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Biocombustibles: cómo levantar una planta con poca plata

biocombustibles-etanol-ethaRobin Guyer, un productor de los Estados Unidos, cuenta su experiencia.

La irrupción de los biocombustibles ligó al mercado agrícola con el mercado energético; una ya íntima relación que –inesperada años atrás– llegó para quedarse. 

El entrelazamiento de dos mundos muy distintos va mucho más allá del impacto en las cotizaciones de los granos que causa la demanda de biocombustibles. En definitiva, obliga a replantear íntegramente el papel del empresario agrícola.

Las oportunidades para capitalizar el desarrollo del nuevo mercado global están dadas para la Argentina. Sólo resta que los empresarios acepten el desafío de replantear sus escenarios y configuren un modelo de negocio propio que les permita aprovechar a full las nuevas condiciones, por ahora muy auspiciosas.

Y para analizar el tema en profundidad, el Foro Global de Bionergía, que se realizó en la Bolsa de Comercio de Rosario entre el 11 y el 13 de julio, sirvió para que los productores nacionales tomen nota de las recetas exitosas de grupos internacionales y nacionales.

Una experiencia en pañales

Hasta ahora la participación de los productores se limitó sólo a algunos proyectos puntuales de autoconsumo, pero no terminan por definirse para entrar al negocio de la mano de proyectos de mayor escala. Con una reciente ley de biocombustibles sancionada, que aunque perfectible subsidia la producción para consumo interno, las principales trabas pasan por la falta de capital propio para solventar las fuertes inversiones que hay que hacer para poner en marcha proyectos de este tipo.

Estados Unidos y Europa, dos jugadores que entraron antes al negocio y hoy son referentes globales, pueden servir de referencia para descubrir cuáles son las claves y estrategias para no quedarse fuera de la carrera del biocombustible.

El caso de Robin Guyer, un productor agropecuario de Estados Unidos que junto a otros productores armó desde cero una planta de etanol en una pequeña localidad del Estado de Illinois, puede servir como modelo para los productores locales que se animen al negocio.

Guyer es el vicepresidente de Lincolnland Agri-Energy, una planta de bioetanol que comenzó a operar en 2004 y que en tan sólo tres años recuperó los u$s58 M que invirtieron para ponerla en funcionamiento pleno.

El proyecto nació con el objetivo de agregar valor a la producción que obtenían en los establecimientos eminentemente maizeros y como una forma de evitar el éxodo de las generaciones jóvenes rumbo a las ciudades. “Cuando decidimos encarar el proyecto la gente quebraba en nuestras comunidades. Había márgenes muy estrechos en la soja, caía la rentabilidad y la gente se iba de las zonas rurales”, recuerdó el empresario en su discurso ante el Foro Global de Bionergía.

Fue así como a comienzos de 2000 empezaron a juntarse para analizar diferentes alternativas que permitieran mantener la rentabilidad. “Decidimos apostar por el etanol y no nos equivocamos. En aquel momento había 27 plantas en todo Estados Unidos y hoy hay más de 130 en construcción”, señaló.

Asociatividad, la clave

Para esto armaron una sociedad sin fines de lucro, la Asociación de Desarrollo Agrícola, que en dos años sumó 500 miembros y fue clave a la hora de conseguir capital
Ocurre que, al igual que para muchos productores pequeños y medianos de Argentina, la falta de capital propio para encarar un emprendimiento de este tipo era uno de los principales escollos que tenían que superar, pero no bajaron los brazos.

“Argentina está ahora mejor posicionada de lo que estábamos nosotros en el pasado”, entusiasma Guyer, quien recomendó como estrategia aplicar un modelo asociativo donde los productores se comprometan a aportar capital (por mínimo que sea) y a trabajar para conseguir financiamiento, además de garantizar el abastecimiento de la planta con la producción de sus campos.

“Para concretar la inversión necesitábamos u$s58 M. Lo primero que hicimos fue conseguir u$s1,2 M para hacer el estudio de factibilidad. Cuando comprobamos que el proyecto era rentable conseguimos que un banco financiara el 60% del emprendimiento (u$s34,8 M) pero faltaban otros u$s24 M”, recordó el productor. Una vez más la sinergia entre los productores permitió capear las dificultades financieras.

“Conseguimos un grupo de 450 inversores, en su mayoría medianos y otros grandes, y en dos meses juntamos u$s16 M. Faltaban u$s8 M y afortunadamente apareció un inversor interesado”, recordó.

Así, en 2004 pusieron en marcha una planta de etanol con capacidad para producir 40 millones de galones anuales. A esto hay que sumarle 128.000 toneladas de subproductos que comercializan como alimento para ganado. En tan sólo 16 meses recuperaron la inversión y el año pasado desembolsaron u$s1,5 M para incrementar la capacidad de almacenaje. Todo esto de la mano de una estrategia asociativa.
Fuente: Punto Biz

Fimaco

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