El conflicto con el gigante asiático, que restringió importaciones de aceite de soja, y la necesidad de sustituir compras de combustibles que provienen del exterior, impulsan el interés oficial de pasar del 5% al 10%. En este escenario, el sector invertirá u$s300 millones en los próximos 12 meses.
El freno de las importaciones de aceite de soja argentino por parte de China puso en alerta al sector agroexportador.
No es para menos, es un negocio jugoso para la Argentina que supera los 1.500 millones de dólares anuales. Además, para este año, según estimaciones de la consultora Abeceb.com, el Gobierno esperaba recaudar unos u$s620 millones en concepto de retenciones a partir de los envíos al gigante asiático.
En medio de este conflicto, comenzó la guerra de acusaciones cruzadas: desde la Argentina apuntaron a Pekín al considerar esta medida un boicot, mientras que desde la administración de Hu Jintao aseguraron que la restricción se debe a cuestiones sanitarias y que, incluso, habían advertido al Gobierno argentino que estaba por entrar en vigencia este nuevo estándar de calidad.
Más allá de las razones que motivaron esta restricción, lo cierto es que las multinacionales dedicadas al procesamiento de soja se vieron obligadas a “barajar y dar de nuevo” al estar en riesgo el normal abastecimiento de un mercado que se llevaba prácticamente la mitad del aceite elaborado en el país.
En este sentido, el sector encontró rápidamente una buena “llave” en la industria del biodiesel, una actividad donde, incluso, empresas aceiteras tradicionales, como Vicentín o Aceitera General Deheza, ya pusieron un pie hace varios años.
Se trata de un rubro estratégico, dado que es un fuerte generador de divisas por exportaciones (unos u$s900 millones anuales) y, además, de a poco le está permitiendo al Gobierno disminuir el nivel de subsidios que paga para importar gasoil y evitar que el precio en los surtidores se desbande.
En efecto, en enero de este año comenzó a regir el corte obligatorio del gasoil con un 5% de biodiesel, que busca reemplazar la importación de combustibles para vehículos particulares y de transporte y hasta para la generación de energía.
A partir de esta ley, se estima que las plantas argentinas deberán destinar unas 800.000 toneladas de este biocombustible al mercado interno cada año.
Pero el Gobierno ya dejó en claro que la idea es ir más allá y restringir aún más la dependencia del exterior. Es por eso que, según fuentes del sector, el Ministerio de Planificación, que conduce Julio de Vido, avanzaría en la ampliación del cupo obligatorio del 5% que rige hoy, a un 10 por ciento.
Al respecto, Fernando Peláez, CEO de Unitec Bio -empresa propiedad de Eduardo Eurnekian-, y presidente de la Cámara Argentina de Biocombustibles (CARBIO), aseguró que “en estos momentos, la Secretaría de Energía está realizando una serie de ensayos para determinar la posibilidad de duplicar el corte”.
Además, el directivo destacó que este proyecto se está analizando de manera conjunta con todos los protagonistas del sector privado: los propios fabricantes de biodiesel, automotrices y empresas petroleras, responsables de la distribución de este combustible alternativo.
En la misma línea, Claudio Molina, director ejecutivo de la Asociación Argentina de Biocombustibles e Hidrógeno (AABH), que desde hace más de una década viene brindando asesoramiento a empresas y al sector público, ratificó que Planificación está estudiando la propuesta y que “todos los interesados están buscando alcanzar un consenso”.
Molina se mostró confiado en que, antes de que finalice 2010, ya va a estar vigente el nuevo corte.
Respecto al nivel que fijaría el Gobierno, todavía no hay precisiones. Si bien se habla de un 10%, Peláez aseguró que también se estudia partir de un piso del 8 por ciento.
Al respecto, Molina consideró mejor evitar un corte intermedio: “Si fuésemos directamente al 10% nos ahorraríamos un paso”. Sin embargo, destacó que “igual es positivo porque sabemos que se está buscando consenso y que todo lo que estipule el Gobierno se va a lograr en base al consentimiento de todos los interesados, es decir, que no va a salir como una imposición de una sola parte”.
Una oportunidad para el Ejecutivo
Más allá del número final, el ministro de Planificación días atrás dejó en claro que la apuesta será ampliar la participación de recursos energéticos alternativos. «El plan del Gobierno junto con los productores de biocombustibles es que la Argentina no importe más gasoil, a partir de la incorporación de la matriz energética del biodiesel y por supuesto del bioetanol», disparó De Vido.
