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La ex secretaria de Energía de Santa Fe explica por qué es fundamental para el país, y en especial para la provincia, que se mantenga el fomento de biocombustibles a nivel nacional.
La clave para mantener el fomento a los biocombustibles es clara: descarbonizar la economía. Verónica Geese, ex secretaria de Energía de Santa Fe y fundadora de la Liga Bioenergética de las Provincias Argentinas, explica que reducir las emisiones de dióxido de carbono al reemplazar los combustibles fósiles por biocombustibles es fundamental para el país, no sólo por la reducción de gases de efecto invernadero, que acicatean el cambio climático, sino porque además los parámetros de producción amigables con el medioambiente serán -cada vez más- requisitos para el comercio exterior.
La tensión entre productores agrícolas de caña de azúcar, soja y maíz junto a industriales de 10 provincias se desató porque la ley de Fomento de Biocombustibles (26.093), sancionada en 2006, establece 15 años de vigencia del régimen que promueve un corte obligatorio de inclusión de bioetanol y biodiésel en los combustibles de los surtidores: vence en mayo. El Senado aprobó en octubre la prórroga, pero queda pendiente la media sanción restante en Diputados. No fue incluido como tema para las sesiones extraordinarias y su tratamiento, entonces, queda pendiente para marzo a menos que el presidente Alberto Fernández haga uso de la opción de prórroga por decreto.
Para Geese, la mora para conceder la extensión del régimen se debe en parte a una tensión de las corporaciones petroleras.
– ¿Por qué es importante sostener el fomento a los biocombustibles?
– Tenemos la suerte como país de tener una gran cantidad de fuentes de energía de la naturaleza, diseminadas por el territorio, para producir combustibles con fuentes renovables. Una de ellas son los biocombustibles, a través de cultivos como caña de azúcar, maíz y soja, que no compiten con la alimentación y que están disponibles para utilizarlos. En el mundo se intenta utilizar cada vez la menor cantidad de recursos para no agotar el ambiente. No podemos seguir agotando los recursos del planeta como lo estamos haciendo.
– ¿Qué es descarbonizar la economía?
– Descarbonizar la economía es a donde va el mundo en un intento de luchar contra el cambio climático: dejar de emitir dióxido de carbono. Es lo que se emite cuando se producen y utilizan combustibles fósiles. Descarbonizar la matriz energética internacional implica encontrar otras formas de generar energía, como la solar, la eólica y en el caso de Argentina, con la potencialidad de recursos naturales, también la generación de biocombustibles a través de cultivos. El mundo nos va a pedir cada vez más: cuando queramos exportar nos reclamarán que tengamos una menor emisión de dióxido de carbono que la que tienen hoy esos productos, una mayor garantía de sostenibilidad, que no se haya afectado la biodiversidad. Los líderes mundiales como Ángela Merkel en Alemania o Emmanuel Macrón en Francia ponen condiciones de sostenibilidad a lo que compran. Los grandes mercados pretenden que lo que adquieran esté siempre en consonancia con esta lucha contra el cambio climático. El país debe apostar por esto: por su propia lucha contra el cambio climático y para exportar.
– ¿Cómo se avanza para descarbonizar?
– Mañana si quisiéramos podríamos dar un gran salto, por ejemplo, aumentando el corte de biocombustibles. Hoy está en el 10% para el biodiésel y en el 12% para el bioetanol. Ya tenemos la posibilidad de hacerlo porque no hay que hacer grandes cambios de infraestructura, no se debe cambiar el parque automotor. Casi la mayoría de los camiones podrían funcionar con biodiésel puro en vez de diésel convencional, en ese camino la Argentina tiene un abanico importante de medidas que le harían descarbonizar y poder mostrar los productos mejores a su huella de carbono, comparando con otros países.
– ¿Por qué se produce esta incertidumbre para prorrogar la ley de Biocombustibles?
