Uno de los últimos discursos de Lula se centró en presentar sus políticas para el desarrollo productivo de su país. Qué y cómo se promoverá, para cuándo y con qué recursos se contará. Brasil está obsesionado con las metas, pero sobre todo, con que los empresarios e inversores las conozcan.
El 12 de mayo pasado, mientras nuestro país se iba consumiendo en el conflicto Gobierno-campo, el presidente de Brasil anunciaba en la sede del Bndes -el banco de desarrollo de ese país- el Programa de Desarrollo Productivo (PDP) que implica un esfuerzo mayúsculo de articulación público privada destinado a lograr entre 2010 y 2011 una serie de objetivos estratégicos, de fortalecimiento de la competitividad, de mayor internacionalización de sus empresas y de consolidación del liderazgo mundial en sectores productivos determinados.
Si bien es imposible en un solo artículo describir todo lo que contiene el PDP -su presentación abarca 235 slides – se puede resumir su contenido en los siguientes aspectos:
Los activos logrados: Son las bases que avalan este planeamiento, entre los que se cuentan cuentas externas equilibradas y mayor nivel de reservas; inflación reducida y bajo control; mercados de capitales y de crédito en expansión; reducción del desempleo y mejor distribución de la renta; sector privado con recursos excedentes, bajo endeudamiento y adecuados niveles de renta y, por último, aspecto no menor, grado de inversión otorgado por calificadoras de riesgo.
Metas cuantitativas: elevar la inversión fija al 21% del PBI en 2010 -620.000 millones de reales, unos US$ 386.000 millones-; aumentar el aporte privado en I&D al 0,65% del PBI; lograr el 1,25% de las exportaciones mundiales para ese mismo año (US$ 208.000 millones) y elevar el número de pymes exportadoras de bienes un 10%.
Estrategia de desarrollo: regionalización -fortalecer el desarrollo de las regiones mas atrasadas-; consolidar las pymes productoras de bienes y servicios impulsando su internacionalización; apoyar la producción sustentable a través de tecnologías limpias propiciando el cuidado medio ambiental; aumentar las exportaciones por encima del promedio mundial; apuntar a la mayor integración productiva de América latina con especial énfasis en el Mercosur y lograr una mayor inserción en Africa.
Programas en sectores estratégicos: industrias de la salud; la energía nuclear; para la defensa; tecnologías de la información y comunicación; biotecnología y nanotecnología.
Programas para obtener y/o consolidar el liderazgo mundial en los sectores aeronáutico; de bioetanol; siderúrgico; de celulosa y papel; de petróleo, gas y petroquímica; minero, y cárnico.
Programas para fortalecer la competitividad en 12 industrias: la automotriz; cuero y calzados; textiles y sus confecciones; bienes de capital; industria naval; construcción civil; plásticos; agroindustria; complejo de servicios; madera y muebles; perfumería y cosméticos, y por último biodiésel.
Los papeles protagónicos desde el Estado vecino lo tienen dos ministerios -el de Desarrollo, Industria y Comercio (MDIC) y el de Ciencia y Tecnología (MCT)-, el Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (Bndes), Petrobrás (en todo lo atinente a energía) y las agencias ABDI, APEX y Sebrae, en lo relativo a desarrollo industrial, promoción comercial y apoyo a pymes, respectivamente.
Existe en todo el programa una fuerte apuesta a la innovación tecnológica -uno de los puntos débiles del desarrollo brasileño- incluso mediante la atracción de inversiones extranjeras para la instalación de centros de I&D en su territorio, la creación de una serie de fondos de capital de riesgo para proyectos innovadores, depreciación acelerada del 100% -que se imputa como gasto total en el primer año- para laboratorios, centros de investigación y el equipamiento requerido para instalarlos, y fondos no reembolsables y de apoyo crediticio a tasa cero para innovaciones en los rubros de salud, energía renovable y de reducción de emisiones de dióxido de carbono.
