Investigadores colombianos proponen procesar el aceite de pollo para crear este biocarburante líquido con propiedades similares a las del aceite combustible para motores.
Las cavidades internas, las plumas y los huesos de pollo albergan gran variedad de grasas. Foto: U.N.
Admás de los aceites vegetales, la grasa proveniente de cavidades internas, plumas, huesos y piel de animales como el pollo también sirve como materia prima para la fabricación de biodiésel. Dado que el consumo de este animal no incluye sus grasas, el Grupo de Investigación de Aprovechamiento Energético de Recursos Naturales y el Grupo de Mecanismos de Desarrollo Limpio y Gestión Energética, ambos de la Universidad Nacional de Colombia (U.N.), trabajan en generar biodiésel con dichos residuos.
En consecuencia, este producto se puede mezclar con combustibles fósiles para ser utilizado en motores de encendido por compresión. Así lo indica Carlos Alberto Guerrero Fajardo, docente del Departamento de Química. “Los aceites de pollo podrían aprovecharse como combustible, pese a su viscosidad, siempre y cuando se utilice un alcohol de bajo peso para facilitar su uso en motores”, sostiene el profesor Guerrero. Para dicho fin, se realiza un proceso de transesterificación, dentro del cual se transforman los triglicéridos para que los aceites lleguen a un nivel similar al diésel tradicional.
Esta es una parte del análisis y del trabajo físico y químico que se llevó a cabo en el Laboratorio de Ingeniería Química y en el de Biomasa y Energía de la U.N., con miras a determinar la utilidad de lo que actualmente se considera un residuo. El trabajo está liderado por el profesor Guerrero, el ingeniero Manuel Sarmiento y el director del Grupo de Investigación de Mecanismos de Desarrollo Limpio y Gestión Energética, Fabio Sierra.
El profesor Carlos Alberto Guerrero señala que se utilizó alrededor de un galón de aceite de pollo, obtenido a partir de la fusión y filtración de sebos comprados a diversas empresas del sector. De la materia prima se obtuvieron diez litros de aceite, tras filtrarla para quitarle sedimentos e impurezas sólidas.
“Se establecieron parámetros como la relación aceite-alcohol y la búsqueda del catalizador, que sería la base para la reacción y que en este caso fue hidróxido de sodio”, añade el investigador, quien asegura que todos los componentes se encontraban en fase líquida.
Para el procedimiento fue necesario un reactor del Laboratorio de Ingeniería Química de la U.N., el cual fue precalentado; posteriormente se cargó el aceite elevando la temperatura a 60 °C para iniciar la reacción, que duró entre una y tres horas.
Prueba en motores
Según los investigadores, la agitación mecánica proporcionó una mezcla homogénea de reactivos y permitió que el proceso se hiciera correctamente. De esa fase resultaron dos productos: glicerina y biodiésel. Este último fue retirado y lavado con ácido acético, con el fin de eliminar las impurezas producidas por el catalizador y el alcohol.
Así, el resultado pasó por un análisis de composición de ácidos grasos, que determinó el 75% de saturados e insaturados, lo que al momento de la aplicación generó propiedades favorables al biodiésel de pollo, tales como viscosidad, fluidez y reducción de contenidos insolubles en el producto final.
“Esto evita que se formen sólidos en descensos de temperatura que puedan taponar los inyectores en los sistemas de combustión”, asegura el experto del Departamento de Química.
Tras la composición química siguió el análisis y la prueba en motores estacionarios de dos cilindros, con una potencia de 19 kilovatios a 1.800 revoluciones por minuto, ejercicio que se hizo mezclando biodiésel al 22,5% con combustible fósil.
Las pruebas realizadas llegaron a los valores límites de los estándares de funcionamiento exigidos por la American Society for Testing and Materials. La viscosidad se mantuvo entre los límites superior e inferior, según la norma, pues llegó a 4,71 milímetros por segundo (el intervalo permitido es entre 1,9 y 6,0), lo que garantiza que no presente problemas para fluir.
Otro punto en el cálculo fue el índice de cetano, que determina la facilidad de encendido del motor y la calidad de inyección del combustible. Este indicador llegó a 53,9 sobre el mínimo, que es de 47, lo que significa que no habría problemas de ruidos excesivos en el encendido, y sí buenas probabilidades de reducir las emisiones contaminantes, ya que se mejora la combustión.
Dichos valores posibilitan el uso del biodiésel al 100% en el funcionamiento de motores de aceite combustible. “El paso a seguir es el estudio socioeconómico. Tenemos que ver la posibilidad de aprovechar este residuo con mataderos y con la industria avícola”, señala el académico del Grupo de Aprovechamiento Energético de Recursos Naturales.
Fuente: Residuos Profesionales