KANSAS CITY, EEUU (Reuters) – Es la época de cultivo de maíz en las planicies estadounidenses y eso significa que el productor de Kansas Merl «Buck» Rexford está preocupándose por el clima, además de esperar que haya suficiente agua.
A Rexford, quien esta semana planea comenzar a cultivar sus casi 3.000 hectáreas cerca de Meade, Kansas, no le hace nada de gracia la reciente tormenta de nieve que redujo varios centímetros de la humedad que necesita en sus terrenos.
Al igual que granjeros por todo Estados Unidos, Rexford espera generar una cosecha abundante que este año produzca más de 370 celemines por hectárea. La mayor parte de su cosecha terminará en una planta de etanol cercana.
Y eso pone a Rexford, de 65 años, en el centro de una amarga división por los biocombustibles, particularmente el etanol de maíz.
Los críticos sostienen que los preciados recursos hídricos están siendo agotados por el etanol cuando la falta de agua están volviéndose más aguda que nunca. Los mandatos federales que alientan una mayor producción de etanol no ayudan.
Quienes lo fomentan dicen que el etanol de maíz para combustible de transporte es mucho mejor para el medio ambiente, la seguridad nacional y la economía que el petróleo y que se trata del primer paso para extraer combustible de fuentes más limpias.
«Realmente debemos preguntarnos, ¿queremos estar conduciendo con combustibles renovables o con gasolina hecha con recursos petroleros?», dijo Brent Erickson, vicepresidente ejecutivo de la Organización de Industria Biotecnológica, que promueve el etanol.
El futuro del etanol a base de maíz ya está siendo enturbiado por varias preocupaciones, como que requiere una cantidad sustancial de energía para producirse y que el aumento de su demanda hace que el maíz sea más costoso para la alimentación humana y del ganado.
Ahora, con las preocupaciones por el cambio climático en aumento y la sequía convirtiéndose en un problema mas en muchas zonas, la fabricación de etanol con grandes cantidades de agua también genera cada vez más dificultades.
«Los biocombustibles están fuera de los límites del consumo de agua. Definitivamente estamos ante algo para lo que la cura podría ser peor que la enfermedad», dijo Brooke Barton, una gerente de responsabilidad corporativa para Ceres, grupo respaldado por inversores institucionales especializados en riesgos financieros del cambio climático.
El maíz es una planta particularmente sedienta, que requiere aproximadamente de 100 centímetros de suelo húmedo por hectárea para generar una cosecha decente.
Pero la mayor parte del maíz está siendo regada con lluvia, no con irrigación. Las plantas manufactureras que convierten el almidón de maíz en combustible requieren de muchos más recursos hídricos.
El consumo de agua de las plantas de etanol proviene mayormente de la evaporación durante la refrigeración y el desecho de aguas residuales. Una planta típica usa aproximadamente 16 litros de agua para producir 3,79 litros de etanol, según el Instituto de Agricultura y Políticas Comerciales.
La industria del etanol fija dicha proporción en 3 litros de agua para 1 litro de combustible.
PLAN DE WASHINGTON
Los legisladores de Washington y la Casa Blanca han estado alentando el uso del etanol como un combustible alternativo para ayudar a aliviar la costosa dependencia de la nación en el petróleo extranjero.
Pero estas medidas se están topando con oposición de parte de de muchos grupos que temen que el crecimiento poblacional y el cambio climático se están combinando de formas tales que dejarán no solo a Estados Unidos, sino al mundo, con muy poca agua.
Muchas plantas de etanol están ubicadas en zonas agrícolas, cerca del maíz, pero también cerca de otros usuarios que necesitan mucha agua para operar, como los criadores de cerdos y ganaderos.
«Estamos yendo en la dirección equivocada y este problema no va a desaparecer», dijo Mark Muller, director de programa del Instituto de Agricultura y Políticas Comerciales. «Este problema del agua es como la crisis financiera (…) y temo que ocurra algo horrible», agregó.
El grupo dice que gran parte del Cinturón del Maíz que se extiende a lo largo de Iowa, Illinois, Nebraska, Minnesota e Indiana tiene agua suficiente para todo, pero la disponibilidad podría presentar un reto a la industria del etanol en zonas como las afueras de Chicago, el oeste de Iowa y Nebraska, y generalmente al oeste del río Missouri.
«El uso del agua podría ser un factor límite (para el etanol) si no implementamos y apoyamos más tecnologías de ahorro de agua», sostuvo Jim Kleinschmit, del Instituto.
«El agua es una preocupación», concordó un alto analista político para energía y medio ambiente de la Fundación Heritage, Ben Lieberman.
«Cuando extendamos el etanol de maíz como lo hemos hecho con estos mandatos federales, vamos a empezar a ver maíz en zonas más marginales que podrían necesitar más irrigación. Estamos viendo un mayor uso del agua no sólo para las plantas procesadoras sino también para el cultivo de maíz», dijo.
El mes pasado, una coalición de grupos ambientales, agrícolas, comerciales y de consumidores pidieron al Gobierno del presidente Barack Obama que no elevara la cantidad de etanol mezclado en la nafta sin mayores estudios en el tema.
Los partidarios del etanol no disputan el uso masivo de agua de la industria. Pero dicen que gran parte del cultivo del maíz depende de la lluvia, y no del agua que sale del suelo, y que incluso los sistemas de irrigación están mejorando para reducir el uso del recurso en casi la mitad.
Una mayor cantidad de plantas de producción de uso eficiente de agua están reduciendo también la utilización del recurso hídrico. En enero del 2009, habían en Estados Unidos 170 plantas de etanol y 24 plantas nuevas o en expansión.
En 2008, Estados Unidos estuvo a la cabeza en la producción mundial de etanol, generando más de 34.000 millones de litros, o 52 por ciento de la producción mundial.
Se trata de una cantidad mayor respecto de los más de 24.000 millones de litros que Estados Unidos había producido en el 2007, según la Asociación de Combustibles Renovables. La nación apunta a llegar para el 2015 a los casi 57.000 millones de litros.
(Reporte de Carey Gillam, Editado en español por Marion Giraldo)
Fuente: Reuters