Esta es la histora de cómo un país perdió el liderazgo en manos de su socio.
Realidades y futuros distintos, contados por Grobocopatel y expertos.
La Argentina se despidió de un 2009 para el olvido. Si bien la crisis no tuvo un impacto depredador sobre la economía, las “heridas de guerra” están a la vista y serán la piedra en el zapato de la actual administración durante el 2010.
Al complejo panorama fiscal se suma el problema del campo que, si bien comienza a mostrar signos de vida y levantar cabeza gracias a la importante cosecha que se proyecta, gran parte de los productores todavía se encuentran en “terapia” tras padecer la mayor sequía de las últimas décadas.
Y enfrente está Brasil, con una situación diametralmente opuesta: fue el primer país del continente en dejar atrás la crisis y, según su presidente, Luis Inácio Lula da Silva, se prepara para atravesar 2010 de una manera “confortable”.
«Soy más optimista que cualquier ciudadano brasileño, creo que nunca estuve tan optimista como ahora. Vamos a prepararnos y a trabajar porque lo que importa ahora es tener mucha cautela, pero también mucha osadía», disparó el mandatario.
Lula agregó que el país “no va a parar más» y reiteró que, en los próximos años, estarán entre las cuatro o cinco economías más poderosas del mundo.
Un hermano… que compite (y gana)
Si bien se trata del principal socio comercial y su recuperación es vista como una oportunidad de crecimiento para los empresarios argentinos, lo cierto es que Brasil «en los últimos años se ha situado como un competidor de Argentina en muchos productos que, en el pasado, nuestro país era exportador neto”, destacaron desde la consultora Abeceb.com.
Al respecto, alertaron que la brecha entre los dos países se extendió en los últimos años ya que durante 1998, el gigante sudamericano exportaba 1,9 veces más que la Argentina y en 2009 la diferencia se amplió hasta casi 3 veces.
En este contexto, la gran carrera se juega en el terreno de los alimentos, donde Brasil, que antes dependía fuertemente del abastecimiento de la Argentina en varios rubros, se fue haciendo cada vez más autosuficiente hasta convertirse, incluso, en un jugador de clase mundial.
“Ellos tienen todos los condimentos para ser el verdadero granero del mundo y están en condiciones de ser el primer oferente de materias primas y productos elaborados”, destacó Gustavo López, director de la consultora Agritrend.
Como contrapartida, se quejó de que “la Argentina en muchos sectores está estancada. Hay que cambiar con urgencia la política agropecuaria porque, a este ritmo, no vamos a crecer más”.
El gigante sudamericano, hacia la revolución agropecuaria.
En lo que respecta al mercado de granos, según López, el dato más llamativo es que “en los años ´60 la Argentina y Brasil tenían una superficie de siembra muy parecida, de entre 10 y 12 millones de hectáreas, respectivamente. Pero hoy nosotros estamos en 26 millones y ellos saltaron a 44 millones”.
Por el lado de la producción, las diferencias son más notables: “En cuanto al volumen de granos, estuvimos durante 25 años empatados, prácticamente en los mismos niveles, pero en los ochenta comenzaron a despegarse. Hoy nosotros vamos camino a producir 83 millones de toneladas en la campaña 2009/10 y Brasil va a superar las 145 millones”.
“La combinación de un crecimiento de área y la incorporación de tecnología le permitió a Brasil despegar con un ritmo sin precedentes. De hecho, dentro de los jugadores más importantes, es el país que tiene la tasa de crecimiento más alta del mundo”, explicó López.
Nadie se quiere quedar afuera
En este contexto, desde hace unos años no sólo se destaca el fenómeno de empresas brasileñas que salen de “shopping” por tierras locales. Sino que también crece la presencia de emprendedores argentinos que no quieren quedar afuera de la “locomotora” brasileña.
Es una realidad: hoy los grandes productores locales, piensan más en el “paraíso” de Lula que en la conflictiva Argentina, donde hasta hace pocos días la Comisión de Enlace evaluaba la posibilidad de volver al paro y reanudar la pelea con el Gobierno K.
Uno de los casos más interesantes es el de Los Grobo. “En 2009 facturamos cerca de 800 millones de dólares. Además, cerramos habiendo sembrado unas 260 mil hectáreas y originando unas 2,5 millones de toneladas de granos”, explicó Grobocopatel, quien recalcó que “de todos estos números, el 50% correspondió a la Argentina”.
Sin embargo, de cara al futuro, el productor sojero más importante del país, aseguró que “vamos a empezar a crecer mucho más rápidamente en Brasil, por todas las previsiones de expansión del área”.
De este modo, la Argentina va dejar de representar el 50% de la facturación, “para pasar a ser el 40 o 35% del negocio”, explicó.
“Desde hace tiempo se están incorporando grandes masas de gente al consumo de alimentos basados en proteínas y aceites. En un par de décadas se va a necesitar el doble de producción de granos. ¿De dónde va a salir esa producción? El 50% va a provenir del Mercosur, una de las zonas más favorecidas del planeta”, explicó Grobocopatel.
