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BIODIÉSEL: GRUPO ARGENTINO ENTRA A MEGAPROYECTO DE GLICERINA EN EUROPA

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El Grupo Bahía Energía se asoció con ChemCo Industries, de los Países Bajos, para construir una planta que hará un insumo industrial derivado del biodiesel. Hoy sólo se produce en dos lugares en el mundo. El proyecto es de, al menos, u$s 50 millones y el socio argentino aportará la glicerina que elabora en el país.

El Grupo Bahía Energía (GBE), productor de biodiesel oriundo de Bahía Blanca, quiere hacer pie en Europa. Convocada por la firma ChemCom Industries, de los Países Bajos, avanza en un joint venture para construir una planta industrial en ese país. Es un proyecto de tres años, a partir de que se defina su ejecución, y demandaría no menos de entre u$s 50 millones y u$s 60 millones. «El objetivo es que este año se ponga en marcha», dice el CEO de GBE, Juan Manuel Ritacco. Esa era la expectativa, al menos, hasta las horas previas a la invasion rusa sobre Ucrania, que tiene en vilo al mundo entero.

El proyecto es levantar una planta con capacidad de procesamiento de 100.000 toneladas por año, que permitirán elaborar 80.000 toneladas de bio-monopropilenglicol, un derivado de la glicerina de múltiples aplicaciones industriales.

«Es un paso más en el proceso de refinación de glicerina que obtenemos del biodiesel», explica Ritacco. «Requiere una complejidad de elaboración mayor. Se hace sólo en dos plantas en el mundo. Esta será la tercera», explica.

Los despachos de la futura planta neerlandesa se colocarán, principalmente, en Europa y, en menor medida, los Estados Unidos. En estos mercados, apunta el CEO, están los clientes que más demandan productos bio para sustituir derivados del petróleo. Al ser empujado por ChemCom, el start-up tendrá financiamiento europeo.

«Nos genera una base inmediata para hacer inversiones en la Argentina», añade Ritacco. La idea es que el proyecto utilice como insumo la glicerina que aporte GBE desde el país.

PROVEEDOR DE COLGATE

A través de su unidad Bojagro, GBE, que pertenece al grupo bahiense Bojanich, elabora en Ramallo glicerina farmacopea a partir del biodiesel. El año pasado, Bojagro, que se inauguró a fines de 2020, comercializó 27.074 toneladas de este derivado. Destinó el 77% al exterior. China fue su mayor comprador, con 10.000 toneladas. México y los Estados Unidos representaron más del 40% de la producción. También despachó a Turquía, Italia, la India, Sudáfrica, Costa de Marfil, Chile y Bolivia.

Para este año, proyecta crecer 50% en sus exportaciones. En octubre, firmó un contrato con Colgate-Palmolive para ser su proveedor de glicerina, insumo que la estadounidense utiliza en la fabricación de dentríficos, entre otros productos cosméticos y de higiene personal.

La planta de Ramallo tiene una capacidad de 50.000 toneladas anuales de glicerina refinada. Se usa como insumo en industrias como la aeronáutica, alimenticia, farmacéutica, tabacalera, textil, cosmética y del cuero. GBE invirtió u$s 15 millones en la instalación. «Uno de los objetivos del grupo es darle valor agregado al biodiesel. La Argentina tiene muchas oportunidades en productos derivados», cuenta Ritacco. En tal sentido, GBE tiene un plan de inversión de entre u$s 10 millones y u$s 15 millones para ampliar capacidad en 24 meses. El 80% se destinará a generar productos de exportación.

Actualmente, Bojagro opera al 60% de su capacidad. «El acuerdo con Colgate nos asegura un volumen mínimo. También, nos obliga a sostener niveles de calidad», dice el CEO. El convenio rige para todo 2022. Deberá proveer un piso de 12.000 toneladas, que su cliente enviará a los Estados Unidos, México o El Salvador, según sus necesidades productivas.

«Las perspectivas son buenas para seguir creciendo. Estamos haciendo inversiones para llevar la planta a régimen pleno hacia fin de año. Pero hay un desafío: tener la materia prima», indica Ritacco.

La alusión es a la flamante Ley de Biodiesel. Sancionada en julio del año pasado, pero todavía no reglamentada, la nueva norma reemplazó a la que rigió desde 2002 y redujo, del 10% al 5%, el corte mínimo obligatorio de biodiesel en los combustibles.

«El gran problema de la ley es la reducción del cupo: eso hace que el 50% de la capacidad instalada de la industria quede ociosa», observa. En términos concretos, para la producción de glicerina, significa menos volumen de materia prima, ya que se elaborará un menor volumen de biodiesel.

No es la única contrariedad. «El aceite está en precios históricos, de u$s 1500 a u$s 1600 la tonelada. Al no estar reglamentada la ley, aún no vemos un sendero de precios claro con el cual trabajar», dice Ritacco. No obstante, rescata un aspecto positivo: «Ya, con existir, da un horizonte para los próximos 10 a 15 años».

POR JUAN MANUEL COMPTE

FUENTE: CRONISTA

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