Una primera planta de biodiesel se monta en Tancacha. Promueven que asociaciones de productores se animen a sumar otras. En varias regiones ya hay emprendimientos.
Río Tercero, Tancacha. La expectativa por el rendimiento que pueda arrojar la actual cosecha de soja en la zona, que podría constituirse en un nuevo récord, reactualiza el interrogante acerca de si sector agropecuario regional no podría empezar a dar pasos más marcados hacia una industrialización mayor de esa oleaginosa, para darle más valor agregado y con ellos producir más riqueza, movimiento económico y empleo en la zona. En palabras sencillas: que no sea sólo un generador de granos exportables como tales sino que esa materia prima pueda manufacturarse en la propia región para sumar más valor y generar otras alternativas de desarrollo.
En ese marco, ¿es razonable imaginar que pueda producirse en esta zona biocombustibles?
Desde hace unos años, la posibilidad de elaborar biocombustible a partir de las oleaginosas se plantea una alternativa.
En nuestra región, una industria con sede en Tancacha produce plantas para generar combustibles en base a oleaginosas. Pero además, junto a la Federación Agraria Argentina y la Universidad Tecnológica Nacional Regional Villa María, sigue con el proyecto asociativista denominado BIO-FAA, en esa línea.
La empresa tancachense Imegen construyó ya cuatro plantas de biodiesel, otra está en desarrollo, y en unos meses, en Tancacha, estará produciendo combustibles en una instalación propia ubicada en el ex predio de FACA, que tendrá capacidad para procesar 40 toneladas de semillas con las que podría producir unos 10 mil litros de biodiesel por día.
La intención es que se formen grupos de colonos para generar el combustible, por esta vía y asociándose, desde su propia producción rural.
En otros lugares de la provincia y el país ya hay emprendimientos en marcha. ¿Será posible imaginar un escenario similar en esta zona?
Progresivamente. “Estoy convencido que los productores se irán sumando a esta alternativa de agregarle valor a sus campos”, señala el industrial Oscar Gentili, propietario de la firma tancachense. “Una vez en marcha nuestra planta propia de biodiesel, la intención es generar una sinergia con los productores de esta zona”, apunta.
Gentili, quien además es presidente de la Cámara de Biocombustibles de la Provincia, considera que progresivamente el biodiesel se consolidará como una alternativa al gasoil tradicional. Y sostiene que a partir de la reciente reglamentación de la ley nacional de biocombustibles ya esta alternativa productiva no suena a utopía. “Era el marco legal que esperábamos”, indica.
“Estamos trabajando desde la Cámara en conjunto con el Ministerio de la Producción en un plan de desarrollo estratégico”, acotó. Según Gentili, algunos productores de la zona ya se interesaron. En otros lugares están trabajando colonos en forma asociada en proyectos comunes, no solo obteniendo combustible a partir de los granos que ellos cosechan sino también otros usos, como la harina que resulta del proceso.
Los colonos comparten la siembra de las semillas de donde se obtiene la materia prima, compran una planta procesadora fija y ellos mismos elaboran su combustible. Estos proyectos están en marcha, en Jovita, en Pilar y otro en el norte cordobés, en esta provincia. También hay otras una planta en Buenos Aires y otra en Santa Fe. “Y aquí en nuestra zona se vislumbran algunos signos de interés”, apunta. el empresario tancachense.
Soja y colza. Si bien con la soja se puede generar biodiesel, Gentili plantea que la oleaginosa que eligen estas asociaciones de productores en marcha es preferentemente la colza, un cultivo de contraestación. Se trata de un producto originario de Canadá que tiene un mayor contenido de aceite. Como ejemplo, mientras la soja contiene un 19 por ciento de aceite, la colza llega a un 42 por ciento.
El proceso para elaborar biodiesel en estas plantas diseñadas en Tancacha es similar al de una pequeña fábrica de aceite que trabaja en dos módulos. En el primero se obtiene el aceite y la harina para alimento balanceado. En un segundo módulo, se elabora el combustible y el glicerol, compuesto que en estado puro se utiliza para la industria farmacéutica.
El aceite de la colza es sometido a un proceso para llegar al biodiesel. En su etapa final, es lavado, extrayéndole las impurezas y posteriormente es secado para retirarle el agua. Una hectárea de colza tiene un rendimiento de unos 1.700 kilogramos y produce 500 litros de combustible además de un volumen de harina para comercializar.
Según un estudio, si una hectárea agrícola consume un promedio de 50 litros de combustible por año, destinando un 10 por ciento al doble cultivo soja–colza, se llegará al autoabastecimiento. En conclusión, el combustible crece, de alguna manera, en el propio campo.
La posibilidad de que la colza comience a mostrarse en una mayor extensión en los campos de la región suena aún extraño (hoy no hay ni media hectárea de Tercero Arriba con ese cultivo). “Nosotros hemos generado combustible a partir de la soja pero la diferencia esencial con el uso de colza es el costo”, dice Gentili.
“Momento de invertir”. Daniel Martinelli, productor riotercerense y desde hace años dirigente de la Federación Agraria Argentina, opina que invertir en iniciativas de esta naturaleza es importante. “El campo tomó real conciencia de la relevancia que esto tiene y ahora llegó la etapa en donde el productor debe asumir empresarialmente esta posibilidad, o sea, invertir”, indica.
“Con este fin, en esta zona se puede sembrar colza, pero también girasol, que son productos con más contenido de aceite que la soja”, señaló Martinelli, quien plantea que además del biodiesel, los colonos pueden industrializar su producción de soja, agregándole valor. Cita como ejemplo su propia experiencia, participando asociado a otros productores en una sociedad que construyó una planta que produce harina de soja destinada al consumo humano, en Oncativo. En ese emprendimiento un subproducto es el aceite, “que ahora comenzaremos a convertirlo en biocombustible”, acotó Martinelli.
“Hay muchas alternativas empresariales, económicamente viables, pero requieren de una decisión que es dejar de ser productor solo de materias primas”, acota Martinelli, quien enfatiza que ese aporte no solo será en beneficio de los productores asociados o empresas que lo encaren, sino también para toda la región, por el desarrollo económico que genera a partir de un recurso renovable y no contaminante.
Pensar a futuro. Martinelli considera que el contexto económico nacional actual puede generar una renovación de pensamientos en torno a los esquemas de producción. “Ahora el país está saliendo de una profunda crisis, hay más previsibilidad y se debe aprovechar este momento”, opina el productor y dirigente ruralista. En ese marco, Martinelli plantea que “esta región no puede quedar excluida” y opina: “Si se levanta la buena cosecha que se prevé, habrá oportunidades de invertir, y en esto de los biocombustibles hay mucho futuro, porque técnicamente es viable”.
Fabian Menichetti
Especial
Fuente: Diario La voz del interior