Informe de AACREA / Experiencias productivas en el sudeste bonaerense.
Crece la demanda internacional; la posibilidad de incorporar el cultivo a la rotación agrícola cuenta ahora con nuevas variedades, además de un paquete tecnológico probado y mayores compradores.
En la Argentina se observa un renovado interés en el cultivo de colza a partir de la creciente demanda internacional que experimenta esta oleaginosa. La posibilidad de incorporar el cultivo a la rotación agrícola se presenta ahora con nuevas variedades, además de un paquete tecnológico probado y mayor cantidad de compradores.En la actualidad, se trabaja para solucionar los problemas que en el pasado frenaron el desarrollo de la colza en nuestro país, tanto en lo relativo a la implantación y la fertilización, como a las enfermedades y a la cosecha del cultivo.
Pero para que su incorporación en la rotación resulte exitosa es necesario acatar las siguientes premisas: a) obtener rendimientos estables superiores a 2000 kg/ha; b) lograr un adecuado doble cultivo con soja o maíz, y c) emplear fechas de siembra tempranas, para cosechar con anticipación suficiente y adelantar la fecha de siembra de los cultivos de segunda.
En un trabajo elaborado por el asesor privado Pablo Casalá para Aacrea, se describen cuáles fueron las experiencias productivas de este cultivo en la región sudeste de Buenos Aires.
Implantación
Según el especialista, la implantación es el aspecto más importante para el éxito de este cultivo. Hay que elegir potreros que no se encharquen y que tengan una baja población de malezas crucíferas. También es conveniente elegir lotes en los cuales se hayan aplicado recientemente herbicidas residuales.
En cuanto al sistema de siembra, con labranza convencional se logra una mejor implantación del cultivo; hay que obtener una cama de siembra firme y pareja, que asegure un buen contacto de la semilla con el suelo.
En tanto, los mayores problemas de implantación y supervivencia del cultivo se registran en planteos de siembra directa. Aquí el manejo de los rastrojos juega un papel fundamental; según cada situación habrá que utilizar distintas herramientas. Por ejemplo, es preferible elegir antecesores con menor volumen de rastrojo, como el girasol; reducir la cobertura confeccionando rollos y quitar los residuos de la línea de siembra con barrerrastrojo, entre otras alternativas.
La temperatura óptima del suelo para lograr una germinación rápida y uniforme se ubica por encima de los 10º C. Esto se logra con siembras tempranas o con siembras sin cobertura en implantaciones más tardías. Para crecer, la colza necesita una temperatura media superior a los 5º C.
En la localidad bonaerense de Azul, en los meses de junio y julio la colza suele registrar un crecimiento muy lento. Por esta razón, si se siembra a fines de mayo, en junio y julio se tendrá el cultivo en cotiledón y un par de hojas; y en ese estadio no tolera heladas.
Al momento de producirse las heladas fuertes, es necesario que la colza tenga de cuatro a ocho hojas para evitar la pérdida de plantas. Pero cuando nos encontramos en un sistema con mucho volumen de rastrojo, es necesario contar con una planta en un estadio de ocho hojas. También es importante evitar que la floración tenga lugar en los meses del invierno, eligiendo el ciclo adecuado para que aquélla ocurra cuando las heladas empiezan a ser más leves. Una vez que se tienen contemplados estos factores para cada antecesor, sistema de labranza y tipo de lote, se debe ubicar el momento de siembra y su ciclo correspondiente.
Respecto de la densidad de siembra, este aspecto dependerá del sistema de siembra -convencional o directa- y del ciclo de la variedad: invernal o primaveral. Con un cultivar invernal se busca una densidad de 40 a 60 plantas/m2 y en uno primaveral se apunta a 60 a 100 plantas. Esto se logra normalmente con 4 a 6 kg/ha de semilla; las cantidades más altas corresponden a los sistemas de siembra directa.
En cuanto a la profundidad de siembra, para lograr un porcentaje satisfactorio de plantas logradas es muy importante ubicar correctamente la semilla a dos centímetros de la superficie.
En planteos de siembra directa es necesario tener en cuenta que la cobertura que está por encima del suelo en la línea de siembra, obligará a la planta a estirar el hipocótile por encima de ella y determinará una conformación larga y fina, con menos resistencia a condiciones adversas, tales como heladas o insectos.
En siembra convencional se utilizan todos los surcos de la sembradora de grano fino. Para este propósito, es ideal utilizar el cajón alfalfero, que permite una correcta dosificación de la densidad buscada.
En siembra directa es conveniente contar con una máquina con barrerrastrojos; en este caso, no hay diferencias de rendimiento por sembrarla surco por medio (hasta 45 centímetros). En lo que respecta a la velocidad de siembra, es muy importante no superar los cinco kilómetros por hora, para que el cuerpo de la máquina copie correctamente el suelo y ubique la semilla a no más de dos centímetros de profundidad.
Fertilización
Los criterios más importantes por tener en cuenta al momento de fertilizar la colza son los siguientes: a) el cultivo demanda altas cantidades de nitrógeno, fósforo y azufre y b) necesita una fertilización balanceada de los tres elementos.
Las dos enfermedades más importantes en el cultivo son Phoma (Leptosphaeria maculans), también llamada «Black Leg», y alternaria (Alternaria brassicae).
Al producirse la madurez del cultivo, se puede optar entre dos sistemas de cosecha ampliamente difundidos: a) la trilla directa y b) el corte, hilerado y cosecha. Este es un momento crítico para el resultado económico del cultivo, por lo que es muy importante elegir correctamente el método de trilla.
Actualmente se cuenta con un mayor grupo de variedades que en el anterior ciclo del cultivo, desde materiales invernales -con ciclo largo y requerimientos importantes de frío- hasta variedades primaverales de ciclo muy corto.
Fuente: Diario La Nación