petróleo

El mundo hace sus previsiones para una vida sin petróleo

Apuesta fuerte al desarrollo de energías renovables o nuclear
Argentina tiene una legislación que fomenta el uso de biodiesel y reflotó un proyecto de energía en base a uranio

El mundo está frente a una verdadera revolución energética. Los siderales precios internacionales del petróleo son la expresión final de al menos dos factores que se combinan de forma explosiva: las serias inestabilidades geopolíticas que sufren de manera casi permanente las regiones donde descansan las mayores reservas de crudo, y una demanda desenfrenada que refleja la alocada manera de producir y consumir que han adoptado la mayoría de los países occidentales. Detrás de este escenario flota una predicción que cada vez se parece más a una certeza: más temprano que tarde, el oro negro se va a terminar.Durante los últimos cinco años no pararon de tomar fuerza las presunciones que dicen que cerca de 2010 se producirá el «pico petrolero», el momento a partir del cual el mundo empezará a consumir la segunda mitad de las reservas de petróleo.Ante esto, dos tendencias se consolidan como los paradigmas energéticos del siglo XII: el desarrollo de las energías «verdes» o renovables, impulsadas sobre todo desde los países del norte de Europa; y un fuerte resurgir de lo nuclear, con Francia y los gigantes asiáticos a la vanguardia.

En ese escenario Argentina, donde el déficit energético es inocultable y promete convertirse en pesadilla, intenta por un lado afinar su legislación sobre biocombustibles, mientras que por el otro encara con cierta voluntad la renovación de su proyecto nuclear.

Científicos no tan locos
La ASPO (Association for the Study of Peak Oil) es un círculo internacional de geólogos, académicos y ecologistas que busca anticipar el comportamiento de las sociedades capitalistas cuando se sobrepase el pico de producción petrolera.

En otras palabras: intentan predecir cómo se sostendrá el actual ritmo de consumo energético una vez que haya sido extraído el primer barril de la segunda mitad de las reservas mundiales de bruto.

Según muchos especialistas, ese momento se acerca sin que los responsables políticos de la potencias hayan integrado en la agenda mundial sus devastadores efectos, como la rarificación indeclinable de la oferta y crecientes tensiones geopolíticas.

Y si bien fueron muchos quienes a lo largo del siglo pasado vaticinaron el final del petróleo barato, durante los últimos cinco años algo cambió: los precios subieron como nunca mientras que la curva de descubrimientos de nuevos yacimientos declina de manera inexorable.

El gurú del «peak oil» es británico, tiene 75 años y se llama Colin Campbell. Hasta hace poco los medios del establishment financiero internacional -como el Wall Street Journal- lo calificaban de «predicador del apocalipsis».

Pero desde hace tres años sus pronósticos no dejan de sumar adeptos y no son pocos los gobiernos europeos que lo buscan para diseñar escenarios de crisis energética.

El futuro verde
En los últimos tiempos los nuevos desarrollos en materia de biocombustibles son noticias casi diarias. Muchos gobiernos empiezan a tomar en serio la posibilidad de desarrollar este tipo de energía y en la región tanto Brasil como Argentina ya estudian desgravaciones para la producción y el consumo de biodiesel elaborado a partir del aceite de soja. Además, será obligatorio mezclar todo el gasoil con un 2% de biodiesel a partir de 2008. Pero como casi siempre pasa, los países escandinavos son los que hacen punta en cuestiones de desarrollo.

Así, Suecia se convertirá en el primer país «libre de petróleo», algo que todavía hoy parece imposible y que sin embargo ocurrirá en apenas 15 años. Este proyecto, encabezado por un consorcio de industriales, universitarios, agricultores, constructores de automóviles y funcionarios, apunta a crear una «sociedad sustentable», donde economía y ecología pesen por partes iguales a la hora de decidir políticas públicas y privadas. Suecia ya deriva la mayor parte de su electricidad de la energía nuclear e hidroeléctrica.

El desafío es ahora reemplazar definitivamente los combustibles fósiles como sustento para los medios de transporte de todo tipo. Ya existe un tren propulsado por biogás, y desde hace un tiempo los conductores de vehículos «verdes» no pagan peaje en Estocolmo y pueden estacionar sin costo en muchas de las grandes ciudades suecas.

Actualmente, casi 40 mil de los 4 millones de autos que circulan en ese país -el 1 por ciento- usan combustibles alternativos.

El año pasado, las ventas de esos vehículos aumentaron un 168%, y se calcula que al terminar este año los «verdes» llegarán al 20% del total de los coches vendidos.

Más allá del caso sueco, la Unión Europea no tiene una política energética homogeneizada, y es por eso que cada país toma sus propias decisiones en cuanto al camino a seguir y a los sectores en los que concentrarán sus inversiones. Para algunos, con Francia a la cabeza, el regreso a lo nuclear es un camino fácil, rápido y seguro para satisfacer las crecientes necesidades energéticas y, de paso, alcanzar los objetivos del protocolo de Kyoto sobre el calentamiento climático.

En una entrevista publicada el mes pasado en el diario francés Le Monde, el ex responsable de los proyectos de exploración de la petrolera Total, Pierre-René Bauquis, se declaraba «escéptico» sobre una solución a futuro sin recurir a la energía nuclear. «Vaticino la instalación de 50 nuevas centrales nucleares en Francia en los próximos 50 años», dijo.

En la Argentina están empezando a mirar con más atención el desarrollo de la energía nuclear. Por caso, el gobierno de Néstor Kirchner retomó los planes de desarrollo en ese sentido que fueron abandonados durante los años 90. «La opción nuclear vuelve a ser considerada en todo el mundo porque no es contaminante, porque depende del uranio que es un recurso abundante, y porque una usina puede ser instalada en casi cualquier parte del planeta», explicó Darío Jinchuk, responsable de Relaciones Internacionales de la Comisión Nacional de Energía Atómica (Conea).

En el país funcionan en la actualidad dos centrales nucleares, Atucha I y Embalse, que proveen el 8% de la energía que se consume. «Hoy existe voluntad política para terminar Atucha II, y hay planes para encarar una cuarta central», agregó Jinchuk, quien además dijo que en círculos gubernamentales circula la idea de financiar un proyecto para armar un reactor nacional de potencia mediana.

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