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Junto al riacho Santa Fe, en la capital santafesina, las pymes que procesan la soja y otros cultivos para obtener aceite y harina pensaron estrategias para ampliar el horizonte.
En la Argentina hay unas 350 empresas que procesan la soja para obtener aceite para biodiésel y expeller de soja para tambos, feedlots y granjas avícolas y porcinas.
En el Tercer Congreso Internacional de Extrusores, que se realizó esta semana en la ciudad de Santa Fe, la metáfora del tiburón y los pequeños “pececitos” que nadan con él atravesó las conferencias de la tarde y es un buen ejemplo para mostrar cómo se sienten las 350 pymes que procesan la soja para producir harinas proteicas -expeller para tambos, granjas porcinas, tambos y feedlots- y aceite para las plantas de biodiésel.
Barberis explicó cómo lograr una aceite de girasol de alta calidad con el doble prensado en frío.
“No hay que hacer enojar al tiburón”, dijo Pablo Barberis, especialista en el doble prensado de girasol. El “tiburón” son las grandes empresas especializadas en el crushing de la soja, con terminales portuarias en la hidrovía del río Paraná cerca de Rosario. Las pymes de extrusado, que generan entre 5 y 10 puestos de trabajo cada una (3.500 empleos, en total), son los “pececitos” que nadan al lado de los tiburones. Se comen las sobras -los pedacitos que flotan después que come- y lo limpian de parásitos y bacterias.
En la última conferencia de la tarde, el cordobés Gustavo Perlo, que tiene su base en Río Cuarto, sumó una muy buena estrategia para nadar junto al tiburón y sobrevivir: aprender a detectar nichos de oportunidad para “no ir detrás de la estela del barco y esquivar los negocios maduros en los que la competencia es durísima”.
Gustavo Perlo destacó la importancia de detectar nichos de mercado, especialmente en el mercado externo.
La definición de esos nichos es central. Hay que encontrar una necesidad y analizar qué ventajas comparativas hay en una región para abastecerla. Perlo, que está al lado del clúster manisero, contó el ejemplo del aceite de maní, que se elabora con el “maní” descarte, el que no va a las picadas ni a los chocolates. “Guarda, el aceite de maní es el más consumido en China y Europa”, apuntó. Pero es un nicho interesante para alguien que está cerca de la zona manisera (el 90% del maní argentino se produce en el centro y sur de Córdoba) y quizás no tanto para un productor entrerriano.
Dos horas antes, Barberis explicó cómo se especializó en la producción de aceite de girasol doble prensado en frío de alta calidad para la industria alimentaria y emprendimientos gastronómicos. “Al que hace tortas fritas, ejemplificó, mi aceite le dura el doble que el aceite convencional”, aseguró.
El Tercer Congreso Internacional de Extrusadores reunió a unas 200 personas en la ciudad de Santa Fe.
Para armar su fábrica modelo de producción de aceite, Barberis tuvo que cambiar de zona productiva. Sus campos están en Villa del Totoral, en el centro norte de Córdoba. “Ahí no podemos hacer girasol por la plaga de las palomas, que se agrava a la bajada de las sierras. Así que la planta la llevé a la zona en la que hay girasol, en el sudoeste bonaerense, y en Villa del Totoral hago soja”, contó.
Como muchos de los que lo escuchaban son extrusadores de soja y analizan la posibilidad de producir aceite de girasol, Barberis les aclaró que son procesos distintos y hasta conviene tener una fábrica separada de la otra. “Si se pueden compartir los silos y la infraestructura eléctrica”, aclaró.
También les advirtió que el girasol requiere un proceso más artesanal, tiene un precio “resbaladizo” (no todos los días hay cotización) y un riesgo que hay que saber manejar en la planta: el peligro del fuego. Pero los que hagan un buen estudio de mercado en su zona y se aseguren un abastecimiento seguro del cultivo pueden encontrar oportunidades interesantes porque en la actualidad no hay tantas fábricas especializadas en este nicho.
También sumó tres cultivos más que pueden prensarse: el maní, la cánula y el algodón; y les recordó a los extrusadores que son un poco los herederos de los colonos que vinieron de Europa con sus “prensitas” a finales del siglo XIX y que comenzaron “prensando” el lino y el girasol.
Caligaris habló del desarrollo local que generan las pymes aceiteras y de biodiésel.
En otra de las disertaciones, Pablo Caligaris, que se enfocó en las plantas de biodiésel, destacó el rol que estas pymes tienen en el desarrollo de tecnologías locales, agregado de valor, generación de empleo y disminución del desarraigo.
Lucrecia D’Jorge, directora del Centro de Estudios y Servicios de la Bolsa de Comercio de Santa Fe, analizó el peso de la agroindustria en la economía nacional.
En una conferencia sobre el peso de la agroindustria en la economía argentina, Lucrecia D’Jorge, directora del Centro de Estudios y Servicios de la Bolsa de Comercio de Santa Fe, dio un dato interesante para comprender el rol que juegan las pymes del agro. En Santa Fe hay más de 6.400 micro empresas agropecuarias que emplean entre cuatro y cinco personas cada una. Además dijo que el agro genera el 10% de los empleos registrados en la provincia: 58.000 puestos de trabajo, sobre un total de 560.000.
por Gastón Neffen
Fuente: Diario Clarín/Suplemento Clarín Rural