Sin embargo, los mayores “beneficios” se los llevará el país vecino: “En la Argentina, donde se cultivan hoy 30 millones de hectáreas, es probable que se pueda crecer entre un 10 y un 20%, no mucho más que eso. Y en Brasil, donde hoy se trabajan 55 millones de hectáreas, en el futuro la superficie podrá crecer un 60% más”, agregó el presidente de Los Grobo.
Por su parte, Gustavo López fue más allá: destacó que “entre el Centro, el Norte y el Nordeste brasileño, hay 100 millones de hectáreas agrícolas potenciales. De ese total, por tipo de suelo y régimen de lluvias, 55,6 millones se podrían dedicar al cultivo de soja». Este es un dato trascendental, dado que implicaría duplicar la superficie actual.
En este contexto, aseguró que “con un rinde lógico, esas tierras, si se comenzaran a explotar, en el término de diez años podrían producir unas 156 millones de toneladas de oleaginosa extra”.
Teniendo en cuenta que hoy Brasil produce un total de 140 millones de toneladas de granos, el gigante sudamericano “se podría encaminar a producir cerca de 300 millones de toneladas”.
“La capacidad que tienen es infernal”, sintetizó López, aunque aclaró que, para eso, “se deberán hacer muy fuertes inversiones en logística, puertos, infraestructura y analizar seriamente el impacto ambiental de semejante ampliación de la frontera agrícola”.
Como contrapartida “la Argentina, en el mediano plazo, podría incorporar un 20% más de hectáreas, no mucho más. Con esto se podría pensar en una producción de hasta 150 millones de toneladas, la mitad de lo que podría producir Brasil. Y, al igual que en ese país, aquí tendríamos que hacer enormes inversiones. El problema es que si seguimos con esta política no vamos a poder llegar nunca a esa meta”.
Las retenciones, un incentivo para cultivar en Brasil
Lo que más critican los expertos es el régimen impositivo que aún pesa sobre el campo.
Al respecto, Grobocopatel destacó que “para los productores tiene que haber reglas de juego claras, consensuadas y no como actualmente sucede, que existe un diseño impositivo que se lleva el 80% de la utilidad. Si a un trabajador le digo que el 80% de su sueldo comenzará a destinarse a pagar impuestos, los incentivos para seguir trabajando serán muy bajos. Por eso, hay que buscar una forma de pagar impuestos y al mismo tiempo crear incentivos para que se vuelva a sembrar”.
En este contexto, Gustavo López aseguró que, hoy por hoy, cultivar soja en Brasil es más rentable para los productores locales por las fuertes retenciones que pesan sobre la soja.
Según estimaciones de su consultora:
El costo de siembra de una hectárea de soja en el país vecino asciende a u$s700.
Se trata de una cifra muy alta, teniendo en cuenta que un ruralista en la Argentina debería desembolsar unos u$s300.
Sin embargo, por el fuerte esquema impositivo, al productor brasileño, habiendo pagado transporte, seguro y fertilizantes, con una soja cercana a los u$s400, le quedan en mano cerca de 167 dólares.
Como contrapartida, por una tonelada en la Argentina, el productor recibe unos u$s160.
Además, cuanto más suben los precios internacionales, más se amplía la brecha en favor de la soja “verdeamarelha”: con una cotización cercana a los u$s500, por ejemplo, un productor brasileño recibiría u$s40 más por tonelada que uno argentino.
A esto se suma un dato clave y es que estos valores no tienen en cuenta el costo de la tierra, un factor más que mueve la balanza a favor de Brasil. En efecto: un campo sojero en la zona de Mato Grosso se cotiza en cerca de u$s5.000 la hectárea versus u$s12.000 en Pergamino.
En síntesis, las retenciones destruyen la competitividad natural que tiene la Argentina para el cultivo de la oleaginosa.
Por qué la alegría es brasileña
A la hora de trazar las razones por las cuales Brasil se «calzó el traje» de granero del mundo, los expertos consultados por este medio señalan la enorme diferencia en las políticas de Estado.
“Los brasileños tienen una política muy clara de incentivos al sector agropecuario. Tienen un proyecto de país que trasciende cualquier administración y esto les permite producir más y generar saldos exportables cada vez mayores”, explicó López.
Como contrapartida, “en la Argentina tenemos comportamientos pendulares. En los últimos 70 años tuvimos casi diez políticas agropecuarias totalmente distintas unas de otras. Pasamos por todas las situaciones: regulaciones, intervencionismo extremo y políticas liberales. Todo esto se traduce en que hoy no haya certidumbre y tengamos estancamiento en el sector más pujante de la economía”.
Por su parte, Grobocopatel sostuvo que “en general, la sociedad brasileña, piensa en el largo plazo y la sociedad argentina piensa en el corto. Este es un tema que tiene sus explicaciones: no es que uno sea bueno y el otro malo. En la Argentina esto sucede porque todos están esperando los próximos shocks, es decir, cómo defenderse del riesgo de inflación, del riesgo del cambio en los contratos y demás. Tiene que ver con la falta de estabilidad en las reglas de juego y que las decisiones que se toman no son fruto de consenso sino de la imposición de quien le toca tener el poder circunstancialmente».
