Biocombustibles de segunda y tercera generación, en la FAUBA.
Un equipo interdisciplinario de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires (FAUBA) produce etanol, biodiesel y biogás con materias primas de origen agropecuario, agroindustrial y de residuos.
Buscan integrar los procesos y solucionar problemas ambientales y energéticos, con alternativas que no compitan con los alimentos.
Estas experiencias, enmarcadas en la cátedra de Química Analítica de la FAUBA, a cargo de la doctora Alicia Iorio, se realizan mientras en la Argentina se comienza a incorporar hasta un cinco por ciento de biocombustibles (biodiesel y bioetanol) a la nafta y el gasoil.
El equipo intenta fabricar biodiesel que no implique el uso de materias primas potencialmente consumibles, como granos o aceites de maíz o de soja.
En cambio, se busca emplear subproductos (como cáscaras, spelers, aceites usados y desechos) u otras materias primas (microalgas, por ejemplo), que tampoco demanden la utilización de áreas con potencial agrícola, en detrimento de la superficie implantada con cultivos alimenticios.
Los ingenieros agrónomos Juan Carlos Ferrero y Francisco Della Vechia, se abocan al estudio de la producción de biogás (compuesto, fundamentalmente, por gas metano, similar al gas natural), a partir del uso de residuos orgánicos urbanos y agroindustriales.
Ferrero investiga sustancias inhibidoras presentes en residuos sólidos urbanos, provenientes de pilas, baterías y detergentes, para su uso como sustrato en un biodigestor.
Della Vechia intenta reemplazar el uso del silo de maíz (cultivo energético que compite con los alimentos) para la fabricación de biogás, por glicerina, subproducto de la fabricación de biodiesel.
El estudio del biodiesel está a cargo de Guido Casanovas y Fernando Raimundo, bajo la dirección de los biólogos Roberto Serafini y Silvana Arreghini, quienes están haciendo sus tesis a partir de estas investigaciones para recibirse de agrónomos.
Ellos analizan el proceso de elaboración a partir del fruto de una palmera del norte argentino (Copernicia alba), que también podría servir como suplementación animal.
Los investigadores con un fabricante de snaks, trabajan para mejorar el tratamiento de sus efluentes.
Además, a partir de aceites usados comenzarían a hacer biodiesel, en tanto que con los residuos de almidón se podrían generar combustibles como bioetanol o biogás.
También producen biodiesel para autoconsumo junto a un productor ganadero, con el aceite que, hasta ahora, se desechaba porque representaba el sobrante de la harina de soja que utiliza como alimento balanceado para sus animales.
FUENTE: TERRA