– Lo que tenemos que decir es que si estamos todos de acuerdo en que los biocombustibles son muy buenos, que tienen un alto impacto en el desarrollo de las economías regionales y beneficios ambientales… Si estamos todos de acuerdo, ¿por qué no sucede? Obviamente surge la idea de la corporación petrolera, que incluye a las provincias donde se produce petróleo. Se ha derrumbado el consumo por la pandemia, no se recuperan, ven que los biocombustibles son el negocio del futuro para las petroleras porque hay en el mundo muchas refinerías de petróleo que se están reconvirtiendo para producir biocombustibles. Obviamente quieren proteger el negocio actual y como las mismas petroleras pueden dedicarse al biocombustible, se produce esta tensión. Es importante que el Gobierno nacional defina si está decidido a apoyar a las economías regionales y su desarrollo en una escala diversificada. En este momento con la ley de Biocombustibles de 2006 se abrieron 56 firmas Pymes que significan 56 dueños más de la energía. Es un sector que se va desconcentrando, no se trata de dos o tres firmas dueñas de todo. También ocurre que por muchos años hubo un error comunicacional, del que el sector de las bioenergías debería hacer un poco de mea culpa, porque no se ha informado sobre sus beneficios. En Santa Fe la mayoría de la gente no sabe de la importancia del biocombustible. En Tucumán esto no pasa tanto. Voy a ser parte de una carrera, que es la licenciatura en Energías Renovables de la San Pablo-T. Dirigiré esa carrera que se inicia este año. La idea es que sirva para fomentar e informar desde la geopolítica, la regulación, leyes, prácticas, técnicas… Todo lo que implica la energía renovable.
– ¿Qué impacto regional tiene la ley?
-Es de una importancia suprema porque hay una gran cantidad de puestos de trabajo que se ponen en peligro si deja de existir la obligación de las petroleras de comprar biocombustibles. Si llegamos a mayo sin ley o sin prórroga, al no estar obligadas las petroleras no comprarán biocombustibles y se afectará la cadena porque ese volumen de producción para producir bioetanol generará un descalabro. Ocurrirá de manera similar con el maíz y la soja. En el caso del NOA es más impactante por la cantidad de cañeros que viven de la actividad.
– ¿Qué frustraciones tuvo en el pasado el biocombustible?
– El único antecedente que existe es el Plan Alconafta. Digamos que previo a esta ley fue una frustración para el sector. Se ha aprendido de esa experiencia y por eso se quiere defender este régimen de fomento: cuando se cortan los programas del Estado es muy difícil retomarlos después. El sector del biodiésel prácticamente no existía en un formato industrial en Argentina, pero ha logrado con esta ley no solamente surgir a través de empresas Pymes, sino también vender al mundo: argentina es el tercer productor mundial de biodiésel y Santa Fe es la productora del 80% del biodiésel del país. Hay que darle previsibilidad para que se pueda seguir apostando una mayor proporción dentro de la mezcla nacional, aumentando los cortes obligatorios.
– ¿Qué riesgo de contaminación tiene la producción de biocombustibles?
– Por la forma de producción de las materias primas como maíz, soja y caña de azúcar, acá el biocombustible que fabricamos ahorra entre un 70% y un 80% de las emisiones si lo comparáramos con el combustible fósil que está reemplazando. Es decir, si uno compara lo que emite un litro de gasoil o de diesel, el 74% se ahorra si reemplaza ese litro por biodiésel. En el caso del bioetanol de caña y de maíz es cerca del 80% de ahorro. Por eso decía que cuando uno puede, a partir de aumentar el consumo de biocombustible de argentina permite descarbonizar la matriz, se ahorra mucha emisión de dióxido de carbono cuando se reemplaza combustible fósil con biocombustibles. Se critica que los biocombustibles no están gravados por le impuesto al dióxido de carbono, no están gravados porque reducen el dióxido de carbono en relación al combustible que va a reemplazar.
Autor: Martín Dzienczarski
FUENTE: LA GACETA