#Soja #Maiz #Agronegocios #Bioeconomia #Agronegocios #Argentina #Cereales #Alimentos
Un país que agrega valor a su producción primaria es un país que crece. Podemos seguir aumentando los volúmenes de la cosecha año tras año, pero si no industrializamos esa mercadería y si no la integramos en un sistema productivo más complejo, difícilmente vayamos a crecer económica, social y culturalmente.
En reiteradas oportunidades señalamos que nuestro país tiene una importante ventaja comparativa sobre otros que le compiten el mercado agrícola, y esa ventaja está en el campo y en la industria que lo rodea. De todas maneras, poco se hizo desde las altas esferas del poder político (y algunas veces también del privado) para favorecer esta oportunidad. Se sigue insistiendo sobre matrices productivas en las que no somos competitivos y en las que no tenemos ventajas, mientras se deja de potenciar aquellas en las que sí lo somos.
La siguiente columna trata de que se pueda entender esta situación. Queremos demostrar que si queremos de una vez por todas tener un futuro promisorio y ligado a un incremento de la economía y el bienestar social, debemos comprender que nuestro futuro está en el sector agroindustrial, en lo que la tierra nos brinda y en la transformación que podemos hacer de esa materia prima para venderle al mundo mucho más que granos sin procesar.
Y para comprender todo esto de lo que estamos hablando es fundamental que nos detengamos a pensar en cómo incrementamos la producción de manera inteligente, pero también en cómo convertimos eso en más carne, biodiésel, etanol, gas, plástico o todo aquello que pueda resultar de un grano de maíz o de soja.
El supermercado del mundo
En reiteradas oportunidades el Presidente de la Nación, Mauricio Macri, habló de la necesidad de convertir a la Argentina en el supermercado del mundo. El desafío que tenemos para el futuro, “ya no es producir alimentos para 400 millones de personas, si no pasar de ser el granero del mundo a ser el supermercado del mundo”, destacaba el actual presidente en sus discursos de campaña.
Hasta el momento, veinte meses después de ganar la elecciones, esta concepción es más una teoría que una idea tangible y materializada, pero marca un lineamiento conciso y certero sobre el rol que debería jugar nuestro país y sobre el enfoque que se le quiere dar desde la política nacional.
En este contexto, la mayor industrialización de la ruralidad, el incremento del valor agregado de las materias primas y su posterior venta de alimentos al mundo no sólo le devolvería a la Argentina una posición de liderazgo en la región (y en el mundo), sino que además generaría condiciones internas mejores a las actuales para un sector que si bien crece, también necesita corregir algunos errores y que se le allanen varios caminos.
Sobre este punto, el consultor y empresario agropecuario Santiago del Solar señala que no debemos desaprovechar esa famosa agenda que plantea el Gobierno de ser el supermercado del mundo y que debemos ir en ese camino. De todas maneras, también advierte que por ahora esto es sólo una visión. Y “una visión sin acción, puede ser una alucinación”. Y agrega que “actualmente estamos en el año cero de esa visión”, y que seguramente será cuestión de transitar un camino que no es sencillo y en el que se deben tener en cuenta muchas consideraciones políticas, económicas y culturales.
El trabajo de Agroindustria, Cancillería y aquellos organismos públicos (y privados) encargados de llevar adelante las negociaciones internacionales está dando sus frutos en algunos productos, pero viene más demorado de lo esperado en otros. Se lograron recuperar mercados y abrir nuevos, pero el resultado exportador de los últimos 2 años no fue del todo sustancioso ni en volúmenes ni en divisas.
Sobre el trabajo que aún falta realizar, y sobre la importancia de generar lazos en el tiempo, Santiago del Solar nos deja un ejemplo respecto de nuestros vecinos trasandinos. “Chile viene negociando acuerdos de libre comercio durante las últimas décadas, lo tienen incorporado a su economía y por eso logran por ejemplo exportar cerdos y pollos sin producir soja, y produciendo apenas el 50% del maíz que necesitan” asegura.
