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Argentina perdió el rumbo ante el avance de Brasil

etanol-brasil-rouletUna planta de etanol en Brasil. Foto: Néstor Roulet

La semana pasada tuve la oportunidad de viajar con un grupo de empresarios y productores argentinos a Brasil, invitados por la Cámara Argentino-Brasileña de San Pablo.

La idea de este encuentro con nuestros pares de Brasil era conocer sus experiencias sobre bioenergía y enterarnos de sus proyectos, lo que nos daría la pauta de cómo estamos los argentinos en este rubro.

La primera sorpresa fue a pocas horas de llegar, cuando visitamos el Centro de Tecnología Canavierira (CTC), donde nos dimos cuenta de la firme convicción que tienen de trabajar en cadena -el Centro está integrada por las usinas, los ingenios azucareros, los fabricantes de máquinas herramientas, fabricantes de máquinas productivas, fabricantes de agroinsumos y por ocho asociaciones de productores- para el desarrollo tecnológico.

Su apuesta es simple: una mayor producción de biomasa y el aprovechamiento total de la misma, ya sea como alimento o como energía.

Algunos datos que nos impresionaron: Brasil tiene 7 millones de hectáreas sembradas con caña de azúcar (la Argentina tiene 300.000 hectáreas), pero lo destacable es que de 54 toneladas/hectárea que producían en 1975 pasaron a 84 toneladas/hectárea.

Salto de rendimiento

¿Cómo llegaron a obtener este salto de rendimiento? «Gracias a ustedes los argentinos, ya que hace 30 años trajimos una variedad de la Argentina que luego la mejoramos y nos cambió la vida», manifestó el técnico que nos recibió, William Lee Burnquist.

Luego de esta experiencia, ya ubicados en Riberao Preto -lugar del encuentro- tuvimos la oportunidad de cenar con João Carlos de Souza Meirelles, ex ministro de Agricultura y Ganadería de San Pablo, destacado como «el padre de la ganadería de Brasil».

Entre sus comentarios nos mencionó que hace 30 años acompañó al embajador de Brasil a una reunión sobre comercio internacional realizada en Ginebra y le pidió que lo dejara hablar no más de 15 minutos -acción que fue aceptada pese a no estar en el protocolo oficial- para explicar cuál era su proyecto ganadero en Brasil. Terminada su disertación se le acercó el embajador argentino para manifestarle que sus números «eran totalmente delirantes, inflados y agrandados» a los que él contestó: «Yo sólo deseo copiar lo que ustedes están haciendo», basándose en que a mediados de la década del 70, la Argentina había aumentado su stock ganadero un 10 % en sólo 5 años y se perfilaba como la gran potencia ganadera del mundo.

Lo destacable: la Argentina tenía en 1975 alrededor de 60 millones de cabezas de ganado vacuno, hoy apenas llegamos a las 48 millones. Brasil en 1975 tenía 60 millones de cabezas, hoy tiene 175 millones ¿Eran delirantes los números de Souza Meirelles?

Al día siguiente de nuestra visita disertó el profesor Octavio Valsechi, donde nos comentó que uno de sus mejores recuerdos fue la gran experiencia que vivió en la década del setenta en Tucumán, donde vino a interiorizarse del plan argentino del uso del etanol como combustible, «lástima que luego abandonaron el proyecto cuando el petróleo bajó en el mundo», nos dijo.

A partir de esos años Brasil hizo todo lo contrario, tomó el liderazgo de convertir la biomasa en energía, «fue considerada una decisión totalmente antieconómica, porque el precio del crudo estaba bajo (US$ 20/barril). Actualmente, Brasil ya no necesita subvencionar su programa de etanol, porque a partir de un barril de US$ 35 los números dan y le brindamos la opción de elegir al consumidor (desde 2003 los vehículos están equipados con motores flexifuel que funcionan con cualquier combinación de etanol y gasolina) que use el combustible que más le conviene según aumente o baje el valor del petróleo».

«Una decisión arriesgada y visionaria nos ayudó a llegar a ser el líder mundial en una nueva tecnología», añadió.

No hay duda de que después de todo lo vivido, se apropió de mí una mezcla de sabor amargo y frustración. ¿Por qué Brasil copiando lo que había iniciado la Argentina hace 40 años triplicó su stock ganadero, aumentó en un 40 % su producción de biomasa por hectárea y es líder en bioenergía, generando todo un movimiento económico -directo e indirecto- y social a través de estos sectores?

La repuesta es simple: ellos tuvieron políticos visionarios, patriotas y que no usaron al país para intereses personales. ¿Y en la Argentina? Bien, gracias.

Por Néstor Roulet

El autor es productor agropecuario

Fuente: La Nación

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