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La historia del futuro

biodiesel-soja-argentina.gifLa asociación que reúne a toda la cadena de la soja argentina cumplió 10 años y la ocasión sirvió para hacer un balance de lo que aportó al campo y al país y analizar sus desafíos hacia adelante. La competitividad, en el centro de la escena. 

El campo y la industria. A la derecha, un lote de soja en la zona núcleo. A la izquierda, una planta de proce- samiento y puerto sobre el Paraná, en las afueras de Rosario. La cadena sojera constituye el principal sector exportador de la economía argentina.

La soja es como ese compañero de trabajo al que uno se acostumbra a ver de traje atrás de un escritorio y de pronto sorprende en un picado, haciendo un asado o cantando en una fiesta de fin de año. A la oleaginosa se la conoce más como poroto, pero sus derivados son cada vez más diversos y apetecidos por la demanda mundial de alimentos. Así, se ha convertido en parte esencial en la producción de carnes, leche y fibras, pero también insumos para la industria farmacéutica, aceites y biocombustible.

En el evento con el que celebró su décimo aniversario, esta semana, la Asociación de la Cadena de Soja Argentina (Acsoja) convocó a referentes de distintos eslabones para analizar el potencial de la oleaginosa y mirar hacia un futuro que aparece promisorio, aunque con algunos baches que deberá sortear.

“El mundo se muestra soja dependiente, hay una multiplicidad de factores que traccionan y Argentina está entre los pocos países que pueden dar respuesta a la necesidad de producir más alimentos”, abrió el fuego el presidente de Acsoja, Rodolfo Rossi.

En el panel destinado a analizar la etapa de industrialización coincidieron tres importantes CEOs: Gonzalo Ramírez Martiarena, de Dreyfus; Alfonso Romero, de Noble, y Roberto Urquía, de Aceitera General Deheza. “La industria de la soja diversifica cada vez más los destinos a los que se exporta, disminuyendo el riesgo de depender de un solo comprador dominante”, lanzó Urquía.

En las últimas diez campañas, el 80% del poroto de soja tuvo como destino China, pero cada vez se industrializa en el país un porcentaje mayor de la producción.

Justamente, la industrialización del poroto permite obtener diversos productos y una multiplicación de mercados. “Se genera la oferta de varios derivados, como proteínas vegetales, aminoácidos, fibra, alimentos animales, carnes, insumos para la industria farmacológica y farmacéutica, aceites, margarina, mayonesa, biodiesel, glicerina, lecitina, entre otros”, enumeró Urquía.

Ramírez Martiarena también hizo referencia a las posibilidades que se abren para convertir más proteína vegetal en animal. “De los 55 millones de toneladas de soja que produce Argentina, sólo el 4% se transforma a harina de soja, mientras que en Brasil el número es de 26% y Estados Unidos es 46%”, destacó. Y agregó: “Algo mal estamos haciendo para quedar tan lejos de Brasil, por ejemplo, en la producción de pollos, un rubro en el que tenemos enormes posibilidades”.

Ramírez Martiarena también advirtió que Argentina se encuentra estancada en el crecimiento de la producción de soja, aunque destacó, en una presentación conjunta con el resto de los CEOs, que tiene buenas posibilidades de seguir creciendo en superficie, sobre todo en el norte del país.

El otro que aportó a brindar la mirada del sector de la industrialización sojera fue Romero, quien analizó la matriz de transporte de cada país líder del negocio, un tema central pensando en la competitividad de la cadena.

Mientras Argentina es el país más ineficiente, porque transporta internamente el 83% de su producción por camión, el 13% en ferrocarril, y sólo 4% por vía fluvial, Brasil manda a puerto el 60% por camión, 33% por ferrocarril y 7% por vía fluvial, mientras que Estados Unidos tiene el sistema de logística más eficiente, con sólo 16% por camión, 23% en ferrocarril y 61% a través de barcazas.

En cuanto a Brasil, adelantó que “podría mejorar notablemente porque están trabajando en las salidas por puertos del Amazonas”, analizó Romero.

En Argentina, “el Belgrano Cargas resultará determinante, al igual que la posibilidad de mejorar el transporte por barcazas”, dijo Romero. Hoy, ese ferrocarril transporta 1,2 millones de toneladas por año y debería pasar a 10 millones en 2025, indicó el ejecutivo.

Al comparar cuán eficiente es cada país en esta logística, se planteó cuántos kilómetros se puede transportar con 50 dólares por tonelada en cada uno. “En Argentina se pueden hacer sólo 530 kilómetros en camión, 830 en Brasil y 1.300 de Estados Unidos”, repasó Romero.

Históricamente, Argentina se destacaba por su competitividad, que le permitía producir soja a un menor costo por hectárea. “Eso empezó a cambiar”, advirtió Romero. Al analizar por debajo de qué precio por tonelada el productor ya no cubre los costos, precisó que “en Argentina, en campo alquilado, eso pasa con una soja de 365 dólares, mientras que el que está en campo propio aguanta hasta los 332”. Sin embargo, en Brasil, pueden soportar hasta 321 dólares en campo alquilado y 257 dólares si están en campo propio. “Hay costos muchas veces ocultos que complican, como un paro o una ruta cortada, que generan demoras que al final termina pagando el productor”, marcó Romero.

En el panel destinado a la producción, el presidente de la Asociación de Semilleros Argentinos (ASA), Alfredo Paseyro, advirtió que “el mercado de semillas está en baja producto de la poca semilla fiscalizada que se vende”. Para revertir la situación, consideró que “se necesita un marco equilibrado de protección a la propiedad intelectual, que permita un retorno adecuado de las inversiones”.

Para hablar del sector de los servicios financieros estuvo el presidente del banco Santander Río, Enrique Cristofani, indicó que si “la Argentina tiene un nivel muy bajo de crédito es consecuencia del bajo nivel de ahorro”. Y planteó que uno de los desafíos para los próximos años es “lograr un nivel similar al promedio de los países de la región”, que está por arriba del local.

En definitiva, mirar hacia atrás permite ver todo lo avanzado. Pero los desafíos que quedan por delante impiden relajarse para contemplar la obra. Hay que seguir trabajando puertas adentro del país (infraestructura, mercados y comunicación con la sociedad) y hacia afuera, esquivando las trabas que imponen muchos países, porque, como quedó claro, el complejo sojero todavía tiene mucho para crecer.

Juan I. Martínez Dodda

Fuente: Diario Clarín Suplemento Clarín Rural

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