Granos como el maiz seran parte creciente de las energías limpias en la producciòn de etanol.
En Buenos Aires, altos ejecutivos de Basf plantearon los dilemas que se vienen. Y sus posibles soluciones.
Apenas un puñado de números alcanzan para graficar el tamaño del desafío que enfrenta la humanidad, en cuya resolución la producción agropecuaria ocupará un rol central. Veamos:
En 2025, dos tercios de la población mundial vivirá en ciudades.
En el 2030, se necesitará 50% más energía que hoy para que todo siga funcionando.
En el 2020, habrá 1.200 millones de autos en el mundo.
En el 2050, el planeta tendrá 9.000 millones de habitantes.
Estas cifras, presentadas durante un encuentro con la prensa que mantuvieron altos ejecutivos de Basf esta semana en Buenos Aires, definen algunas megatendencias globales, que exigirán un gran esfuerzo de innovación para darles respuesta.
Stefan Marcinowski, responsable mundial de la División de Protección de Cultivos, Pinturas e Investigación de la compañía, y de Basf «Plant Science», planteó tres caminos concretos para resolver aquellos desafíos.
Explorar nuevas fuentes de energía fósil.
Innovar en energías renovables para combatir el cambio climático reduciendo las emisiones de carbono.
Incrementar la eficiencia en el uso de la energía.
De acuerdo a las cifras que suministró la compañía, hasta hace poco la energía que se generaba en el mundo era 80% de origen fósil y sólo 10% obtenida a partir de biomasa.
En el primer segmento, Basf está explorando posibles fuentes nuevas de energías fósiles, incluyendo gas en Argentina, una actividad suya que quizás no sea muy conocida. Pero, en 2008, el 20% de la producción de gas que obtuvo este gigante químico de origen alemán tuvo su origen en nuestro país.
Marcinowski sostuvo que, en cuanto a las energías renovables, es clave ampliar la base de materias primas que pueden utilizarse, entre las cuales las fuentes vegetales deben ocupar un lugar central.
En ese sentido, destacó una ecuación interesante. Dijo que, para reemplazar al 10% del petróleo que se consume hoy en el mundo, por fuentes de energía vegetales, habría que utilizar el 30% de la tierra destinada a cultivos.
Esa cantidad plantea el enorme desafío de aumentar la productividad por unidad de superficie.
«Los recursos de tierra son limitados. El rendimiento por hectárea será fundamental. Tenemos que duplicar la producción, pero teniendo en cuenta que no habrá mucha más tierra para trabajar», desafió Marcinowski.
Para eso, planteó un escenario en el que se requiere innovación en biotecnología, fitosanitarios, fertilización y semillas, mecanización y riego, entre otros puntos.
En la Argentina, todos esos elementos, incorporados en el sistema de siembra directa, han resultado en conjunto un enorme aporte para el «secuestro» de carbono, reduciendo su emisión a la atmósfera, eje central del debilitamiento de la capa de ozono y del cambio climático.
En cuanto a los biocombustibles, destacó el rol que cumplirán tanto el biodiésel como el etanol, tanto de primera como de segunda generación. Y, finalmente, insistió en un concepto clave: incrementar la eficiencia en el uso de la energía.
Con esas líneas conductoras, Basf invierte 1.350 millones de euros anuales en investigación y desarrollo. Un 24% de eso se aplica a su división de protección de cultivos, el segmento de actividad de este gigante químico que más recursos recibe en esta materia.
Este marco general global se aplica sin dudas a la Argentina, que jugará un rol central en la provisión de alimentos en los próximos años. Justamente, Diego López Casanello, presidente de Basf para Argentina, Uruguay, Paraguay y Bolivia, recordó que en los últimos 20 años la Argentina creció en promedio un 3,5% anual.
«De los países en desarrollo, está entre los que más creció», remarcó López Casanello, que durante el evento firmó un acuerdo de colaboración entre su compañía y el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI), para trabajar en conjunto en la investigación de las cuestiones vinculadas a la eficiencia energética.
El ejecutivo se manifestó convencido de que «el crecimiento que registró el país en los últimos 20 años se va a repetir en los próximos 20» y consideró que el hecho de que «en Argentina no estamos exentos de las tendencias mundiales», constituirá una garantía de involucramiento directo del país en el abastecimiento de las necesidades del planeta, en lo cual tallará fuerte el sector agropecuario.
El carbono
Basf es la primera empresa del mundo que compila voluntariamente y con frecuencia los detalles de su «huella de carbono». Los resultados de 2008 demuestran que sus productos, cuando sus clientes los utilizan, evitan tres veces más las emisiones de gases de efecto invernadero que las emisiones generadas durante los procesos de producción y hasta su destino final, indicó Basf. La compañía aplica el principio de «ciclo de vida» para calcular las emisiones. Es decir, analiza el ciclo de vida completo de los productos. Esto involucra no sólo el análisis de las instalaciones internas, sino también las materias primas y los insumos y cómo se producen y transportan, además del destino de los productos químicos al final de su vida útil.
Sergio Persoglia
Fuente: Sumplemento Clarín Rural, Diario Clarín