«Rompimos el paradigma sojero», sostuvo el presidente del grupo Daniel Lucci al hablar de su estrategia de negocios y el porqué de la planta de crushing y produccion de biodiesel en Santiago del Estero. 

En el marco de la presentación de un nuevo ciclo del Programa de Agronegocios y Alimentos (PAA) de la UBA, que dirige el ingeniero Fernando Vilella, el titular del Grupo Lucci, arquitecto Daniel Lucci, dio una más que interesante charla sobre el caso de sus empresas, Citrusvil y Viluco, que son un ejemplo de desarrollo regional a través de la agregación de valor.

La primera opera en el cluster del limón, donde la Argentina, gracias al trabajo realizado en Tucumán, es la primera productora mundial de este cítrico, primera industrializadora y segunda exportadora.

Lo de esta actividad es relevante, no sólo desde el punto de vista de la generación de divisas, sino también del empleo. La cosecha del limón ocupa a unos 40.000 trabajadores (es la principal dadora de trabajo en Tucumán) y su surgimiento permitió absorber a los trabajadores de la caña de azúcar, en el momento en que esa actividad mecanizaba la cosecha.

Del total provincial, Citrusvil maneja aproximadamente el 30% del limón que se industrializa y un 13 a 15% de las exportaciones de limón fresco.

En los últimos años inició un proceso de camino hacia la excelencia, eficientizando el consumo de agua en sus plantas (lo bajó de 8 a 3 metros cúbicos por tonelada procesada) y montando una planta de tratamiento de residuos que le permitió llegar al objetivo de «efluente cero».

Parte de ese sistema es una planta de biogás (bacterias que descomponen los residuos generando metano) que le bajó el consumo de gas comercial en un 25 por ciento.

Pero lo más jugoso -hablando de frutas- no está en el limón sino en la estrategia granaria. La compañía realizaba una operación ganadera que luego se fue ampliando a la agricultura. Crecieron hasta manejar 60.000 hectáreas de campo, la mitad ganadera y la otra mitad agrícola.

«Pero nos dimos cuenta que crecer horizontalmente iba a ser complicado y decidimos volcar nuestra experiencia del limón a los commodities para integrarnos verticalmente», comentó Lucci.

Así, emprendieron en Frías (Santiago del Estero) la construcción una planta de crushing de soja y producción de biodiésel, que la Presidenta de la Nación fue a visitar el año pasado.

Es que con 3.000 toneladas/día de capacidad de molienda es la primera planta de gran escala que se instala fuera del núcleo portuario de Rosario.

«Rompimos el paradigma sojero», disparó con orgullo el empresario.

Por empezar, apuntan a capturar un millón de toneladas de soja, de las 6,5 que se producen en el NOA. Instalada a la altura del paso San Francisco, en Catamarca, la estrategia es llegar con los productos de la molienda al mercado chileno y a sus puertos del Pacífico, para embarcar con destino a Asia.

Chile consume cerca de un millón de toneladas de harina de soja (incluidas mezclas), mercado al que piensan proveer desde Frías. Lo mismo con el mercado interno argentino, donde podrían colocar unas 200.000 toneladas de harinas de alto contenido proteico.

Pero en la visión de Lucci, el funcionamiento de esa planta atraerá la instalación de emprendimientos porcinos y avícolas, a sabiendas de que el abastecimiento de materia prima está garantizado. En Viluco apuestan a la ventaja logística para el modelo de negocios.

En el caso del biodiésel, esto es clave, respecto de las grandes plantas del río Paraná. Uno de sus potenciales clientes que comprará el biodiésel para mezclarlo es Refinor, y está en Tucumán.

El otro, YPF, tiene la planta en Luján de Cuyo (Mendoza), a una distancia equidistante a Frías y Rosario.

«El plan es avanzar en la cadena de valor tanto como podamos y poder hacer especialidades como la glicerina farmacopea a partir del glicerol o mezclas con la harina de soja», concluyó Lucci.

FUENTE: INFOCAMPO