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Si se redujera la presión impositiva a los subproductos, la recaudación crecería en 236 millones de dólares.
ACEITERAS. Macrí visitó esta semana la India, el principal importador del aceite de soja del que Argentina es el primer productor mundial. (LA VOZ).
Así como la Argentina se fortalece como el primer productor y exportador mundial de aceite de soja, la India se consolida como el primer importador mundial del derivado de la oleaginosa.
En el reciente viaje por el país asiático que realizó el presidente Mauricio Macri junto a 80 empresarios de nuestro país, el sector agroindustrial argentino, con el complejo oleaginoso a la cabeza, volvió a destacarse como el más activo y de respuestas más rápidas a la demanda global.
¿Qué sector o producto de la Argentina puede garantizar un mayor abastecimiento, en forma inmediata, valorizado en 500 millones de dólares? Partiendo de la base actual de 1.500 millones de dólares para llegar a 2.000 millones, el desafío es aún mayor.
Sucede que nuestro país forma parte del reducido núcleo de países que pueden no sólo producir sino exportar alimentos. En el mundo, la Argentina es conocida por sus carnes, su trigo, su Malbec y sus aceites. Y en un contexto global en el que la principal limitante es el agua, la energía y los alimentos, los principales países consumidores necesitan avanzar en convenios país a país y asegurarse el aprovisionamiento de un elemento básico: la comida.
Trabas impositivas
Macri notó esto apenas asumió su mandato, pero las circunstancias por todos conocidas lo obligaron a probar el sabor amargo del aceite de ricino, al reimplantar las retenciones a las exportaciones. Si el Gobierno tomara conciencia de que, para poder competir en un mundo actual súper proteccionista con elevados aranceles a la importación de alimentos, como los que aplican los Estados Unidos, la Unión Europea y hasta la propia China, es un error esta política.
Sin llegar a los subsidios, imposibles de proponer en momentos como la actual crisis económico-financiera, al menos es necesario contar con un esquema impositivo que por lo menos no castigue al valor agregado, como la actual retención de cuatro pesos por dólar exportado, indiscriminada para todos los productos agroindustriales de exportación.
Bajando la presión impositiva al aceite y a la harina de soja, el Gobierno recaudaría 41 millones de dólares más que con el esquema actual de salir a cazar mosquitos con misiles. Expresado de otro modo: el Gobierno decidió rascarse la oreja derecha utilizando la mano izquierda, cuando era más cómodo usar la derecha.
Es curioso ver que, si redujera la presión impositiva a los subproductos de la oleaginosa de cuatro a tres pesos por dólar, nos llevaríamos la sorpresa de que la recaudación por retenciones globales (incluyendo poroto, harina y aceite), pasaría de 3.764 millones de dólares a 4.000 millones; es decir, un aumento de 236 millones. Esto, pese a que el ingreso de divisas se reduciría en 195 millones (de 16.452 millones a 16.256 millones), por menor volumen exportable.
En definitiva, haciendo el balance general, si decidiera reducir las retenciones, el Gobierno engordaría sus bolsillos en 41 millones de dólares. Un claro ejemplo en el que dos más dos es igual a cuatro.
por Pablo Adreani
FUENTE: LA VOZ/AGROVOZ/CORDOBA