La “colonización” silenciosa: argentinos manejan la mitad de los campos del Uruguay.
Las retenciones y los continuos ruidos políticos provocaron una avanzada sin precedentes en apenas dos años. La búsqueda de negocios crece y parece no tener fin, ahora potenciada por el perfil pro empresa de Mujica. ¿En qué país se obtiene mayor rentabilidad?. Números reveladores de este fenómeno.
Los productores argentinos, en los últimos meses, profundizaron fuertemente su poderosa estrategia de “colonización agrícola silenciosa».
Con capital fresco disponible y todo el know how logrado a nivel doméstico, pooles de siembra y empresarios particulares, no sólo cruzaron el charco, sino que directamente edificaron un poderoso puente productivo entre la Argentina y Uruguay que prácticamente “borró” las fronteras virtuales entre ambas economías.
Los datos son contundentes: la “legión argentina” con la que deben convivir los ruralistas uruguayos ya es mayoría.
No es para menos, en los últimos tres años, prácticamente cada nuevo centímetro de tierra que se incorporó al ciclo agrícola y pasó a estar disponible para ser cultivado fue, o comprado o arrendado por argentinos que, ahuyentados por la inestabilidad política local y entusiasmados con el nuevo perfil del flamante presidente José Mujica –que invitó abiertamente a los empresarios a invertir en su país- no dudaron en profundizar sus negocios en ese territorio.
En diálogo con iProfesional.com, Gustavo López, director de la consultora Agritrend, especializada en el mercado granario, aseguró que la participación de productores argentinos en Uruguay comenzó en 2003; se intensificó en 2008, con la crisis desatada entre campo y Gobierno, y volvió a crecer dramáticamente en los últimos meses.
“Hoy estimamos que cerca de un 55% de todas las hectáreas que se cultivan allí están en manos de argentinos”, disparó López.
En la misma línea, desde sus oficinas en Montevideo, Eduardo Blasina, director de Blasina & Tardáguila, una de las principales consultoras en agrobusiness, confirmó que “más de la mitad de nuestra tierra ya la están trabajando argentinos. Es más, ya no queda un solo inversor importante que no esté instalado aquí”.
En este contexto, la célebre frase “nadie es profeta en su tierra” cobra más vigencia que nunca en el país vecino. Sucede que, a partir de esta “avanzada colonizadora”, sumado a la fuerte presencia de empresarios brasileños –que apuestan más que nada por el arroz-, se fue «corriendo» del mapa a los productores uruguayos, a tal punto que hoy trabajan apenas 35 de cada 100 hectáreas.
Un lugar para grandes y chicos
Según López, “en su mayoría, los que decidieron cruzar la frontera fueron los grandes pooles”. Entre ellos están Los Grobo, que actualmente manejan unas 70.000 hectáreas y El Tejar, compañía desde donde confirmaron a iProfesional.com que este año esperan obtener unas 750.000 toneladas, convirtiéndose en uno de los jugadores más fuertes de ese territorio.
Sin embargo, la “legión” no está conformada únicamente por grandes empresarios con tradición en agronegocios.
Desde Montevideo, Sebastián Gutiérrez, socio de Uyinvest Inversiones Sustentables, aseguró que “cada día tenemos inversores más chicos que, por todos los problemas que tienen en la Argentina, cada vez miran más a Uruguay”.
De hecho, la compañía está operando actualmente un pool conformado únicamente por 10 argentinos. “Son ingenieros civiles, médicos, profesionales que tienen entre u$s20.000 y u$s30.000 y no saben qué hacer con su dinero en su país y deciden ponerlo en tierras uruguayas”, explicó Gutiérrez.
Desde Uyinvest, además, destacaron que actualmente, a través de su página web, reciben unas 60 consultas por mes y que “todas son de argentinos. Cada tanto recibimos a algún uruguayo, pero no es usual”.
Una avanzada sin límites
En 2008, al entrar en vigencia las polémicas retenciones móviles que “mordían” y quitaban a los productores gran parte de la renta extraordinaria que se lograba en ese entonces por los excelentes precios internacionales, se produjeron fuertes desplazamientos hacia Uruguay.
En aquel entonces, la “legión colonizadora” pasó a dominar el 35% de las 1.144.000 hectáreas disponibles para cultivo.
Un dato a destacar es que, para 2009, la frontera agrícola se amplió hasta 1,6 M de hectáreas, es decir, que al negocio se incorporaron más de 400 mil desde 2007.
Lo interesante es que, en el mismo período, las tierras trabajadas por argentinos pasaron de poco más de 400.000 a 867.000 hectáreas. En síntesis: ese incremento, en valores absolutos, es muy superior a la cantidad de nuevos suelos que fueron destinados a cultivo en todo el Uruguay.
En otras palabras, los argentinos fueron los grandes responsables de ese dinamismo, atraídos por la buena rentabilidad que allí ofrece la soja.
Desde Blasina & Tardáguila confirmaron que el mayor interés de los inversores está en la oleaginosa: “La soja este año ocupa más de 800.000 hectáreas (50% del total). Se multiplicó por 80 en apenas diez años. Y, de continuar así, se espera que en dos o tres campañas este nivel se incremente un 50 por ciento más”.
Las razones de la expansión
La Argentina, dependiendo los cultivos y las zonas, continúa siendo un buen negocio: este año, según datos del Ministerio de Agricultura, se alcanzaría una cosecha de 95 millones de toneladas, muy superior a la anterior, que se vio fuertemente perjudicada por la sequía.
Sin embargo, los expertos destacan que, quien decide mudar parte de sus inversiones al país vecino, lo hace con el objetivo de diversificar el riesgo e, incluso, de obtener una mejor rentabilidad por hectárea.