Un pulpo financiero
El Bndes, en particular, es una pieza clave en ese entramado. Con fondos previstos por 210.000 millones de reales (US$ 131.000 millones) en tres años -cabe aclarar que este banco supera al BID en capacidad prestable-, participa en la totalidad de los programas de apoyo a industrias, ya sea en financiamiento del capital de trabajo, adquisición de equipamiento nacional (no financia importaciones), créditos para la producción de bienes y servicios exportables y para el otorgamiento de crédito de mediano y largo plazo a los compradores del exterior en la modalidad buyer s credit .
En materia de innovación tecnológica, el Bndes junto con otros organismos estatales prevé la utilización de fondos por 41.200 millones de reales (US$ 25.600), más los aportes previstos del sector privado en una serie de modalidades de fondos de riesgo ( venture capital ) destinados a activar y promover a empresas con determinadas capacidades tecnológicas.
La lectura de los diversos programas señala la clara vocación del Estado brasileño -y del sector privado con el cual se han consensuado las diversas metas y objetivos- de consolidar una posición de liderazgo dentro de las potencias emergentes y lograr una mejor relación con los países latinoamericanos.
En ese sentido, resulta sintomático, cuando señala la necesidad de apoyar la exportación de esos países -entre los que se cuenta el nuestro- al Brasil, en lo que denomina » Programa de sustitución competitiva de las importaciones», incluyendo la necesidad de financiar y capitalizar las firmas de esta región, proponiéndose para ello la apertura de filiales del Bndes y del Banco do Brasil en Montevideo.
Va más allá de estos temas, propiciando la creación de programas de cadenas productivas donde participen proveedores de la región, en especial del Mercosur, en áreas tales como las de petróleo y gas, la automotriz, las vinculadas con el turismo y la de madera y muebles.
La visión pragmática brasileña surge con nitidez, en la especial relación que mantiene con Venezuela, que destaca mediante los programas destinados a acelerar el proceso de industrialización de ese país, sustentado a su vez en grandes obras de infraestructura encaradas por empresas brasileñas en ese territorio y en el formidable crecimiento de sus exportaciones a ese destino, que este año superaran largamente los 6000 millones de dólares -todo ello mientras «duerme» en el Congreso brasileño la aceptación de Venezuela como miembro pleno del Mercosur-.
El PDP, tiene su parte negativa, cuando promueve la reglamentación de las Zonas de Procesamiento de Exportaciones en los estados brasileños menos desarrollados, dentro del denominado programa de regionalización.
Contra el Mercosur
Esto es grave porque la instalación de estas zonas con beneficios tributarios y aduaneros por veinte años, con posibilidad de prórroga va en el sentido inverso de lo establecido en el Tratado de Asunción y sus protocolos complementarios, en cuanto a la definición de un territorio único del mercado común, la eliminación de las asimetrías existentes creadas por los países y al desmantelamiento progresivo de las áreas conocidas como zonas francas, de procesamiento de las exportaciones y territorios aduaneros especiales.
El PDP brasileño responde, más allá de las dificultades y obstáculos que surjan en su instrumentación, a lo que siempre ha aconsejado el economista norteamericano Dani Rodrik que es el desarrollo de un » home grown business plan » [un plan de negocios hecho en casa] atendiendo a las fortalezas y debilidades propias de cada país, para su mejor inserción competitiva internacional.
Efectos en la Argentina
Para la Argentina, que no posee plan estratégico alguno, el PDP representa al mismo tiempo oportunidades y amenazas.
Oportunidades porque de su propia lectura surgen innumerables posibilidades de complementación productiva, comercial y tecnológica. Tomemos sólo tres casos de los 25 enumerados en el PDP: el bioetanol, que es uno de los sectores señalados de posición de liderazgo mundial, donde ya hay toda una tecnología brasileña desarrollada en base a la caña de azúcar replicable en nuestro país; pero lo más importante se da en la segunda fase de innovación, que se refiere a la producción de plásticos sobre la base de etanol (los «plásticos verdes») y a la de obtención de etanol de fuente lignocelulosa (con bagazo de caña) con lo cual habría una utilización completa de la materia prima como energía renovable. Resultan claras las posibilidades de complementación para desplazar los combustibles fósiles por renovables y desarrollar, a la vez, el motor «flex» del complejo automotriz.
