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Energía renovable: Chile piensa producir biodiesel

rapsEl Gobierno decidió incursionar en la fabricación de biodiésel a partir del raps y, luego, aprovechar la biomasa forestal. Otros expertos y privados aspiran a adelantarse con la siembra de plantas en el desierto y en el secano costero.

Chile da primeros y tímidos pasos hacia la producción interna de biocombustibles.

El etanol y el biodiésel son hoy este tipo de energía verde más importante. De cualquier materia vegetal o resto de animal, incluso humanos, podemos obtener esta energía no fósil. En un caso, se fermenta el vegetal; en otro, se exprimen sus aceites.

Pero los productores de maíz no rescatarán sus siembras para fabricar etanol. El grano subió de precio y, además, no hay grandes superficies de este cultivo para destinarlo a bioenergía.

La apuesta del Gobierno es la producción de biodiésel a partir del raps, al menos en una primera etapa. Con esto cubriría el 2%, con suerte el 5%, del consumo del transporte.

Comida o biodiésel

Para Chile no es fácil ingresar en este mercado. Según el Ministerio de Agricultura, los pocos suelos agrícolas están destinados a producir alimentos. Nuestro país aspira a convertirse en una potencia alimentaria.

Como el maíz se puede cultivar desde la Región Metropolitana al Biobío, la máxima superficie para producir etanol sería de 1,35 millón de hectárea. Mientras que el raps se podría cultivar desde la VII a la X Región. En teoría, se dispondrían de 1,45 millón de ha para producir biodiésel. Pero esto se reduce a un tercio por ser un cultivo de rotación (una vez cada tres años).

La materia prima, el raps, crece en la IX Región, con sólo 15 mil ha, ahora dedicadas al abastecimiento de aceites para alimentar a los salmones.

«Como el raps puede rotarse con el trigo, si organizamos bien la producción podríamos alcanzar hasta las 100 mil ha», destaca el doctor André Larose, jefe de la Unidad de Bioenergía de la Oficina de Estudios y Políticas Agrarias (Odepa). «Eso significará apoyar a pequeños productores en el negocio».

Si bien el mercado será interno, la cifras mundiales «inhiben»: la producción de raps es de 16,2 millones de toneladas, con la UE a la cabeza (35%). Chile produciría 200 mil toneladas en esas 100 mil ha. «Con Brasil y EE.UU., los grandes productores de etanol, discrepamos en tres ceros. Ellos hablan de millones de hectáreas de cultivos; nosotros, de miles», precisa el ingeniero Larose.

El experto anuncia que en una segunda etapa, de aquí a diez años, la idea del Gobierno es que la producción de biodiésel sea el 15% o más del total del combustible utilizado en el transporte.

Para lograrlo, existen dos líneas: usar el potencial de la biomasa forestal y de los cultivos no tradicionales, que podrían crecer en zonas áridas del norte.

«Hay muchas tecnologías en desarrollo para aprovechar parte de los recursos forestales en la producción de biodiésel», destaca el experto André Larose. Y añade: «Es necesario aprender de la primera etapa, que llamamos primera generación, para asegurar la producción industrial de los biocombustibles».

Los rendimientos promedio de los cultivos energéticos en Chile son auspiciosos. Una hectárea de raps produce en promedio entre 1.500 a 2.000 litros de biodiésel; de maíz, 4.500 a 5.500 litros de etanol, y de remolacha, 8.000 litros de etanol. Estos valores en la práctica se pierden debido a las limitaciones de suelos y los elevados costos de los cultivos al llevarlos a escalas industriales.

«La caña de azúcar de Brasil, como referencia, produce en promedio 6.700 litros de etanol por ha. Además, ellos cultivan 6 millones de ha al año», dice Larose.

Nosotros sólo soñando cultivaríamos 1,35 millón de ha de etanol al año.

José Antonio Ruiz, jefe del área de hidrocarburos de la Comisión Nacional de Energía, cree en la innovación tecnológica. «Brasil produce en una misma hectárea ocho veces más caña de azúcar que hace 20 años», destaca.

Ruiz también menciona la potencialidad de plantas no tradicionales, incluyendo la obtención de biodiésel a partir de las algas.

Para Ana María Ruz, directora del Programa Energía Sustentable, de Fundación Chile, «el secano costero, degradado y con zonas de extrema pobreza, adquiriría un valor adicional si pusiéramos allí plantas destinadas a la obtención de biocombustibles».

Al igual que José Antonio Ruiz, esta ingeniera experta en biogás (otro biocombustible) sostiene que las reales oportunidades están en áreas de Chile donde no compitamos con la agricultura.

Por lo mismo, también sueña con sembrar el desierto con especies que sirvan a la producción de biodiésel.

La ingeniera Ruz realiza un proyecto para producir biogás usando las paletas de las tunas. En Tiltil tienen 400 ha plantadas con tunas. «Esto será una alternativa energética para un pequeña comunidad», dice.

Señales en Chile

Un interesante incentivo es la decisión del Gobierno por dejar a los biocombustibles libres de impuesto. Sin embargo, el producto final -etanol más gasolina o diésel más biodiésel- pagará un impuesto proporcional al contenido del biocombustible, fijado con un máximo de 5%. Por ejemplo, como el impuesto específico a la gasolina es de 6 UTM por m{+3}, si a ésta se le añade 5% de etanol, el impuesto a pagar será 5,7 UTM. El Servicio de Impuestos Internos sacará en abril una circular para explicar la medida. Al igual que los combustibles convencionales, el Ministerio de Economía elaborará normas para los biocombustibles, de tal modo que puedan ingresar a la cadena de comercialización. Será un conjunto de características -contenido de azufre, nivel de viscosidad, entre otras- que certificarán su calidad.

A qué costo

Según el International Food Policy Research Institute, no todos los países pueden producir biocombustibles a costos competitivos con los combustibles fósiles. Brasil puede producir etanol a partir de la caña de azúcar al equivalente de US$ 30-35 por barril de petróleo. Pero producir etanol en Europa cuesta cerca de US$ 80 por barril equivalente de petróleo y en EE.UU. vale cerca de US$ 55 el barril. Por este motivo, las industrias de biocombustibles que han sido cuidadosamente desarrolladas en estos países, sobre la base de materias primas nacionales, no serían capaces de competir en el futuro sin protecciones comerciales.

POCO A POCO

CHILE APUESTA por cubrir con biodiésel entre el 2 y 5% del consumo de transporte. Y en 10 años más, el 15% o más.

Lilian Duery A.

Fuente: Diario El Mercurio

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