ROMA (AFP) — La organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) puso en entredicho los beneficios de los biocombustibles y solicitó una revisión de las políticas y subvenciones a esos productos, en un informe publicado el martes en Roma.
El documento, que se divulga anualmente bajo el título ‘El Estado Mundial de la Agricultura y la Alimentación’ (SOFA), analiza las ventajas y riesgos de los biocombustibles.
«La producción de biocombustibles basada en productos agrícolas creció más del triple entre 2000 y 2007 y ahora supone casi el dos por ciento del consumo mundial de combustibles para el transporte», sostiene el informe.
«A pesar de la escasa importancia de los biocombustibles líquidos en términos del suministro energético mundial, la demanda de materias primas agrícolas (azúcar, maíz, semillas oleaginosas) para obtenerlos seguirá aumentando en la próxima década y quizás más adelante, incrementando la presión sobre los precios alimentarios», advierten los expertos de la FAO.
La agencia de Naciones Unidas sostiene además que el impacto de los biocombustibles sobre el medioambiente «no siempre es positivo».
«Una mayor producción y empleo de biocombustibles no contribuirá necesariamente a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero tanto como previamente se había supuesto», revela el informe.
«Los cambios en el uso de la tierra -por ejemplo la deforestación para satisfacer la creciente demanda de productos agrícolas- son una gran amenaza para la calidad del suelo, la biodiversidad y las emisiones de gases de efecto invernadero», señaló Jacques Diouf, director general de la agencia de Naciones Unidas.
Los expertos de FAO estiman que «las políticas y subvenciones de los biocombustibles deberían ser reconsideradas con urgencia para mantener el objetivo de la seguridad alimentaria mundial, proteger a los campesinos pobres, promover un desarrollo rural de amplia base y asegurar la sostenibilidad medioambiental».
La FAO critica también los incentivos fiscales porque han generado «el rápido crecimiento artificial de la producción de biocombustibles», lo que implica «costes elevados» tanto económicos como sociales y medioambientales.
Los biocombustibles son objeto de una creciente polémica, ya que sus detractores aseguran que contribuyen al alza de los precios de los alimentos, la deforestación y el desplazamiento de poblaciones en los países pobres.
Para sus defensores, en cambio, los biocombustibles pueden servir para cortar la dependencia del petróleo y para luchar contra el calentamiento global, al reducir las emisiones de gases con efecto invernadero generadas por combustibles fósiles.
El informe de la FAO va a generar fuerte debate, sobre todo entre los países lationoamericanos productores de biocombustibles, como Brasil, Colombia y los centroamericanos El Salvador, Costa Rica y Guatemala, los cuales tomaron el camino de los biocombustibles, aunque a una escala menor.
Estados Unidos es el primer productor de etanol a partir de maíz (alcohol carburante), con un 48% del total mundial en 2007. Brasil le sigue el paso, con 31% de la producción mundial de etanol, fabricado a partir de la caña de azúcar.
«No conocemos aún el informe, pero por las anticipaciones creo que va a suscitar reacciones, porque no corresponde a lo acordado en la cumbre de junio celebrada en Roma», comentó a AFP Francisco Coy, representante de Colombia ante la agencia de Naciones Unidas.
Los países firmantes de la declaración de Roma invitaron hace cinco meses a hacer «estudios en profundidad» sobre los biocombustibles, calificados como «una oportunidad y un desafío».
La respuesta a ese pedido parece ser el amplio informe de la FAO, de unas 130 páginas, en el que se analizan «las perspectivas, los riesgos y las oportunidades de los biocombustibles», como recita el subtítulo.
La FAO nutre en cambio grandes esperanzas en los biocombustibles de segunda generación.
«Aún no están disponibles a nivel comercial, pero utilizan materias primas como madera, pastos altos, desechos agrícolas y forestales, y podrían mejorar el equilibrio de la energía fósil y los gases de efecto invernadero de los biocombustibles», asegura la entidad.
«Las tecnologías de segunda generación, si son bien diseñadas y aplicadas, tendrían un mayor potencial en términos de reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero con una menor presión sobre los recursos naturales», aseguró Diouf.
Fuente: AFP