Por último, el especialista analiza una cuestión que la mayoría parece olvidar cuando pide que se fomenten las exportaciones y que el Gobierno trabaje en la apertura de nuevos mercados. “Cuando exportás también hay que estar abierto a importar, porque el buque que sale con cerdos, pollos o vacas, va a volver con otros productos”.
Más granos, más carne
Cuando pensamos en incrementar los volúmenes producidos de soja y de maíz y de transformar esa producción, la primera opción siempre es convertirla en carne. Pero la realidad es que esto no está del todo aceitado en nuestro país. Según el presidente de Novitas, Enrique Erize, Argentina tiene una gran asignatura pendiente en la conversión de granos en carne. El especialista asegura que, por ejemplo, mientras Estados Unidos convierte el 73% de harina de soja en proteína cárnica y Brasil el 50%, Argentina sólo el 7%. El índice mejora cuando analizamos la conversión del maíz.
Pero para conocer cómo está la actualidad del mercado de la carne, hasta dónde puede expandirse el consumo interno y qué puede suceder con las exportaciones, recurrimos al consultor Víctor Tonelli. Según este reconocido analista, “hoy tenemos una situación que nos señala que el mercado interno está bien abastecido, con alrededor de 120 kilos de consumo por habitante por año. Y una exportación que está muy limitada por falta de competitividad de la Argentina frente al mundo y también por falta de animales pesados”.
“Las principales limitaciones del crecimiento del sector cárnico en su conjunto están en la propia Argentina. Hoy el mundo presenta una situación inédita, donde el 50% de la oferta mundial de la carne, que proveen Brasil, Australia e India está en entredicho ya que estos países tienen problemas internos, lo que genera una fuerte incertidumbre sobre si van a poder cumplir con el abastecimiento de carne que demanda el mundo. Por lo tanto, si lo miramos a partir de lo que pasa en el mercado internacional, sería de esperar que en los próximos meses tengamos una palanca de demanda, más por la oferta corta que por el propio crecimiento del mercado en sí mismo”, dice Tonelli.
Entonces, en este contexto, cuando nos preguntamos si vamos a poder exportar más en los próximos años la respuesta pareciera ser que sí, pero cuando solucionemos ciertos cuestionamientos que frenan al sector. “En carne vacuna no habría problemas de exportar 1 millón de toneladas (MT) más en los próximos 5 años si tuviéramos materia prima disponible y buenas condiciones de competitividad que cubran los elevadísimos costos internos.
En el caso de las aves, la verdad es que están pisando el freno y limitando la producción continuamente por falta de condiciones exportadoras. Y el cerdo está en un crecimiento que no se puede detener de ninguna manera, con un incremento del consumo interno de más de 2 kilos por habitante por año y hasta comenzó a realizar algunos envíos a Rusia y a otros países” asegura Tonelli.
¿Pero cómo se traduce todo lo que sucede en el sector ganadero en términos de demanda de granos y de agregado de valor? Si nos paramos en la actualidad y vemos que consumiendo alrededor de 10 MT de maíz y sorgo producimos 2,6 MT de carne vacuna, 2 MT de pollo y 1 MT de cerdo, y que generando las condiciones necesarias podríamos ir a 4 MT de carne vacuna, 3 MT de pollo y 2 MT de faena de cerdos, el crecimiento en el consumo de granos podría aumentar por lo menos el 50% en un tiempo relativamente bajo.
Todos los indicadores parecen apuntar a un futuro promisorio cuando se trata de agregar valor convirtiendo granos en alimentos. Entender por qué todavía no se refleja de la mejor manera en la realidad de los productores y del país es la tarea que tenemos todos. Hay que seguir generando condiciones y redoblando esfuerzos para conseguir que nuestra producción primaria esté cada vez más industrializada.
Por CARLOS ETCHEPARE
FUENTE: EL DIARIO DE LA REPUBLICA