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Aceite y biodiesel: las aceiteras sin soja para fin de año

soja-aceite-biodieselLa molienda podría paralizarse a partir de noviembre debido a la falta de materia prima.

La industria procesadora de soja en la Argentina, considerada la más competitiva a nivel mundial en el rubro, tendrá un año complicado. A tal punto que sus integrantes no dudan en pronosticar una paralización de las actividades durante los últimos dos meses de 2009, debido a la escasez de materia prima para moler. «Será un año complicado, en el que se va a resentir el nivel de actividad y habrá menores márgenes», confió el representante de una compañía nacional.

La ajustada oferta de soja que se perfila en esta campaña es motivo de preocupación para el complejo aceitero. A la caída en la producción doméstica –la más baja de los últimos cinco años–, se le sumarán los inconvenientes que tendrán las fábricas para importar la oleaginosa a partir de la decisión del Gobierno de suspender el régimen de admisión temporaria para el grano. El régimen permitía a la industria ingresar soja bajo un régimen tributario especial, para luego exportarla como productos procesados. Significaba la excepción al pago del IVA y de Ganancias, tributos aplicables a cualquier importación para consumo.

Menos oferta

En esta coyuntura, la oferta doméstica de poroto para moler podría alcanzar los 34 millones de toneladas, según datos de la Bolsa de Comercio de Rosario. Para que ello ocurra, la exportación del grano tendría que caer a la mitad: de 11,9 millones de toneladas en la campaña pasada a seis millones en la actual.

Sin embargo, algunos analistas consideran que la baja en las exportaciones no será tan notoria, debido a los compromisos ya asumidos por los exportadores y a la demanda que genera China. De ser así, el volumen de soja para convertirse en aceite y harina será aún menor.

En el escenario optimista de 34 millones de toneladas y con una infraestructura total para procesar casi 52 millones de toneladas, la capacidad ociosa ascendería al 35 por ciento, lo que hace sonar las alarmas. «Si trabajan al 65 por ciento de su capacidad, los costos fijos unitarios son muy elevados», advirtió Rogelio Pontón, de la Dirección de Informaciones y Estudios Económicos de la Bolsa de Comercio de Rosario.

Con este nivel de ociosidad, los números del sector industrial exportador se complican, advierten desde las empresas. «Noviembre y diciembre serán críticos», pronostican. Si bien aseguran que, por el momento, los márgenes son positivos, su magnitud se verá reducida al final del ciclo. Durante la semana pasada, el aumento del 10 por ciento en los precios FOB de la harina le permitió a la industria mejorar el margen de la exportación que venía siendo negativo. Si bien el complejo no es generador de mano de obra intensiva, las proyecciones de un parate en el nivel de actividad para los dos últimos meses del año afectarán a los fletes y los servicios.

La decisión de la Administración Federal de Ingresos Públicos (Afip) de suspender el pago automático de los reintegros a las exportaciones también achica los márgenes.

Los exportadores consideran a la devolución indispensable para seguir siendo competitivos. Mientras tanto, el organismo recaudador informó que sólo pagará el incentivo al comercio exterior a las empresas que estén al día con los impuestos y que no operen con paraísos fiscales. Desde julio del año pasado, el fisco le reclama al complejo 2.400 millones de dólares por supuestas exportaciones mal liquidadas. Debido a este diferendo, la Afip decidió también no devolver el IVA a las compañías.

Restricción

La ofensiva fiscal hacia el sector sumó en abril un nuevo jugador, con la resolución de suspender el régimen de admisión temporaria para la soja.

Hasta comienzos de mes, parte de la capacidad de procesamiento del complejo era cubierta por la importación de soja de otros orígenes, principalmente desde Paraguay.

En la actual campaña, el vecino país también fue muy castigado por la sequía, por lo que sus estimaciones de producción rondan entre 4 millones y 4,6 millones de toneladas. Por lo tanto, sus exportaciones posiblemente no superen los tres millones de toneladas. Aun con este panorama, Argentina habría logrado importar más de 285 mil toneladas de soja en febrero y 325 mil toneladas en marzo, lo que puso en evidencia la necesidad de las aceiteras por hacerse de mercadería.

Sobre la base de estos números, la Bolsa rosarina calculaba que la importación de soja paraguaya para su procesamiento y posterior exportación podría rondar entre 1,8 millones y 2 millones de toneladas. Sin embargo, el volumen se frenó en 684 mil toneladas con las compras registradas hasta abril.

«Se va a resentir el nivel de actividad. A la baja productividad de la cosecha argentina hay que sumarle la suspensión de la importación temporaria, lo que le pone más presión a la industria», afirman en el complejo.

Estrategias. Si bien algunos industriales aseguran que, ante la caída en la oferta, lo primero que se reciente es la exportación del grano, debido a que tiene un menor margen de ganancia, otros aseguran que será difícil que la Argentina pueda reducir los embarques de poroto.

«Va a depender del nivel de compromiso que ya tengan los exportadores. Y en un contexto de restricción de la oferta, China sigue siendo un comprador importante», afirman.

El ritmo de ingreso de camiones a las terminales del Gran Rosario es un indicio de que la industria y la exportación están apurando los negocios. Entre martes y miércoles arribaron más de 11 mil camiones a los puertos ubicados entre Timbúes y San Nicolás. No obstante, la menor cosecha se siente en el flujo de fletes a los puertos. Comparado con el año pasado, el registro de camiones arribados es seis por ciento inferior al de 2008.

A diferencia de lo que ocurría hasta el año 2001, cuando las compras por parte de la industria eran más estacionadas y se concentraban con picos entre los meses de abril y agosto, desde hace ocho años el complejo oleaginosa ha logrado repartir las compras a lo largo de todo el año en función de sus negocios. La irrupción del silo bolsa y de las inversiones de los productores en instalaciones fijas hicieron más flexibles los tiempos de la oferta. No obstante, la decisión del productor de vender dependerá del precio y de las necesidades de financiación para encarar la próxima campaña agrícola.

Si se cumple el pronóstico de máxima de que las industrias aceiteras contarán con unas 34 millones de toneladas para moler, el stock al final del ciclo caerá a 2,4 millones de toneladas, 60 por ciento menos que en la campaña pasada cuando fue de 5,8 millones de toneladas.

Las industrias que tenían en carpeta la realización de nuevas inversiones en los próximos meses han decidido suspenderlas. A lo largo de los últimos años, las inversiones del sector apuntaron a incrementar la capacidad instalada y a mejorar la eficiencia para reducir los costos de producción.

“Como la mayoría de las plantas son nuevas y eficientes, no hay necesidad de reducir costos. Y en estos momentos invertir en más capacidad instalada no es negocio, ya que con lo que hay alcanza y sobra”, comentó un vocero de la industria.

Alejandro Rollán

Fuente: La Voz

Fimaco

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