En un partido de fútbol, un equipo gana o pierde por las virtudes y los defectos propios y los del rival. Lo mismo sucede con las inversiones agropecuarias. La Argentina tiene su competitividad natural, propia de la Pampa húmeda, pero la misma se ve claramente opacada por los ruidos políticos continuos, el conflicto latente campo-Gobierno, el cierre constante de las exportaciones y una implacable maquinaria impositiva.
Del otro lado de la frontera, la frase “reglas de juego claras” es música para los oídos de los inversores. Además, no hay retenciones, el “pequeño” gran detalle que hace demasiado atractivo un proyecto en ese país.
Desde Agritrend, López destacó que hay todo un abanico de variables a tener en cuenta: “El hecho de que el gobierno vecino no aplique derechos de exportación es fundamental. Además, si bien los rendimientos son algo menores, esto se compensa con que hay precios de venta o alquiler más bajos”.
Al respecto, Blasina sostuvo que “Uruguay tiene un diferencial a favor muy importante. La posibilidad de aplicar retenciones está descartada por todo el espectro político y acá nadie plantea cambiar las reglas. Para nosotros, los precios los forma el mercado, no se tocan, y somos coherentes con esta estrategia dado que la exportación tiene un rol central en nuestro país. Esto es crucial, sería un disparate poner trabas a las ventas al mundo”.
Cabe destacar que, desde el voto “no” positivo de Julio Cobos en el Senado, aquella fría noche de julio de 2008, los derechos en la Argentina quedaron en 35% para la soja, 32% para el girasol, 23% para el trigo y 20% para el maíz.
“Que haya tantos argentinos se debe a que, además de que privilegian vender granos sin retenciones, también ven la diferencia entre políticas del momento o de largo plazo”, agregó Blasina.
El doble de rentabilidad, negocio redondo
Oscar Alvarado, CEO de El Tejar, el gigante agropecuario que produce 3.000.000 de toneladas anuales en seis países de Sudamérica, destacó que “desgraciadamente, como argentinos, hoy la rentabilidad sobre el capital invertido en un negocio agrícola bien hecho es inferior en la Argentina”.
“La rentabilidad acá es prácticamente la mitad que en Uruguay”, recalcó.
Para el empresario, si la situación institucional entre la Argentina y el país limítrofe fues igual, “el lugar más competitivo para producir soja, trigo o maíz, sería la Pampa húmeda, lejos. Es uno de los mejores lugares de todo el mundo”.
Sin embargo, lo dramático es que “toda la red que se había generado en agroindustria, entre contratistas, proveedores y productores, todo eso que teníamos hace cuatro o cinco años, debido a todos los conflictos internos, se debilitó. Lo que provocamos es una destrucción fenomenal de las ventajas competitivas”.
En este contexto, Alvarado se lamentó de que “hoy el negocio agrícola está seriamente dañado, con mucho más riesgo, con empresas chicas, medianas y grandes endeudadas. La verdad es que hoy la actividad en el país es de baja renta y alto riesgo”.
Una polémica que crece
Ante la ola “colonizadora”, hay voces a favor y en contra.
Un ex directivo de la Federación Rural del Uruguay e importante productor agropecuario, que accedió a hablar bajo estricto off the record, destacó que esta avanzada “es preocupante”.
“En nuestro propio país nosotros manejamos apenas un tercio de la producción. Entiendo que los argentinos y brasileños trajeron know how, pero esto no puede darse a cambio de que sean desplazados los pequeñísimos productores locales”, disparó.
Si bien todos los grandes jugadores ya están instalados en el país vecino, los críticos a esta expansión aseguran que hay lugar para que se profundice la “colonización”.
”A medida que se expanda la frontera agrícola, si los argentinos ganaron tanto terreno, ¿cómo no pensar que también van a manejar las nuevas tierras?”, sostuvo el empresario.
Además, el temor va en crecimiento, sobre todo después del mensaje del flamante presidente, José Mujica, quien desplegó su artillería y sedujo a los hombres de negocios de la Argentina durante un encuentro en Punta del Este con su ya clásica frase: “Jugala acá que no te van a expropiar, ni se doblarán los lomos con impuestos”.
”No descartamos que vengan más empresarios”, alertó el productor. Y, frente a este panorama, llegó a una conclusión por demás llamativa: “Qué paradójico. A veces estar en un país con reglas de juego claras puede tener su lado negativo”.
Como contrapartida, Leandro Gómez Vásquez, presidente de la Asociación Rural de Uruguay (ARU), aseguró que “las empresas serias que vienen de la Argentina contratan ingenieros, invierten en tecnología y esto es lo que permite que siga avanzando la frontera agrícola”.
Consultado sobre iniciativas como el polémico proyecto de ley del 2008, que finalmente fue cajoneado, que pretendía prohibir la compra de tierras a extranjeros en una franja de 50 kilómetros sobre la frontera oeste, el presidente de la entidad aseguró que “somos contrarios a poner limitaciones».
“Para nosotros es positivo que inviertan, porque la revolución agrícola vino del otro lado de la frontera, de eso no hay dudas. Por suerte, el nuevo ministro de Agricultura (Tabaré Aguerre) no comparte la filosofía de esos proyectos que buscan regular la compra de tierras. Ese tipo de iniciativas son para la tribuna. No forman parte de un estilo de hacer política, como el que tenemos en Uruguay”, destacó.
La avanzada es un hecho y está claro que, en la medida en que la tensión política entre el campo y la administración kirchnerista no se termine, y el país vecino continúe apostando a una visión de largo plazo, este fenómeno irá en crecimiento.
Juan Diego Wasilevsky
(c) iProfesional.com
Fuente: IPROFESIONAL
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