Por Orlando Ferreres/En los últimos 10 años el precio internacional de los alimentos, expresado en dólares, ha crecido cerca de tres veces. Lo mismo pasó con el precio del petróleo, del oro, del aluminio y de otras materias primas. Cabe recordar que otras variables también se incrementaron nominalmente, por la debilidad del dólar. En Argentina el salario medio formal sujeto a aportes pasó de unos 280 dólares por mes en la crisis de 2002, a alrededor de 1100 dólares por mes en la actualidad, es decir, subió casi 4 veces en esa moneda, aunque había caído muy bajo en aquella crisis.
Ahora nos referiremos sólo a los incrementos de valor de los alimentos. Este incremento es el que más reacciones ha traído, especialmente en aquellos países que importan comida. Se considera que este incremento es el detonante principal de las reacciones sociales que ha afectado inclusive a regímenes férreos que gobernaron sus países de forma muy dura durante varias décadas y que no habían sufrido reacciones sociales significativas, a pesar de que eran iguales que hoy en su estilo de gobierno. La causa pues de estas reacciones es, aunque no la única, el aumento internacional del precio de los alimentos.
¿Cuáles son las causas del aumento del precio de los alimentos? No hay una sola causa, son varias:
Foto: Orlando Ferreres
1. La disminución de la pobreza en países densamente poblados como China e India, por su mayor desarrollo capitalista, es decir, basado en el uso de capital, tecnología y management occidentales y con ocupación de población local a la que se capacitó para operar la producción. La disminución de la pobreza en estas grandes áreas superó a los aumentos de la misma en otros países medianos o pequeños que ensayan modelos económicos heterodoxos sin resultado real sostenible, por lo cual, el total mundial de pobreza disminuyó, según cifras de los organismos internacionales.
La mayor demanda de alimentos tiene una relación directa con la disminución de la pobreza total del mundo. Por ejemplo, China es uno de los principales demandantes de soja, producto con el que alimenta directamente a la población (porotos de soja, aceite de soja, salsa de soja y otros derivados) e indirectamente a más de 900 millones de cerdos y también con la harina de soja se les da de comer a millones de peces en los criaderos al borde del mar.
2. Uso de los alimentos para energía. Debido al alto precio del petróleo y a la oposición de muchos grupos sociales al uso de la energía nuclear, se han buscado fuentes de energía alternativas como la eólica, la solar, y otras como la captación de energía del espacio, pero han resultado caras aun cuando no pagan los mismos impuestos que los hidrocarburos y con ellas sólo se ha cubierto una parte muy pequeña de la oferta de energía. Como alternativa se ha difundido en los últimos 5 años el uso de los alimentos como energía. El maíz, utilizado para producir etanol en Estados Unidos ha pasado de 3/5 % de la cosecha de maíz hace unos 10 años hasta en 34% en 2010 por los subsidios que recibe a partir de 2006. La soja para producir biodiesel se ha desarrollado mucho en varios países, incluso en el nuestro. En Argentina producimos alrededor de 2 millones de toneladas de biodiesel. También la producción de azúcar se ha desviado en gran medida a la de alcohol, como en Brasil y otros países. Haciendo el balance de energía utilizada para la producción y gasto de nutrientes, el neto de energía aportado por los alimentos es ínfimo. El uso de la tierra dedicado a alimentos que se destinan a la producción de energía disminuye la oferta alimenticia global, especialmente si consideramos que los países exportadores clave, Estados Unidos, Brasil y Argentina, son las principales zonas donde se produce energía con alimentos.
3. La compra de commodities como activo financiero. Debido a la gran reducción de las tasas de interés, con tasas de referencias de los Bancos Centrales de Estados Unidos, Europa y Japón cercanas a cero, y a las pocas perspectivas de rendimiento de las acciones y bonos, la compra de commodities en el mercado de futuros también influyó considerablemente en los precios.
4. Problemas de oferta. En el último año se han registrado sequías importantes en Rusia, Brasil y Argentina y en menor medida en otros lugares, lo que disminuyó la oferta de alimentos. Frente a un balance entre demanda y oferta alimenticia muy tenso por las razones estructurales apuntadas anteriormente, las sequías han provocado una disparada de precios que en otras circunstancias no se hubiera registrado. Normalizada la oferta, entendemos que los precios retornarán a los niveles anteriores, que igual serán altos respecto de los últimos 8 o 10 años. Es decir, este incremento de precios que se ha dado en los últimos meses, tiene causas distintas del gran aumento de 2008, ya que aquel se relacionó con la burbuja global que explotó con la crisis de las hipotecas suprime y el actual es, básicamente, por causas climáticas.
Es difícil dar una solución. Algunos líderes mundiales, como Sarkozy, han señalado recientemente que no deberían utilizarse los alimentos para producir energía, aunque fue Fidel Castro el primero que se opuso enfáticamente ya hace bastante tiempo. También fue el Presidente de Francia quien señaló que se deberían regular los precios a nivel internacional a lo que, correctamente, se opuso el gobierno argentino.
En última instancia, el dilema de los próximos años será si volvemos a valorizar a la energía nuclear como una clave realista para aumentar la oferta energética o si seguimos encareciendo la comida al acelerar el uso de alimentos como energía, con las consecuencias peligrosas para las regiones pobres, importadoras de alimentos, que no los podrán comprar.
Por el momento, nosotros podemos aprovechar la gran demanda mundial de alimentos e invertir con esos recursos en la modernización del país y su infraestructura, para ocupar eficientemente a toda nuestra población, pero sabiendo que esa sobredemanda no va a durar todo el tiempo. Lo peor que podríamos hacer es dilapidarla en consumo y gasto público no sustentable en el tiempo.
El mundo esta frente a un dilema, es decir, frente a dos alternativas igualmente no deseables, tendremos que elegir inevitablemente una de ellas o energía nuclear o uso de los alimentos como energía.
FUENTE: LA NACION