El holandés construye con tubos de plástico máquinas capaces de moverse alimentándose de viento, célebres gracias a un anuncio de televisión. Las llama «nuevas formas de vida» y para crearlas utiliza principios que recuerdan a los de la evolución.Theo Jansen no se siente un artista, ya que sus propósitos no es crear algo bello, sino máquinas funcionales.
ATheo Jansen (Scheveningen, Holanda, 1948) se le conoce sobre todo por un anuncio publicitario. Es posible que lo recuerden: era de los coches BMW y mostraba unas extrañas y gigantescas máquinas formadas por tubos, que recordaban remotamente a orugas, y se movían por sí mismas en una playa gracias a decenas de piesmecánicos.
La marca de automóviles quería dar un mensaje de innovación y, a juzgar por las palabras de Jansen, la analogía resultaba acertada: a esas máquinas suyas el holandés las llama «nuevas formas de vida» que siguen principios evolutivos. Jansen habló de todo ello ayer en el Planetario de Pamplona, en una conferencia enmarcada en las Semanas de la Ciencia, y que forma parte también del ciclo Arte, ciencia y tecnología. Miradas diferentes a una misma realidad,que ha organizado la UPNA en colaboración con el Gobierno foral, el Plan Tecnológico de Navarra, ANAIN y el propio Planetario.
Criaturas de tubos
Antes de la charla, Jansen contó a los periodistas que su aventura comenzó hace 18 años, cuando se puso a «crear nuevas formas de vida. De igual manera que el creador quiso que nosotros estuviésemos hechos de proteínas, yo quería hacer lo mismo, trabajar con un solo material, los tubos que se utilizan para proteger los cables en las casas holandesas». Tanta importancia le da a los tubos, que le «marcan el camino» por el que debe trabajar. Es más, afirmó ayer que sus criaturas son más «una obra de los propios tubos que de él mismo». El holandés, que en su juventud dejó de estudiar Física para dedicarse a la pintura, recordó que había previsto que su afán por crear «formas de vida» con esos tubos duraría apenas un año. Sin embargo, «aun sigue pasando noches sin dormir pensando en ellas» y su búsqueda ha ido evolucionando conforme perfeccionaba a sus criaturas.
De hecho, comenzó su camino uniendo los tubos con cinta aislante, y hoy ha logrado que sus máquinas sean capaces de reconocer cuándo pisan el agua del mar, para retirarse a toda prisa, o de dotarse de un sistema que almacena energía para momentos de tormenta o de «silencio de viento», el elemento indispensable que da movimiento a sus creaciones.
Si el holandés estaba ayer en un acto de las Semanas de las Ciencias fue porque mucho de su trabajo tiene que ver con la ciencia, la ingeniería y las matemáticas. La simulación por ordenador, por ejemplo, es una herramienta imprescindible para descubrir cómo los tubos de plástico son capaces de hacer mover a sus criaturas. Es más, para controlar las múltiples formas en las que puede combinar tubos para dar lugar al movimiento utiliza fórmulas matemáticos, los algoritmos evolutivos o genéticos. Gracias a ellos, ha llegado a seis números que están detrás de sus creaciones. «Son los números sagrados», definía ayer.
Jansen dejó claro en todo caso que no se siente «un artista». Sobre todo, porque su objetivo no es «crear algo bonito», sino estudiar «la función». Y en eso también se puede encontrar una analogía con un teoría, la de la evolución. «Yo no me propongo hacer nada bonito, sino utilizar los tubos para construir algo nuevo en un sentido evolutivo», explicaba. «Se puede comparar con la evolución real: mediante ensayo y error, avanza hacia lo más funcional, no hacia lo más bellos. Y sin embargo, difícilmente se puede decir que haya una animal que no sea bello». Su preocupación por lo funcional también explica en cierta manera que Jansen, en sus criaturas, no haya querido imitar las formas del hombre ni de los animales. «Quiero olvidarme de todo lo conocido y empezar de nuevo. Si he usado pies en mis criaturas, es sólo porque no he encontrado una forma mejor de darles movimiento».
Por Jesús Rubio/Pamplona
Fuente: Diario de Navarra