Debates en el Primer Foro Global de Bioenergía.
Las perspectivas de la demanda mundial fueron calificadas como óptimas, pero el marco regulatorio argentino es endeble y los productores agropecuarios sólo reciben los beneficios del aumento de los precios.
ROSARIO.- Es difícil escapar al entusiasmo que provocan los biocombustibles. La matriz energética mundial va mutando hacia fuentes de energías renovables (eólica, solar y biomasa, entre otras). Son muy pocos los países que están en condiciones de producir lo que el mercado internacional necesita. La Argentina, primer exportador del mundo de aceites vegetales, es uno de ellos.
El crecimiento del etanol y el biodiésel en los Estados Unidos y la Unión Europea (UE) es explosivo, pero no les alcanza con lo que producen y necesitarán importar. Todas las proyecciones y estimaciones para el futuro parecen ser positivas.
Los productores agropecuarios argentinos se están beneficiando con la escalada de los precios en el en el mercado mundial de granos y aceites que provocó el agregado de la demanda de los biocombustibles.
Este nuevo cliente apareció cuando la economía mundial está en plena expansión y la población de los países en desarrollo necesita más proteínas para alimentarse. Sin embargo, con excepción de unos pocos, no son los productores los que invierten en la construcción de plantas de biodiésel.
El marco regulatorio argentino es endeble y no presenta incentivos para que sean los hombres de campo quienes aprovechen esta oportunidad de negocios. Las exigencias de calidad para la producción de combustibles por parte de fabricantes de autos y maquinarias son los suficientemente elevadas como para echar por tierra las predicciones de quienes creían que en el campo iban a brotar como hongos las fábricas de biodiésel para autoconsumo.
Conclusiones
Esas son las primeras conclusiones de las presentaciones del primer Foro Global de Bioenergía que se realizó en la Bolsa de Comercio de Rosario entre el miércoles y ayer. «Son una alternativa más en la producción de commodities, pero por ahora los productores lo estamos viendo de afuera», dijo Gastón Fernández Palma, vicepresidente de la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (Aapresid). «No hay seguridad jurídica ya que en la ley de biocombustibles no se otorgó estabilidad fiscal y no se dispuso la exención del IVA como se había propuesto en el proyecto original (del senador Falcó)», añadió. Y recordó que la posibilidad de que los proyectos que cuenten con la asociación de productores agropecuarios tengan prioridad para el otorgamiento de beneficios fiscales sólo entrarán en vigor en 2010, cuando se instrumente el corte obligatorio del 5% de las naftas y el gasoil con el etanol y el biodiésel.
Fernández Palma estimó que la construcción de una planta que produzca unas 40.000 toneladas de biodiésel demanda una inversión de 13 millones de dólares. «Para el autoconsumo no es hoy una inversión atractiva», sostuvo.
A fin de año comenzará en el país la producción a gran escala de biodiésel que tendrá como destino la exportación. Son unas seis plantas de la industria oleaginosa afincada en los puertos del Paraná que ya tiene contratos para vender al exterior. Se calcula que producirán 1,2 millones de metros cúbicos de biodiésel.
Según explicó el senador Roberto Urquía (PJ-Córdoba) y presidente de Aceitera General Deheza, la Argentina tiene la mayor capacidad de molienda del mundo (18.000 toneladas/día en promedio, el triple que los EE.UU. y Brasil) por lo que la producción de biocombustible naturalmente parece ser un eslabón más de la cadena la producción.
En tanto, el presidente de la Asociación de la Cadena de la Soja (Acsoja), Rodolfo Rossi, sostuvo que «el gran porcentaje del crecimiento del mercado mundial de aceites lo capitalizó la Argentina, si estamos posicionados de esa manera en este mercado, también lo estaremos en la producción de biodiésel».
Otra perspectiva promisoria es la investigación sobre los cultivos con destino energético. Juan Kiekebush, investigador de Syngenta, dijo que la biotecnología está acelerando el desarrollo de caña de azúcar y maíz con mejor performance energética.
Por su parte, el presidente del INTA, Carlos Cheppi, opinó que la expansión de los biocombustibles debe ser «sustentable socialmente» e informó que el organismo está investigando la producción y uso de cultivos para zonas de agricultura familiar.
Por Cristian Mira
Enviado especial
Fuente: La Nación