”Si pudiéramos cambiar esta dinámica de que a quien le toca el poder siempre va a imponer su punto de vista, e ir hacia una lógica de consenso y de la construcción colectiva, sería mucho más sustentable cualquier tipo de política”, agregó el productor.
Para Grobocopatel, que la Argentina no haya podido explotar todo su potencial como «supermercado» del mundo se debe a que «en los últimos 50 años tuvimos una política que fue errónea y que consistió en extraer recursos del campo para transferirlo a otros sectores. Lo que a los productores se les sacó históricamente fue parte de la rentabilidad. Esto impidió que se pudieran transformar en jugadores globales».
El rey de la carne es brasileño
En lo que respecta al sector cárnico, las diferencias entre ambos países son abismales. En 2009, el país vecino –el mayor exportador del mundo de este producto-, envío al exterior 2 millones de toneladas, una cifra muy superior a las 590 mil de la Argentina.
El dato a destacar es que si bien las ventas al mundo nacionales se incrementaron significativamente durante el año pasado, tal como anunció Cristina Kirchner, los especialistas alertan que esto se debe a que se está liquidando la “fábrica de carne”.
Según registros del SENASA, en el primer semestre de 2008 había en la Argentina 60 millones de cabezas, mientras que en la actualidad no superan las 55,8 millones.
En este contexto, las proyecciones del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA, por sus siglas en inglés) no son alentadoras para la Argentina: los expertos prevén una caída continua de las exportaciones mientras que los envíos de los frigoríficos brasileños crecerían sostenidamente.
Desde la Sociedad Rural Argentina (SRA) alertaron que “los precios máximos, los encajes en los frigoríficos, la cuotificación de ventas al exterior, su control a través de los ROE rojos y el cierre de las exportaciones, entre otras medidas desacertadas, son los causantes de la debacle ganadera”.
“Este intervencionismo ha provocado que el productor tenga cada vez menos participación en el valor final de la carne. Hoy el criador ganadero se encuentra produciendo a pérdida ya que los precios que recibe por el ternero y la vaca son similares a los de hace tres años, mientras que sus costos registraron un fuerte aumento. Esta situación se vio empeorada por la sequía, que obligó a que muchos productores se descapitalizaran a través de la venta de vientres”, explicaron.
Lo más destacable es que, en la década del ´60, casi el 25% del mercado mundial de carnes lo tenía la Argentina, pero hoy explica apenas el 4%. Como contrapartida, Brasil, que años atrás importaba «bifes» de la pampa húmeda, ahora domina el mercado con el 27% y, según el plan trazado por el Ministerio de Agricultura de ese país, en 2018 buscan captar el 60% del mercado global.
La verdad láctea
En lo que respecta a la industria láctea, las diferencias entre ambos países también son notables: mientras que la producción en la Argentina no crece desde hace diez años, en Brasil la industria avanza a paso firme.
Además, según informó el medio brasileño Valor Económico, cinco cooperativas lácteas del país vecino negocian la unión de sus operaciones para crear la mayor entidad del sector de todo América latina, con una facturación que rondaría los 4.000 millones de dólares y una capacidad de procesamiento de más de 7 millones de litros por día.
En diálogo con iProfesional.com, Manuel Ocampo, gerente de la Asociación de Productores de Leche, destacó que “hay un hecho innegable y es que Brasil está creciendo y nosotros no. Y todo esto se debe a las intervenciones del secretario de Comercio, Guillermo Moreno”.
“La tendencia al cierre de tambos se mantiene, es un negocio marginal, así comenzó 2010. El gravísimo error de suplantar la dinámica del mercado por la intervención fue lo que diferencia a Brasil de nosotros. Así es como hoy la Argentina no puede sacar provecho de ser el país con mayor potencial para producir leche en el mundo”, se quejó el directivo.
Del potencial a la realidad
A modo de síntesis, Raúl Ochoa, ex subsecretario de Comercio Internacional y negociador del Mercosur, sostuvo que la economía que comanda Lula «está transformando, después de mucho tiempo, lo potecial en efectivo».
«Durante muchísimos años, Brasil fue considerado un país con todos los ingredientes para estar entre los referentes del mundo. Pero esto se frustró en los ´80 y los ´90. Ahora sí están dando el salto hacia adelante que tanto esperaban. Les costó mucho aprender la lección de que el desarrollo económico tiene que ver con el buen manejo del gasto público y la inflación, pero finalmente lo hicieron. No todo es color de rosas, tienen muchas cuentas pendientes, pero lo importante es que finalmente han entrado en un circuito virtuoso en cuanto a la continuidad de políticas y esto es fundamental para potenciar el crecimiento de una economía», destacó.
Juan Diego Wasilevsky
(c) iProfesional.com
Fuente: Infobae Profesional