ALUR inicia reciclaje de aceites usados en Uruguay.Habrá contenedores especiales para depositar el producto doméstico
En Uruguay se consumen aproximadamente 15 litros de aceite por persona por año. “Los datos asustan un poco”, advirtió Nicolás Ferrari, gerente de la Unidad Oleaginosos y Derivados de ALUR. Se calcula que el 20% del aceite queda como residuo. Esto significa que la población tira 10 millones de litros por el desagüe. Además, cada litro de aceite usado contamina entre 1.000 litros ?dependiendo del tipo de aceite? y 1 millón de litros de agua.
Actualmente, ALUR procesa 130 mil litros mensuales que aportan los locales de Ta-Ta, Multiahorro, McDonald’s y la Asociación de Hoteles y Restaurantes del Uruguay, es decir, se evita contaminar, por lo menos, esa misma cantidad de agua.
Si la empresa no los recolectara para transformarlos en biodiésel, OSE hubiese gastado US$ 300 mil en el proceso de depuración del agua antes de la potabilización. El gerente de Alur, Manuel González, precisó a El Observador: “Para OSE es un problema porque tiene su costo. Nosotros transformamos ese problema en energía”.
El objetivo de la subsidiaria de ANCAP es ambicioso: recolectar el aceite usado de fritura de origen doméstico. El biodiésel puede producirse a partir de aceites vegetales (como canola, soja y girasol) ?inclusive si ya pasaron por la sartén? y grasas animales, para ser utilizados en el transporte público y maquinaria agrícola, reduciendo los gases contaminantes de los caños de escape. ALUR ya está haciendo pruebas con residuos de curtiembres y avícolas.
A partir de esta semana, ALUR instalará un contenedor (importado de España) en la escuela Nº 47 del barrio Capurro. Los alumnos se llevarán un recipiente especial donde guardarán el aceite usado de sus casas. Una vez lleno, la botella debe dejarse en el contenedor y éste, de forma automática, entregará uno limpio y vacío.
Para el verano se prevé que dos contenedores y 6.000 recipientes sean utilizados por los habitantes de una ciudad de Canelones. Se maneja a Atlántida y a San Antonio como opciones. Se evaluará esta experiencia para, luego, implementar una fase masiva de recolección.“Es hora de ir al público masivo. Sabemos que la recolección es más desafiante en términos de logística pero estamos convencidos de que hay que ir por ese camino”, afirmó González.
Cultura selectiva
El proyecto de ALUR sigue los pasos del reciclaje de aceite usado de la ciudad española de Donostia, de 300 mil habitantes. Allí se comenzó a recolectar el producto en establecimientos hoteleros y gastronómicos en 2010 con el objetivo de abastecer el transporte público.
Hoy, parte de la flota de ómnibus se mueve en base a biodiésel puro (sin mezcla de gasoil). Por otra parte, el aceite doméstico se entregaba a un camión especial que pasaba cada dos semanas. A principios de 2014 se instalaron 110 contenedores para facilitar la clasificación domiciliaria. La meta en España es recoger 368 mil litros de aceite en dos años: dos litros por habitante.
Ferrari sabe que la implementación en estos lares no será fácil. “En Uruguay no hay una cultura de recolección selectiva”, reconoció. Basta nombrar la famosa bolsa naranja para los materiales reciclables que implementó la Intendencia Municipal de Montevideo en 2007.
No obstante, el gerente de ALUR sostuvo que se ofrece un “destino” visible. “Tenemos dos plantas de producción. Esto no es ‘separen y después vemos’”, afirmó. Las plantas para biodiesel están instaladas en Paso de la Arena y Capurro. La última fue inaugurada en junio de 2013.No se prevé conceder ningún incentivo para las familias que entreguen su aceite usado. “Se apunta a la conciencia del reciclaje”, señaló González, puesto que “es imposible premiar una generación (de residuos) tan distribuida”. Pero, al igual que se dijo que “no hay cultura de recolección selectiva”, también se podría decir que el voluntariado en materia ambiental no ha sido el fuerte de los montevideanos.
Los jerarcas de ALUR no son partidarios de otorgar una contrapartida económica puesto que solo serviría para estimular la generación del residuo.
Fuente: El Observador