Artículo escrito por el Ingeniero Alejandro Albanese, Investigador del Instituto de Planeamiento Estratégico Argentino:
Recientemente se ha planteado una polémica sobre los efectos que produce sobre América Latina el avance mundial del consumo de los biocombustibles. Existe unanimidad de opiniones respecto que el incremento de la demanda de maíz por parte de los productores de etanol en los EEUU, ha provocado un fuerte aumento de precios de los comodities agropecuarios, que ha repercutido sensiblemente en los precios de los alimentos.
La discusión se plantea respecto si esto es positivo o nefasto para los países de América Latina y, por consiguiente, cual es la posición a tomar sobre el tema.
Dentro de los aspectos positivos se menciona, el importante incremento del valor de nuestras exportaciones de productos agrícolas y agroindustriales.
En toda América Latina, el etanol que se utiliza como biocombustible es obtenido a partir de la caña de azúcar. Los ingenios que producen azúcar y etanol funcionan, por razones técnicas, sólo mientras dure la zafra, aproximadamente 180 días en el año. Existen tecnologías modernas que permiten utilizar estas instalaciones el resto del año utilizando otras materias primas como la mandioca, el sorgo dulce o el maíz.
Por razones económicas difícilmente la caña se transporte a más de unas decenas de kilómetros para ser procesada. Luego, la producción de etanol no solo potenciará la agricultura sino también la industria regional.
El biodiesel se puede producir a partir de cualquier aceite vegetal o animal.
Existe en la región una muy eficiente cadena de producción integrada de aceite de soja, a partir de la misma se puede abordar la producción de biodiesel en forma rápida y económica.
Si en cambio la producción de este biocombustible se realiza a partir de cultivos no tradicionales como la jatropa, esto permitirá incorporar a la producción tierras semiáridas, aprovechando la inmensa resistencia de esta planta a las condiciones ambientales más hostiles.
Existen, además, inmensas áreas de tierras marginales, actualmente incultas, que requieren grandes inversiones en infraestructura, sistemas de riego y fertilizantes para entrar en producción. Los nuevos precios internacionales de los productos agrícolas potenciará el interés de los empresarios en realizar esas inversiones, aumentando de esta forma no solo el valor sino también el volumen de nuestras exportaciones.
Todo esto traerá aparejado una bonanza económica para los productores rurales y, si los sistemas impositivos funcionan correctamente, para la economía en general.
Los detractores de los biocombustibles utilizan, principalmente tres argumentos. El principal es el impacto en el bolsillo de los consumidores del incremento de los precios de los alimentos. Además mencionan los problemas ambientales que trae aparejada la extensión de la frontera agropecuaria y el hecho, cierto en algunos casos, que los sistemas impositivos regresivos producen que el incremento de los beneficios de los productores agrícolas no significará una mejora en el nivel de vida del grueso de la población.
En realidad las causas del aumento de los precios de los comodities agropecuarios, son el crecimiento exponencial de las economías del sudeste de Asia, lideradas por China, el creciente uso del maíz para producir etanol en EEUU y la utilización de la colza para producir biodiesel en la Unión Europea.
En América Latina, la casi totalidad de la producción de biocombustibles, está centrada en la obtención de etanol, a partir de caña de azúcar, principalmente en Brasil, Colombia y Trinidad Tobago. La utilización de maíz, como materia prima para la obtención de biocombustibles es marginal o directamente inexistente. Luego, la extensión del uso de biocombustibles en América Latina no ha sido lo que ha provocado el incremento de los precios de los alimentos, sino que el mismo es causado exclusivamente por la creciente demanda de alimentos del sudeste de Asia y el desarrollo de los biocombustibles en EEUU y la Unión Europea. Por este motivo el argumento que el desarrollo de la industria de biocombustibles en América Latina traerá aparejado un incremento de los precios de los alimentos directamente no se condice con la realidad.
Respecto de los problemas ambientales que, en muchos casos han acompañado a la expansión de la producción agropecuaria, la solución no es permanecer en el subdesarrollo para evitar contaminar, sino crecer en forma ambientalmente sustentable.
Tampoco se deben a la expansión del uso de los biocombustibles las enormes desigualdades sociales de nuestra región y, ciertamente, no desaparecerán si el uso de los mismos se prohibiera.
En realidad, la nueva situación que presenta el mercado internacional de comodities agropecuarios, a nuestros países le presenta una crisis en el doble sentido del término que significa tanto peligro como oportunidad.
Los peligros son el incremento de precios de los alimentos, y la necesidad de desarrollarse en forma ambientalmente sustentable, las oportunidades están representadas por las inmensas posibilidades de desarrollo económico que la situación actual del mercado internacional de comodities agropecuarios presenta.
Si América Latina desarrolla vigorosa y rápidamente la industria de biocombustibles, obtendrá el capital necesario para paliar los incrementos de precios de los alimentos y afrontar los desafíos ambientales que se le presenten. Si no lo hace, los alimentos igual subirán de precio, también se nos presentarán problemas ambientales, sólo que en este caso no tendremos recursos para hacerles frente.
(x) Investigador del Instituto de Planeamiento Estratégico
Fuente: Biodieselspain.com