Incluso, deslizaron desde esa cartera que, esperan elevar en el futuro el corte de gasoil con biodiesel al 20 por ciento para las centrales de generación como las de Campana (Buenos Aires) y Timbres, así como también para las que está construyendo Enarsa, en Barragan y Santo Tomé (Santa Fe), que estarán funcionando a comienzos de 2011.
En este contexto, José Luis Martínez Justo, titular de la Cámara de Empresas Productoras de Energía y Biocombustibles (CEPEB), que nuclea los fabricantes medianos y pequeños, aseguró que “el plan de aumentar el corte es clave para el Gobierno porque así superaría el escollo de tener que seguir pagando subsidios por el gasoil”.
“La transformación de aceite de soja en biodiesel para el mercado interno es una excelente opción. La crisis se convirtió en una oportunidad”, destacó Molina, aludiendo al conflicto que la Argentina tiene con el gigante asiático.
El potencial del “yuyito”
Para comprender cómo la industria de los biocombustibles puede ser la “rueda de auxilio” para la cadena de la soja en la Argentina, en medio del conflicto con China, basta saber que:
Según la AABH, actualmente la capacidad para la producción de este biocombustible es de 2,6 millones de toneladas.
El país tiene previstas exportaciones por 1,5 millones de toneladas de biodiesel para este año.
Durante este primer año de la entrada en vigencia de la ley, se destinarán al mercado interno 500.000 toneladas como parte del cupo para cortar el gasoil.
Por lo tanto, la industria está en condiciones de absorber automáticamente cerca de 600.000 toneladas de aceite de soja que no adquiera China -es decir, el equivalente al 30% de lo que anualmente se exporta a ese mercado- para la fabricación de biocombustibles, que podrán destinarse tanto a los mercados externos como a cubrir un potencial aumento del cupo.
En este contexto, Peláez destacó que en la Argentina, “de aquí al primer trimestre de 2011 se van a realizar inversiones por u$s300 millones que van a ampliar la capacidad instalada en unas 600.000 toneladas.
De este modo, en el corto plazo, entre la capacidad ociosa actual y la que se agregará a partir de estos emprendimientos, habrá posibilidades de producir 1,2 millones de toneladas extras que, según Molina, tranquilamente podrían permitir llevar el nivel de corte a un 15%, haciendo un ajuste en las exportaciones.
Al respecto, el directivo señaló que el sector proyecta seguir creciendo a tasas chinas y que los niveles de producción permitirán tener un muy buen equilibrio entre demanda interna y externa.
“Estimamos que, de las 3,2 millones de toneladas de capacidad que habrá en 2011 pasaremos, en dos años y medio, a unas 4 millones, mientras que, para el 2015, superaremos el techo de los 5 millones de capacidad instalada”, destacó Molina.
Sin “efectos colaterales”
A la hora de analizar las particularidades del uso de biodiesel e incrementar el corte al 10%, Molina aseguró que los automovilistas, “no van a tener que realizar ningún cambio en sus vehículos” y agregó que “sólo aquellas unidades anteriores a 1990 sí tendrán que incorporar pequeñas modificaciones”.
Además, destacó que “este biocombustible es un diesel premium. No tiene azufre y brinda un nivel de lubricación muy bueno para el motor, lo que posibilita un andar mucho más suave, sumado a que ayuda a reducir de manera sustancial la emisión de gases contaminantes”.
El directivo recalcó que las automotrices no van a tener problemas en aceptar este aumento del corte ya que “hay estudios que avalan las ventajas del uso del biodiesel”. Al respecto, hizo hincapié en un experimento que hizo la Universidad Técnica Nacional (UTN), que realizó más de 100.000 kilómetros con un vehículo con una mezcla conformada por un 20% de biodiesel con resultados muy alentadores.
A la hora de realizar proyecciones, Molina se mostró sumamente optimista: destacó que al igual que en 2009, la Argentina este año se consolidará en el primer puesto entre los exportadores de biodiesel y que, con el aumento de la capacidad, peleará por colarse entre los principales productores mundiales.
“El año pasado estábamos en el quinto puesto, detrás de Alemania, Brasil, Francia y Estados Unidos. Pero cuando se concreten estos proyectos, fácilmente vamos a estar disputando el tercer lugar”, aseguró el directivo.
Juan Diego Wasilevsky
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