Otro caso es de la industria de la salud para la cual el PDP plantea una menor dependencia externa -su balanza comercial de fármacos y equipamiento médico es deficitaria en US$ 5500 millones- impulsando la investigación propia, la instalación de centros y laboratorios de empresas trasnacionales en su territorio con un fuerte proceso de certificación y homologación de normas por parte de laboratorios y otras empresas del rubro. Nuestro sector de industrias de la salud es de menor tamaño, pero cuenta con nichos de excelencia en fármacos, biotecnología y equipamiento médico y también es netamente deficitario desde el punto de vista del balance comercial sectorial. Un trabajo conjunto en este campo podría arrojar resultados altamente beneficiosos.
El último caso es el del complejo agroindustrial donde ambos países tienen una presencia relevante: Brasil es la segunda potencia productora/exportadora, luego de los Estados Unidos y la Argentina es cuarta a nivel mundial. Sin embargo, ambos países tienen una fuerte dependencia en materia de semillas OGM, agroquímicos y fertilizantes que son elaborados por pocas grandes empresas trasnacionales.
Hay desarrollos interesantes de genética en los dos países para ir modificando esta realidad, pero lo cierto es que los recursos necesarios para la I&D son muy elevados y esto requiere claramente un trabajo conjunto, sobre todo teniendo en cuenta que la posición como países productores/exportadores competitivos no sólo está consolidada, sino que va a crecer aún mas en el futuro.
Conclusiones: el PDP brasileño representa para nuestro país inmejorables oportunidades de aprovechar la sinergia que surge del mismo: complementación y articulación productiva, comercial externa y en innovación; pero también severas amenazas en el caso de ignorarlo, que se potenciarán aún más si, como hasta ahora, sólo se mira lo coyuntural y, como tantas otras veces, se dejan pasar las oportunidades.
Por Raúl Ochoa
Para LA NACION
El autor es profesor de la Maestría en Relaciones Comerciales Internacionales de la Untref y docente de la Fundación Standard Bank
Antes de 2010
Infraestructura. Entre las metas por alcanzar antes de 2010 figuran 45.000 kilómetros de rutas; 2500 kilómetros de ferrovías; 20 aeropuertos; 12 puertos y 67 puertos fluviales; generación de 12 MW; y 14.000 líneas de transmisión.
La inversión total proyectada en entre 2007 y 2010 es de 25.590 millones de dólares aproximadamente.
Duplicar el número de solicitudes de derecho de propiedad intelectual por parte de empresas brasileñas.
Capacitación de los recursos humanos. El Plan Nacional de Educación establece la creación de 214 nuevas escuelas profesionales y tecnológicas y 260.000 nuevas matrículas.
Petróleo, gas natural y petroquímica. Aumentar la capacidad productiva de Bndes (el banco de desarrollo de Brasil), Petrobras y del Instituto Nacional de la Propiedad Industrial (INPI), entre otros organismos.
Aumento de la capacidad productiva de Petrobras. El plan de negocios 2008-2012 estipula un desembolso de más de 112.000 millones de dólares que se repartirán en inversiones internas, distribución de gas y energía y compras.
Capacitación industrial y profesional. El plan nacional de formación profesional contempla un presupuesto de 189 millones de dólares.
Proyecto de sustitución competitiva de importaciones. Cooperación del Estado con las empresas para el desarrollo conjunto de materiales y equipamientos importados.
Proyecto para la inserción competitiva y sustentable de micros y pequeñas empresas en la cadena productiva del petróleo y el gas. Para ello se diseñó un convenio entre Petrobras y Sebrae (la secretaría de apoyo a las micro y pequeñas empresas).
Fortalecimiento de los núcleos regionales a través de asociaciones de Petrobras con universidades e institutos de investigación con foco en las demandas regionales y en la tecnología.Se le asignaron al proyecto casi 187 millones de dólares anuales.
El programa para fortalecer la competitividad de la industria naval y de cabotaje estipula, entre otras metas, el aumento del uso de embarcaciones nacionales del 65 al 85 por ciento, y la ampliación de la participación de bandera brasileña en la marina mercante mundial al 1 por ciento.
Fuente: La Nación