Un panorama sobre la expansión del maíz y las plantas de bioetanol en los EE.UU.
El presente texto nos fue remitido por el CPN Claudio Molina (Director Ejecutivo de la Asociación Argentina de Biocombustibles e Hidrógeno), se trata de un interesante artículo publicado hace un mes en The Economist, cuya traducción pertenece al Dr. Lucio Reca. Puede resultar un poco extenso para la web, pero vale la pena leerlo.
Usted puede pensar que la apertura de una nueva planta de etanol en Nevada, Iowa, un pueblo de 6.700 habitantes en el centro del Estado, sería de interés para los agricultores locales solamente, quienes llevan su maíz a esa planta para su transformación en combustible para automóviles. Pero si pensara así, usted estaría equivocado.
Los inversores en la planta incluyen a quien lleva combustible para la planta, a un par de proveedores de repuestos de John Deere, al chofer del ómnibus escolar del pueblo. Ellos son algunos de los 900 pequeños inversores que participan de este emprendimiento.
La refinería de Nevada, como muchas otras en el corn belt, es vista como el instrumento que permitirá el sostenido progreso de la comunidad.
El etanol de maíz no es ni barato ni especialmente «verde» (amigable para el medio ambiente): requiere grandes cantidades de energía para ser producido. La producción ha sido estimulada por cuestionables ayudas del Gobierno Federal y de los gobiernos estatales que incluyen subsidios, la promoción de mezclas de combustibles fósiles con renovables y una elevada tarifa que previene la importación de etanol extranjero.
El Gobierno Federal ofrece a los productores de etanol un subsidio de 51 centavos de dólar por galón (0,40 pesos por litro) mientras un número creciente de estados propician el uso de E85, un combustible con 85% de etanol y 15% de nafta. Desde que los precios del petróleo superaron los U$S 30/barril (en la actualidad son más del doble) la capacidad de producir etanol ha crecido rápidamente.
Aunque el país está experimentando con otros combustibles renovables de base agrícola, de factibilidad variable, que van desde el biodiesel a los derivados de los árboles (mucho más amigables desde el punto de vista ambiental), el gran boom, ha sido el del alcohol de maíz.
California ha ayudado a mostrar el camino. Cuando el Estado prohibió el uso del metilter-butil-eter (MTBE) como aditivo a los combustibles, en el año 2003, todo el mundo tuvo que utilizar etanol en su lugar para poder cumplir con los estándares de aire limpio. A partir de ese momento las plantas locales productoras de alcohol comenzaron a recibir un subsidio de 40 centavos de dólar por galón (pesos 0,10/litro).
Fuera de California los estados más ávidos de subsidiar el etanol fueron los del corn belt, con sus dorados campos de maíz. Wallace Tyner, un economista agrícola de la Universidad de Purdue señala que los Estados que subsidiaron primero (Illinois, Iowa, Minnessota y Nebraska) ya estaban construyendo numerosas plantas para producir etanol antes de 2004, en tanto que los estados de corn belt que no subsidiaron (Indina, Ohio), sólo comenzaron a hacerlo cuando los precios del petróleo comenzaron a subir.
Desde entonces las áreas rurales de la región han sido barridas por la locura del etanol, con nuevas plantas brotando por todos lados. Iowa, en el corazón de la zona maicera ya tiene 28 refinerías de etanol que producen 7 mil millones de litros de alcohol por año, casi una tercera parte de la producción nacional. En la actualidad se están construyendo muchas nuevas plantas y expandiendo plantas existentes.
Aunque firmas de la importancia de Archer Daniels Midland han construido muchas refinerías de etanol, cooperativas de agricultores e inversores locales han estado activamente involucradas en la expansión de la capacidad instalada.
Los primeros grupos locales en construir plantas fueron aquellos ubicados en áreas remotas donde los precios del maíz sufren recortes importantes por los elevados costos de transporte hasta los mercados. En Iowa esa es la situación en el noroeste del estado, que tiene excelente rendimientos pero recibe de u$s 0,25-0,50 menos por bushel (30 a 60 pesos/tonelada) porque está lejos de las barcazas de Mississipi.
La misma lógica se aplica a los condados del este de las Dakotas, del Sudoeste de Minnesota y a otras partes alejadas de los mercados. Mientras se pueda construir una refinería cerca del ferrocarril, dice Key Eriksen en Informa Economics, una firma especializada en investigación agrícola, que es más económico convertir el maíz en etanol y enviarlo a mercados distantes.
Toda la actividad descrita beneficia a las comunidades rurales y a las industrias relacionadas, tanto grandes como pequeñas. Los precios de la tierra en Iowa han aumentado 10% en 2006, y continúan subiendo. Se crea empleo como consecuencia de la instalación de las plantas productoras de etanol.
En Dakota y en Macus, donde se han instalado algunas de las refinerías más modernas como resultado de los altos precios del petróleo y de los subsidios al etanol, los inversores locales han invertido en mejorar sus viviendas, en maquinaria agrícola y en los institutos de educación de sus áreas.
Alguna gente en Iowa comienza a hablar del ganado. Además de extraer el almidón del maíz para transformarlo en combustible, las plantas productoras de etanol convierten el resto del maíz en «granos de destilería» (DDG) que contienen las proteínas del maíz y otros nutrientes y que son crecientemente utilizados como alimentos para bovinos, cerdos y aves cerca de las plantas de etanol, en todo el país. El Gerente de una planta en Iowa dice «le sacamos el dulce al maíz y con el resto alimentamos cerdos».
Sin embargo, aunque Iowa tiene muchos cerdos, los DDG funcionan mucho mejor como forraje para ganado bovino, tanto de carne como de leche. De acuerdo con investigadores de la Iowa State University, las plantas instaladas en Iowa producen 5 veces del forraje necesario para alimentar la totalidad del ganado lechero del Estado. Muchas de estas refinerías tienen, en consecuencia que utilizar mucha energía para secar los DDG a fin de poder enviarlos a Texas y otros estados ganaderos del sur.
Dando los DDG directamente a animales próximos a las plantas disminuiría sus requerimientos de energía y los costos de transportes de los DDG. La gente en Iowa y otros estados del Medio-Oeste piensan que esta abundancia de forraje va a traer un boom de la producción de carne y de leche en la región. Por otro lado muchos inversores ven una excelente razón para construir plantas de etanol en Texas, donde hay mucho ganado.
Una amenaza más seria a largo plazo para las plantas de Iowa puede provenir de otros biocombustibles. El gobierno nacional ya esta subsidiando inversiones en, por ejemplo, el desarrollo de la producción de etanol celulósico, que puede convertir un vasto conjunto de plantas en combustible.
El proceso es todavía muy ineficiente. Los habitantes de Iowa no parecen preocuparse por este tema. Por un lado, aun si el etanol celulósico fuera viable, no lo sería corto plazo. Mas aún, aunque el switchgrass y otras plantas pudieran cultivarse en otra parte que no fuera el Medio-Oeste, la gente de Iowa se beneficiaría por el hecho que los tallos y chalas del maíz también podrán ser utilizados para producir etanol celulósico.
En lugar de afligirse por su incierto futuro, los agricultores están sembrando tanto maíz como pueden, esperando a la vez que los precios del petróleo se mantengan elevados.
Fuentes: El Enfiteuta/ e-campo.com