La semana pasada fue finalmente reglamentada la ley nacional 26.093 de biocombustibles. Esto ocurre días después de la gran repercusión causada por la iniciativa lanzada por los gobiernos de Estados Unidos y de Brasil, proponiendo una estrategia regional para reducir la dependencia del petróleo importado y atenuar los efectos del cambio climático. El pacto energético involucra además a otros países de América latina, como Perú, Colombia, Guatemala, Honduras, Haití, entre otros.
De esta forma, la Argentina comienza a transitar el camino de los biocombustibles. En la Asociación de Maíz Argentino (Maizar), estamos convencidos de que somos uno de los países destinados a asumir un rol protagónico en este nuevo mercado, tanto en biodiésel como en etanol. Somos un gran productor de aceites vegetales y tenemos un enorme potencial para incrementar nuestra producción de caña de azúcar y cereales.
Por su parte, la demanda en el nivel mundial recién está comenzando. Es por eso que, como entidad coordinadora de la cadena del maíz, asumimos el compromiso de sentar las bases para el desarrollo exitoso de la industria de etanol. Con este objetivo el año pasado lanzamos nuestro plan para crear la cadena de etanol en la Argentina. El proyecto apunta a posicionarnos entre los líderes del mercado mundial y ofrece las metas y posibilidades que factiblemente se presentarán a cada uno de los eslabones de esta cadena. El desarrollo de los biocombustibles no involucra únicamente a EE.UU. y Brasil, sino que está instalado en el nivel mundial. Se están construyendo plantas en China, Francia, Canadá, Tailandia, Malasia, etc. De los países productores de granos o semillas oleaginosas no hay uno que no tenga proyectos firmes para desarrollar biocombustibles.
No obstante esta realidad, hay opiniones que dicen que no deberían destinarse granos y oleaginosas para la elaboración de combustibles, sino que tendrían que ser usados únicamente para fabricar alimentos. En el caso de nuestro país, si consideramos como ejemplo este año que tendremos una producción de maíz de alrededor de 22 millones de toneladas y una de sorgo que rondará los 3,5 millones, entre los dos granos forrajeros totalizarían unas 26 millones de toneladas. Si consideramos que el consumo interno de estos granos es de entre 9 y 10 millones de toneladas, quedarían unas 16 millones de toneladas de saldo exportable. Si nosotros no producimos esos biocombustibles, lo van a hacer otros países importando grano tal cual desde la Argentina. Si en nuestro país hubiese plantas para la producción de etanol que consumieran, por ejemplo, entre 1,5 o 2 millones de toneladas de grano, no se vería afectado el consumo interno y con estos dos millones de toneladas, valuadas aproximadamente en 300 millones de dólares, podríamos generar 800.000 m3 de etanol para exportar con un valor cercano a los 440 millones de dólares, más 700.000 toneladas de alimento proteico -DDGS- valuadas en 77 millones, totalizando 510 millones de dólares.
Por otra parte, está en permanente evolución la utilización de diversas materias primas para ser transformadas en biocombustibles, tales como pastos con alto contenido de celulosa, biomasa o residuos vegetales. En el caso particular de la Argentina destacamos el gran potencial que posee el sorgo granífero.
Aparte del incremento en el valor de las exportaciones, las inversiones en plantas para la producción de etanol, los desarrollos tecnológicos y los gastos necesarios para su producción, generan efectos positivos sobre la economía estimulando la actividad de las regiones donde se localizan las plantas de producción, creando en el área de influencia nuevos puestos de trabajo, directos e indirectos.
La instalación de una planta incrementa los ingresos de los productores agropecuarios. Además, la ley otorga ventajas impositivas a aquellas plantas que sean propiedad de pymes y productores agropecuarios. En síntesis, si la Argentina quiere participar de este emprendimiento, debe desarrollar una estrategia consensuada, que involucre desde el máximo nivel del sector público y privado, hasta el actor más pequeño. Maizar viene trabajando desde su fundación en este sentido, por lo que convocamos a todos los posibles protagonistas de esta realidad a acercarse y participar de la construcción de este nuevo desafío con vistas al futuro desde la comisión de biocombustibles de Maizar.
Por Juan R.Gear para La Nacion
El autor es presidente de Maizar
Fuente: Diario La Nacion