alconafta

La importancia de sostener políticas

etanol-plan-proalcohol-brasBrasil y su plan de etanol de caña de azúcar es un ejemplo de cómo la coherencia en el tiempo genera resultados.

La semana pasada tuve oportunidad de estar en San Pablo, Brasil, asistiendo a una reunión sobre comercio exterior.

Llama la atención del viajero los carteles de las estaciones de servicio allí: el alcohol se vende a 1,20 real y la nafta a 2,40.

Moraleja: la energía renovable cuesta la mitad de la fósil.

Estuve conversando con André Meloni Nassar, un joven ingeniero agrónomo que dirige el Instituto de Estudios de Comercio y Negociaciones Internacionales y que se encuentra muy al tanto del tema biocombustibles, porque desde el instituto están trabajando para la certificación ambiental del etanol de caña, apuntando a la Unión Europea.

Dos datos me daba Meloni Nassar: en febrero de este año, por primera vez luego de 20 años, se consumió más alcohol que nafta. Fueron 1.432 millones de litros del primero contra 1.411 millones de litros de la segunda.

El segundo dato es que la caña -a la cual ya no le cabe el mote de «de azúcar»- es la segunda fuente de energía del Brasil, después del petróleo y por delante de la hidroeléctrica.

Esta simpática planta de metabolismo C4 (más eficiente en la captación de la energía solar que los cereales de invierno que tienen el metabolismo C3) aporta a Brasil el 16% de su consumo energético, mientras que las represas, incluyendo el monstruo que es Itaipú, no llegan a generar el 15%.

Ahora bien, que esto suceda no es fruto de la casualidad. A mediados de los 70, el gobierno militar brasileño lanzó el Plan Proalcohol, un poco antes que en nuestro país el gobierno de facto hiciera lo mismo con la alconafta.

Pero en Brasil los gobiernos que siguieron a la dictadura no abandonaron este plan, que por otra parte resulta estratégico en un contexto de crisis recurrentes vinculadas al petróleo, por tratarse de un país deficitario en ese insumo.

El Proalcohol se lanzó luego de la crisis energética del 73 y pasó por diversas fases, algunas mejores y otras no tanto, pero nunca se desmanteló, mérito que les compete a los presidentes que van de Sarney hasta Lula. Lo interesante es que más de 30 años después, el plan parece estar coronando su éxito donde los datos presentados al principio no surgen de la nada sino que se integran en un plan que abarca a toda la cadena de valor.

De hecho, el desarrollo del bioetanol está directamente vinculado con los motores flex, que permiten a los autos utilizar indistintamente nafta o alcohol, en cualquier proporción, lo cual es una ventaja enorme frente a los precios.

Y el dato es que en 2007, el 81% de los automóviles vendidos estaban equipados con estos motores. Se espera que para 2012, la mitad del parque automotor brasileño tenga motores de este tipo.

En la otra punta, los genetistas han venido trabajando sobre el mejoramiento de la especie, buscando más productividad, por tanto menos costos de producción relativo y más competitividad.

De hecho, los brasileños se jactan de tener el costo más barato para el etanol: la mitad que en los EE.UU. con el maíz y un tercio en Europa con la remolacha.

De una hectárea de caña nuestros socios del Mercosur sacan 7.000 litros de etanol, contra 3.000 l/ha en los Estados Unidos y 5.500 en la UE.

Sin duda, el plan brasileño debería llamarnos a la reflexión a los argentinos, tan afectos a echar por la borda las iniciativas de quienes nos preceden.

Si hasta sucede en Santa Fe, donde ahora el gobierno de Binner quiere revisar la política seguida por Obeid en materia de biocombustibles.

Como coinciden todos, nos encontramos frente a una oportunidad histórica, porque el mundo quiere lo que nosotros producimos y está dispuesto a pagarlo. Sólo esperemos que tengamos la inteligencia suficiente para sostener una estrategia.

Caña de energía

Cuando en 1975 se lanzó el programa en Brasil, la producción de alcohol se ubicaba en 600 millones de litros anuales. En la actualidad, ese volumen alcanza los 17.000 millones.

La superficie sembrada ha trepado a casi 8 millones de hectáreas, el doble de lo que se siembra de maíz en la Argentina. La mayor parte de la producción se concentra en el estado de San Pablo. La cosecha brasileña de caña en 2007 fue de 515 millones de toneladas.

Además, el bagazo (residuo) de la caña es utilizado como combustible para la generación de electricidad. En algunos casos, los excedentes son volcados a la red de energía general. El bagazo es responsable de la generación del 3% de la energía brasileña.

Por Javier Preciado Patiño de Infocampo

Nextfuel Argentina/Biodiesel.com.ar

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