a puertos, etc. El objetivo es contar con una herramienta que sirva para tomar acciones y priorizar decisiones.

«Hoy, toda la discusión se basa en el análisis de los biocombustibles producidos a partir de cultivos tradicionales como soja, el girasol, colza, maíz; pero el mundo -y el INTA- ya se está preparando para cultivos alternativos, de diferentes ecoregiones, que impliquen no competir por la misma superficie y que no deteriore los ecosistemas», destacó. El INTA ya
está trabajando en cultivos como Jatropa, Risisno, y plantas autóctonas.  Existen proyecciones internacionales que indican que para 2030 Brasil, Paraguay y Argentina serán una de las principales fuentes de biocombustibles del mundo.

Fuente: Victoria Manny, Diario Clarín.